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cargos que se le hicieran; i concluia con estas palabras: 11No he
crcido, ni lo ha creido el ejército todo, empañar el lustre de las
armas de Chile admitiendo la oliva de la paz de la mano de un
enemigo poderoso. Léjos de
mí
i del ejército semejante bastar–
día. Si en la conveniencia política del gobierno entra el recha·
zar esta paz, me quedará al ménos la satisfaccion de que, esti–
pulándola, evité el aniquilamiento de una parte de mis soldados,
i
no derramé sin fruto una sangre preciosa de que algunos se
muestran tan pródigos.,,
(10)
No obstante esta vindicacion, el jeneral Blanco fué sometido
al juicio de un consejo de guerra. (Decreto de
17
de Enero
de
1838.)
En su primera declaracion indagatoria Blanco repitió sus–
tancialmente el contenido de su exposicion oficial de
28
de Di–
ciembre anterior, .de que acabamos de dar cuenta.
Entre veinte testigos que fueron llamados a declarar en esta
causa, los mas de ellos (jefes i empleados del mismo ejército
expedicionario) depusieron en favor del jeneral, corroborando
sus asertos en cuanto a la escasez de víveres i de bagajes i a la
apatía i falta de cooperacion de los pueblos peruanos, circuns–
tancias que habian reducido al ejército a la impotencia de obrar
ofensivamente i de proceder con la actividad conveniente. El
teniente coronel don Francisco Ánjel Ramirez dijo, no obs–
tante, en su declaracion, que el movimiento sobre Tacna habria
convenido mas que sobre Arequipa, consiguiéndose tal vez el
pronunciamiento del jeneral Lopez o su rendicion,
i
desalojar
de sus posiciones a Cerdefía, con lo cual se habria dominado
(10) Esta exposicjon la publicó el jeneral Blanco a prindpios de
1838
con
algunas palabras dirijidas
«.a
sus compatriotas», en las cuales dice que, «en
medio de la borrasca de pasiones ajitadas por la malevolencia, la negra
envidia i
la
ingratitud», no le queda sino «apelar del fallo injusto i precipi–
tado de sus émulos, al juicio imparcial i tranquilo de la opinion pública.
Confiado en ella (añade), sujeto el siguiente documento a la consideracion
de mis conciudadanos. Presenten mis enemigos las pruebas de su acendra–
do patriotismo, exhiban sus títulos al reconocimiento nacional i a la memo–
ria de la posteridad. Yo manifestaré los mios: estan en Talca, en Maipú, en
Talcahuano, en Chiloé, etc., etc., estan sobre todo en el aprecio
jamas
des–
mentido de
mis
compatriotas.»