LIBROS & ARTES
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él, que para Cisneros el ser
humano es algo demasia-
do complejo como para
hacerle justicia. Pero al-
gunos rasgos de lo huma-
no son accesibles, aunque
para ello tengamos que
simplificarlo. Una forma
de simplificar al ser huma-
no para poder hablar de él
es compararlo con anima-
les.
¿Por qué? Porque hay
asociaciones retóricas ya
establecidas con ellos: el
zorro es astuto, el burro
lento, el murciélago ciego,
la mariposa delicada y la
rata, bueno, la rata es una
rata.
Un ejemplo breve ser-
virá: en su poema sobre el
cuadro
Los
funerales de
Atahualpa
de Montero,
que aparece en
Las inmen-
sas preguntas celestes
, Cis-
neros habla de las orejas
de Atahualpa y las com-
para con escarabajos. No
tenemos asociaciones di-
rectas entre estos bichos y
alguna propiedad huma-
na. Pero sabemos que los
escarabajos buscan estiér-
col para alimentarse. La
asociación con orejas que,
si no buscan, al menos es-
cuchan estiércol y toda la
palabrería religiosa que
escuchó el Inca de boca
del dominico Valverde
comienza a hacer sentido.
Cisneros le echa mano
a un inmenso zoológico
para elaborar sus compa-
raciones y entender, un
poco mejor, la extraña
naturaleza de los huma-
nos. El dato es además
curioso ya que Cisneros
fue un declarado zoófobo.
He releído el
Canto ce-
remonial contra un oso hor-
miguero
con esto en men-
te y he hecho una lista de
los animales que aparecen
en este libro, además de,
por supuesto, el del títu-
lo. Esto fue lo que encon-
tré: un conejo, una pata
de conejo, alacranes, ratas
rojas peludas, elefantes, un
reptil, una mosca, una
manada de cangrejos, un
buey, un cerdo feliz, lagar-
tijas, delfines, peces, peces
voladores, pájaros, un oso
(no hormiguero), más
moscas, otro oso (tampo-
co hormiguero), bacilos,
un león, un unicornio, un
zorro (el zorro Dayan), eri-
zos, más cangrejos, otro
buey, algún escarabajo,
caballos, más caballos,
más moscas, una ballena,
varias ballenas más, pe-
rros, lombrices rápidas,
más cangrejos, animalitos
de hormiguero que supo-
nemos son hormigas, ca-
racoles marinos, una ara-
ña, un burro (o un tipo al
que le dicen El Burro), una
mula vieja, un halcón,
más y más moscas, pesca-
do, atún (en lata), sin con-
tar los innumerables nom-
bres genéricos como bi-
chos, insectos, animales,
animalitos y bestias.
Es este zoológico el
que le permite a Cisneros
una retórica eficaz para
hablar del humano.
Regreso un momento a
consideraciones sobre la
llamada poesía cotidiana.
Hablar directamente de
las cosas que hay allá afue-
ra en el mundo no es fá-
cil. Si uno quiere escribir
como el Neruda de las
Odas elementales
probable-
mente termine como un
sonso. Esa aparente senci-
llez y facilidad de un len-
guaje claro y directo es-
conde una retórica y una
técnica extraordinaria-
mente elaboradas. Esa es,
entre muchas otras, una
de las lecciones más im-
portantes de la poesía de
Cisneros, del Cisneros in-
terno: hay vías de acceso
a lo real pero normalmen-
te requieren de un peque-
ño rodeo. La forma invisi-
ble de ese pequeño rodeo
(hablar de animales, por
ejemplo, o de dioses ene-
migos y de reyes torpes y
feos) es uno de los innu-
merables méritos y ense-
ñanzas que la poesía de
Cisneros ha dejado y sigue
dejando.
