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sin discusion los proyectos que el pacificador les hizo presentar,
i
lo colmaron de poder i de honores. La Asamblea de Sicuani,
dominada por el doctor Torrico, que tomó parte en sus delibe–
raciones, sin tener otro carácter que el de secretario jeneral de
Santa Cruz, sancionaba precipitadamente la ereccion del Es–
tado Sur-peruano, i lo entregaba al poder discrecional i abso–
luto del pacificador, dándole el título de
,t'nv·kto,
asignán<lole
una pingüe renta i decretando en su honor medallas, retratos
i
una estatua ecuestre. La Asamblea de Huaura fué mas léjos
todavía, pues en la misma lei por la cual constituyó la existen–
cia del Estado Nor-peruano i su federacion con el Sur-peruano
i
con Bolivia, no solo dió el mando supremo de aquel Estado
con facultades ilimitadas al jeneral Santa Cruz, sino que tam–
bien le anticipó sus votos para Supremo Protector de la Gran
Confederacion, i dejó al arbitrio del mismo jeneral la designa–
cion de los plenipotenciarios que, en representacion de los nor–
peruanos, debían concurrir a
la Asamblea de
'faena para
dar la constitucion definitiva de la Confederacion Perú-bolivia–
na. Por lo demas, confirmó a Santa Cruz el título de
z'nvicto
pacificador,
mandó erijirle una. estatua sobre un arco de triunfo,
colocar sus retratos en las salas de gobierno, de congresos
i
tri–
bunales, acuñar medallas con su busto, convertir su natalicio en
dia de fiesta cívica,
i
ofreció cien mil pesos a la esposa del nue–
vo Alejandro. No podía levantarse mas la marea de la abyec–
cion
i
del servilismo!
Todo esto no significaba mas que la falsificacion i la burla cruel
del réjimen político aceptado i consagrado por la América espa·
ñ.ola despues de su emancipacion. En el fondo no había mas que
una dictadura militar que amenazaba prolongarse indefinida–
mente. Semejante estado de cosas ¿podía merecer la aprobacion,
ni siquiera la tolerancia de un Gobierno honrado?... Desde que el
de Chile comprendió todo lo que había de violento e injusto en
el nuevo órden politice creado por Santa Cruz,
i
todo lo que ha-–
bia de falso
i
pérfido en el carácter i en la política de este cau–
dillo, no vaciló ya en tomar la árdua resolucion de salirle al
encuentro i poner a raya su desatada ambicion. No se trataba
ya de defender los intereses mercantiles de Chile positivamente
lastimados por la política del Protector; no de hacer que el Perú