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un hombre salido del mismo pueblo comunicó a Blanco que el

enemigo, sabedor del movimiento del ejército chileno, se había

retirado a Puquina. El ejército hizo alto; pero Blanco, acompa–

ñado del jefe del Estado Mayor, de un destacamento de caba–

llería

i

las compañías de cazadores, se adelantó hasta penetrar

en Poxi, donde no hallaron persona alguna que diera noticia

cierta de los enemigos. El ejército contramarchó a Arequipa.

Las noticias sobre las fuerzas

i

movimientos del enemigo ,

fueron por muchos dias inexactas o falsas, µor la incapacidad

i

tal vez mala fe de los espías. Supo al fin el jeneral de un modo

positivo que los batallones Arequipa

i

primero de la Guardia se

habían incorporado a la division de Cerdeña; que el jeneral Ló-

, pez, con quien no habia podido comunicarse por falta de espías,

habia fugado para Chuquisaca, abandonando su division, que

se reunió a la de Cerdeña; que Santa Cruz, con ochocientos a

novecientos hombres, marchaba a tomar el mando del ejército

del Centro; que el jeneral Herrera habia llegado tambien con

el continjente de dos compafíías que había en el Cuzco; que la

oposicion, tan decididamente pronunciada en el Congreso de

Bolivia, habia desaparecido; que el movimiento hecho por la

guarnicion de Oruro, habia sido sofocado por el pueblo; 11que el

diputado Sampértegui, primer campcon de la oposicion, conver–

tido despues

en vil esclavo de Santa Cruz

(segun espresion de

una carta que recibió el jeneral de La Fuente) habia enjuiciado

i

condenado al oficial que acaudilló aquella insurreccion;

i

que

los arjentinos no se movian despues de la accion de Humahua–

ca.11 Supo ademas que los batallones

2.

0

i

5.

0

se dirijian desde

Tu piza el uno, desde Jauja d otro, a incorporarse a la division

de Cerdeña, la que con este continjente ascenderia a cerca de

cinco mil hombres; miéntras

Ja

division de Vijil, destacada del

norte, se aproximaba a retaguardia del ejército chileno.

En tal situacion, cuando el ejército invasor carecia de medios

de movilidad, de víveres, de vestuario apropiado para atravesar

la cordillera, teniendo al frente un enemigo superior, era impo–

sible emprender un movimiento ofensivo contra él, buscándolo

en las posiciones ventajosas que a cada paso le ofrecia una dila–

tada sierra. El honor de la madre patria no reclamaba en ma–

nera alguna el sacrificio de tres mil de sus mejores hijos.