Porque esa cercanía a
las cosas, ese olor a coti-
dianidad, sólo es posible si
se establece una distancia
con las cosas mismas. La
misma distancia que le
permite a Cisneros descu-
brir en ese poema tan di-
fícil que es «Crónica de
Chapi, 1965», que «los
hongos que engordan y
aquellos que dan muerte»
se ofrecen iguales y que
por lo tanto «ya ninguno
pregunte sobre el peso y
la medida de los herma-
nos muertos».
PERMANECER A SU LADO
ERA ESTAR DE FIESTA
Marco Martos
a partida de Antonio Cisneros nos ha dejado desolados a sus
familiares y amigos. Un impacto tan grande solo es
comparable al que sentimos cuando murió Javier Heraud. En
aquella ocasión se trataba de un joven intelectual muerto en agraz,
y ahora de un poeta realizado y celebrado, pero que daba la
engañosa impresión a quienes lo querían de que era inacabable
por la desbordante vitalidad que exhibía todos los días de su vida.
Conocí al poeta en los patios de la Universidad Católica hacia
1960. Los jóvenes poetas de aquellos años pululaban alrededor
de algunas figuras destacadas, entre ellas Wáshington Delgado,
Luis Alberto Ratto, Javier Sologuren, que eran considerados como
legítimos maestros. Junto a esta relación con los escritores mayores
había otra muy fructífera entre iguales. La figura destacada era
Mario Sotomayor, un pequeño timonel de poetas y estudiosos.
Gracias a Sotomayor, Cisneros y tantos otros pudimos conocer a
Bertolt Brecht en sus distintas facetas de dramaturgo, poeta y
narrador. Todo el tiempo hablábamos de literatura, a veces de
las muchachas deslumbrantes que conocíamos y a veces de fútbol,
materia en la que Cisneros y Sotomayor disentían entre sí en
medio de la perplejidad de los que éramos simpatizantes de los
equipos mayoritarios. Cisneros defendía al antiguo Sporting
Tabaco convertido enCristal y Sotomayor era partidario del Sport
Boys del Callao. Ese tiempo que permanece cristalizado en la
memoria fue raudo, temporada de aprendizaje veloz, variado,
continuo, tambiénmeses o años de tristeza por la muerte de Javier
Heraud. De pronto nos dispersamos, SanMarcos atrajo a muchos
con su faro poderoso. Y ahí nos encontramos, mientras Antonio
Cisneros iba consolidando un sólido prestigio como poeta. Y su
escritura cambió también de forma rápida. La dicción primigenia,
todavía en búsqueda de originalidad, de sus dos pequeños libros
iniciales,
Destierro
y
David
, adquirió acentos personales
en
Comentarios reales
y en
Canto ceremonial contra un oso
hormiguero
, libro que le valió reconocimiento en todo el orbe
hispano. El poeta abandonó para siempre todo verso edulcorado
heredado del primer Rafael Alberti, dejó de lado las añoranzas
de amores perdidos, usó en adelante un verso discursivo, que sería
su característica más saltante, incorporó a su estro de manera
definitiva una punzante ironía que era capaz de llegar al sarcasmo.
Su poesía, aun en medio del dolor, no cede a nada, ni al
sufrimiento. Seca, no busca hechizar al lector con ritmos variados
o un vocabulario de herencia barroca. Tiene un tono discursivo,
brechtiano justamente, distanciado de lo que narra, de gran
eficacia pues implica al lector en algo que siendo personal se torna
universal. En ese sentido sus «poemas maroqueros» son unmodelo
para los jóvenes que quieren aprender el arte difícil de la poesía.
Los años siguientes, todo el tiempo posterior, fueron de hallazgos
sucesivos, el descubrimiento de la importancia de la religión en
su vida, la trascendencia de la familia, la esposa, los hijos, no
mermó en absoluto el carácter limeño, juguetón, de su poesía, la
gracia de muchacho de barrio que Antonio Cisneros mantuvo
toda su vida. Como los antiguos griegos, consideraba que la
existencia es el bien supremo, el mejor premio. Su carácter
exultante contagiaba a todos sus amigos, hasta a los más taciturnos.
Permanecer a su lado era estar de fiesta.
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