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LIBROS & ARTES

Página 17

él, que para Cisneros el ser

humano es algo demasia-

do complejo como para

hacerle justicia. Pero al-

gunos rasgos de lo huma-

no son accesibles, aunque

para ello tengamos que

simplificarlo. Una forma

de simplificar al ser huma-

no para poder hablar de él

es compararlo con anima-

les.

¿Por qué? Porque hay

asociaciones retóricas ya

establecidas con ellos: el

zorro es astuto, el burro

lento, el murciélago ciego,

la mariposa delicada y la

rata, bueno, la rata es una

rata.

Un ejemplo breve ser-

virá: en su poema sobre el

cuadro

Los

funerales de

Atahualpa

de Montero,

que aparece en

Las inmen-

sas preguntas celestes

, Cis-

neros habla de las orejas

de Atahualpa y las com-

para con escarabajos. No

tenemos asociaciones di-

rectas entre estos bichos y

alguna propiedad huma-

na. Pero sabemos que los

escarabajos buscan estiér-

col para alimentarse. La

asociación con orejas que,

si no buscan, al menos es-

cuchan estiércol y toda la

palabrería religiosa que

escuchó el Inca de boca

del dominico Valverde

comienza a hacer sentido.

Cisneros le echa mano

a un inmenso zoológico

para elaborar sus compa-

raciones y entender, un

poco mejor, la extraña

naturaleza de los huma-

nos. El dato es además

curioso ya que Cisneros

fue un declarado zoófobo.

He releído el

Canto ce-

remonial contra un oso hor-

miguero

con esto en men-

te y he hecho una lista de

los animales que aparecen

en este libro, además de,

por supuesto, el del títu-

lo. Esto fue lo que encon-

tré: un conejo, una pata

de conejo, alacranes, ratas

rojas peludas, elefantes, un

reptil, una mosca, una

manada de cangrejos, un

buey, un cerdo feliz, lagar-

tijas, delfines, peces, peces

voladores, pájaros, un oso

(no hormiguero), más

moscas, otro oso (tampo-

co hormiguero), bacilos,

un león, un unicornio, un

zorro (el zorro Dayan), eri-

zos, más cangrejos, otro

buey, algún escarabajo,

caballos, más caballos,

más moscas, una ballena,

varias ballenas más, pe-

rros, lombrices rápidas,

más cangrejos, animalitos

de hormiguero que supo-

nemos son hormigas, ca-

racoles marinos, una ara-

ña, un burro (o un tipo al

que le dicen El Burro), una

mula vieja, un halcón,

más y más moscas, pesca-

do, atún (en lata), sin con-

tar los innumerables nom-

bres genéricos como bi-

chos, insectos, animales,

animalitos y bestias.

Es este zoológico el

que le permite a Cisneros

una retórica eficaz para

hablar del humano.

Regreso un momento a

consideraciones sobre la

llamada poesía cotidiana.

Hablar directamente de

las cosas que hay allá afue-

ra en el mundo no es fá-

cil. Si uno quiere escribir

como el Neruda de las

Odas elementales

probable-

mente termine como un

sonso. Esa aparente senci-

llez y facilidad de un len-

guaje claro y directo es-

conde una retórica y una

técnica extraordinaria-

mente elaboradas. Esa es,

entre muchas otras, una

de las lecciones más im-

portantes de la poesía de

Cisneros, del Cisneros in-

terno: hay vías de acceso

a lo real pero normalmen-

te requieren de un peque-

ño rodeo. La forma invisi-

ble de ese pequeño rodeo

(hablar de animales, por

ejemplo, o de dioses ene-

migos y de reyes torpes y

feos) es uno de los innu-

merables méritos y ense-

ñanzas que la poesía de

Cisneros ha dejado y sigue

dejando.

