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del Portales. Blanco se apresuró a reunfrsele con el resto del ejér–
cito, por haber sabido en U chumayo que el enemigo se hallaba
a cuatro leguas de Arequipa, con tre-; batallones
i
un rejimiento
de caballería, resultando ser fal ·a esta noticia. El enemigo se
habia retirado a Puquina al aproximarse el ejército chileno.
Tan pronto como ocupó a Arequipa, el jeneral Blanco proce–
dió, en conformidad con sus instrucciones, a convocar al pueblo
para elejir un gobierno nacional. Fué nombrado jefe supremo
el jeneral La Fuente, quien a su vez nombró a Pardo de Minis–
tro jeneral i a Castilla de prefecto de la provincia.
La primera providencia del Gobierno provisional en los apu–
ros que desde el primer momento comenzaron a sentirse para la
manutencion i otros menesteres del ejército, fué imponer un
empréstito forzoso a los propietarios; pero habiendo emigrado
todos estos, fueron obligados a pagarlo los arrendatarios, bajo
la pena de ser conducidos a bordo.
Era necesario reemplazar prontamente las herraduras i mon–
turas que se habían perdido con el naufrajio de la
Cdnnen.
Los
caballos estaban estropeados. La tropa había llegado tambien
en mal estado, pues por la falta de bagajes, babia sido necesa–
rio que cada soldado llevase seis paquetes de cartuchos i tres
dias de
víveres,
a mas de su mochila
i
caramafíola. Esta pesada
marcha al traves de un desierto arenoso, hizo sucumbir a siete
soldados. Los mismos oficiales tuvieron que marchar a pié. Solo
despues de tres semanas de constantes esfuerzos, se logró que
quedaran herrados todos los caballos.
Se procuró organizar la provision de víveres para el ejército
bajo los auspicios del Gobierno provisional, pero con tan mal
resultado, que la mayor parte de los dias eran las dos de la tarde,
i
el soldado no tenia aun qué comer; por lo cual el jeneral La
Fuente propuso dar el rancho en dinero, a razon de un real por
individuo, medida que Blanco aceptó, por ser ménos continjente.
Con algunas mulas tomadas en Siguas por el jeneral Castilla
se logró trasportar dos piezas de artillería con sus dotaciones.
La escolta del jeneral en jefe marchó a pié al valle de Tambo
para proporcionarse cabalgaduras. i volvió al cuartel jeneral
despues de muchos días con ciento i tantas cabezas entre ye–
guas i mulas.