Porque esa cercanía a

las cosas, ese olor a coti-

dianidad, sólo es posible si

se establece una distancia

con las cosas mismas. La

misma distancia que le

permite a Cisneros descu-

brir en ese poema tan di-

fícil que es «Crónica de

Chapi, 1965», que «los

hongos que engordan y

aquellos que dan muerte»

se ofrecen iguales y que

por lo tanto «ya ninguno

pregunte sobre el peso y

la medida de los herma-

nos muertos».

PERMANECER A SU LADO

ERA ESTAR DE FIESTA

Marco Martos

a partida de Antonio Cisneros nos ha dejado desolados a sus

familiares y amigos. Un impacto tan grande solo es

comparable al que sentimos cuando murió Javier Heraud. En

aquella ocasión se trataba de un joven intelectual muerto en agraz,

y ahora de un poeta realizado y celebrado, pero que daba la

engañosa impresión a quienes lo querían de que era inacabable

por la desbordante vitalidad que exhibía todos los días de su vida.

Conocí al poeta en los patios de la Universidad Católica hacia

1960. Los jóvenes poetas de aquellos años pululaban alrededor

de algunas figuras destacadas, entre ellas Wáshington Delgado,

Luis Alberto Ratto, Javier Sologuren, que eran considerados como

legítimos maestros. Junto a esta relación con los escritores mayores

había otra muy fructífera entre iguales. La figura destacada era

Mario Sotomayor, un pequeño timonel de poetas y estudiosos.

Gracias a Sotomayor, Cisneros y tantos otros pudimos conocer a

Bertolt Brecht en sus distintas facetas de dramaturgo, poeta y

narrador. Todo el tiempo hablábamos de literatura, a veces de

las muchachas deslumbrantes que conocíamos y a veces de fútbol,

materia en la que Cisneros y Sotomayor disentían entre sí en

medio de la perplejidad de los que éramos simpatizantes de los

equipos mayoritarios. Cisneros defendía al antiguo Sporting

Tabaco convertido enCristal y Sotomayor era partidario del Sport

Boys del Callao. Ese tiempo que permanece cristalizado en la

memoria fue raudo, temporada de aprendizaje veloz, variado,

continuo, tambiénmeses o años de tristeza por la muerte de Javier

Heraud. De pronto nos dispersamos, SanMarcos atrajo a muchos

con su faro poderoso. Y ahí nos encontramos, mientras Antonio

Cisneros iba consolidando un sólido prestigio como poeta. Y su

escritura cambió también de forma rápida. La dicción primigenia,

todavía en búsqueda de originalidad, de sus dos pequeños libros

iniciales,

Destierro

y

David

, adquirió acentos personales

en

Comentarios reales

y en

Canto ceremonial contra un oso

hormiguero

, libro que le valió reconocimiento en todo el orbe

hispano. El poeta abandonó para siempre todo verso edulcorado

heredado del primer Rafael Alberti, dejó de lado las añoranzas

de amores perdidos, usó en adelante un verso discursivo, que sería

su característica más saltante, incorporó a su estro de manera

definitiva una punzante ironía que era capaz de llegar al sarcasmo.

Su poesía, aun en medio del dolor, no cede a nada, ni al

sufrimiento. Seca, no busca hechizar al lector con ritmos variados

o un vocabulario de herencia barroca. Tiene un tono discursivo,

brechtiano justamente, distanciado de lo que narra, de gran

eficacia pues implica al lector en algo que siendo personal se torna

universal. En ese sentido sus «poemas maroqueros» son unmodelo

para los jóvenes que quieren aprender el arte difícil de la poesía.

Los años siguientes, todo el tiempo posterior, fueron de hallazgos

sucesivos, el descubrimiento de la importancia de la religión en

su vida, la trascendencia de la familia, la esposa, los hijos, no

mermó en absoluto el carácter limeño, juguetón, de su poesía, la

gracia de muchacho de barrio que Antonio Cisneros mantuvo

toda su vida. Como los antiguos griegos, consideraba que la

existencia es el bien supremo, el mejor premio. Su carácter

exultante contagiaba a todos sus amigos, hasta a los más taciturnos.

Permanecer a su lado era estar de fiesta.

L