LIBROS & ARTES
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to de la iglesia conservadora a la
iglesia reformista de los 60 y los 70
en el Perú. Es la época de profun-
das transformaciones económicas,
sociales, políticas y culturales y de
grandes movimientos sociales que
cambiaron, en gran medida, la his-
toria del Perú del siglo XX: el Esta-
do oligárquico se quebró, la eco-
nomía se modernizó, la sociedad se
reestructuró dando origen a nuevas
clases sociales, la educación de to-
dos los niveles se masificó, la esfera
pública y la sociedad civil se ensan-
charon y la ciudadanía irrumpió en
el mundo oligárquico cerrado, des-
pedazándolo. El clima cultural cam-
bió y alentó la emergencia de nue-
vos intelectuales en diversos cam-
pos de la ciencia, del arte y la lite-
ratura. Gutiérrez es uno de los ade-
lantados de esas nuevas generacio-
nes intelectuales. Su obra toda está
en permanente diálogo con esos
cambios y esas nuevas realidades.
El rasgo más saliente de su pen-
samiento es la gran autonomía in-
telectual que él revela no sólo en la
selección de los temas de reflexión
y en la forma crítica y creativa de
tratarlos sino también en la origi-
nalidad radical de sus apuestas. La
teología de la liberación es el resul-
tado del diálogo crítico de la teolo-
gía con los grandes cambios socia-
les del siglo XX y de la apuesta a
leer esos cambios desde el mundo
de los pobres. La autonomía inte-
lectual, propia de todo pensamien-
to reformador, ha sido mal enten-
dida por los sectores conservado-
res y privilegiados que han visto en
ella la punta emergente de una nue-
va herejía religiosa.
Gutiérrez ha producido en el
pensamiento católico peruano y la-
tinoamericano una revolución
copernicana: Gracias a su obra, los
cristianos del Perú y América Lati-
na han comenzado a mirar el mun-
do social y religioso desde abajo,
desde el mundo de los pobres. Este
vuelco social, intelectual y religio-
so es probablemente su más impor-
tante contribución al desarrollo de
la cultura, la religión y la política.
Apelando a una de las primeras
obras de Jurgen Habermas,
Histo-
ria y crítica de la opinión pública
burguesa
, se puede sostener que,
con el Concilio Vaticano II y con
los pensadores cristianos como
Gustavo Gutiérrez, la Iglesia ha
pasado de la publicidad represen-
tativa, propia del mundo feudal, a
la publicidad moderna, del status
jerárquico y de la fastuosidad reli-
giosa al diálogo y a la deliberación
crítica, combinando la fe con la ra-
zón. Los cambios en los ritos reli-
giosos revelan las profundas trans-
formaciones en la esfera pública. El
tránsito de la misa en latín celebra-
da por sacerdotes que dan la espal-
da a los fieles a la misa en el idioma
de cada país o región y con los sa-
cerdotes mirando a los creyentes es
toda una revolución. Gracias a ese
tránsito se ha construido un públi-
co moderno, basado no sólo en la
fe, sino también en el diálogo y en
la argumentación crítica y racional.
Hoy la Iglesia ya no tiene sólo fie-
les, sino también públicos moder-
nos deliberantes que combinan la
autoridad de la fe con la crítica de
la razón.
Los más destacados intelectua-
les del mundo medieval eran cléri-
gos. En el mundo moderno, ellos
fueron sustituidos por los pensado-
res laicos. En el Perú republicano
pocos clérigos han brillado en el fir-
mamento intelectual. En el siglo
XIX, Bartolomé Herrera es quizá el
clérigo intelectual más importante.
En el Perú del siglo XX, Gustavo
Gutiérrez es, sin duda, el intelec-
tual religioso más descollante. Hom-
bres de signo distinto y hasta con-
tradictorio. Ambos eran teólogos,
preocupados por los asuntos terre-
nales, por lo que los pensadores me-
dievales llamaban el
saeculum.
Sólo
en eso radica su semejanza, en todo
lo demás difieren. Herrera era con-
servador, Gutiérrez es un reforma-
dor; Herrera apostaba a las élites,
Gutiérrez apuesta a los hombres y
mujeres del pueblo; Herrera exclu-
yó al indio, Gutiérrez lo incluye en
su reflexión y en su acción; Herrera
quería una nación de criollos,
Gutiérrez, como su dilecto amigo
José María Arguedas, quiere un
Perú de todas las sangres.
Gustavo Gutiérrez no es sólo un
pensador original sino también un
difusor y un organizador de la cul-
tura actual. Su participación acti-
va en la creación de varias institu-
ciones culturales, su desempeño bri-
llante como profesor universitario
en la PUCP, su papel de asesor de
varias organizaciones católicas, el
impulso de varias publicaciones es-
trechamente vinculadas a la difu-
sión de su pensamiento, su labor de
párroco en la humilde parroquia
Cristo Redentor del populoso y
pauperizado distrito del Rímac
constituyen un fehaciente testimo-
nio de su activismo cultural.
En la introducción de la prime-
ra edición de
Teología de la libera-
ción
escribe que “no se trata de ela-
borar una ideología justificadora de
posturas ya tomadas, ni de una
afiebrada búsqueda de seguridad
ante los radicales cuestionamientos
que se plantean a la fe, ni de forjar
una teología de la que se ‘deduzca’
una acción política. Se trata de de-
jarnos juzgar por la Palabra del Se-
ñor, de pensar nuestra fe, de hacer
más pleno nuestro amor, y de dar
razón de nuestra esperanza desde el
interior de un compromiso que se
quiere hacer más radical, total y efi-
caz. Esto es lo que busca la llamada
teología de la liberación”
(p. 9). Para
Gustavo Gutiérrez la teología es,
ante todo, una reflexión crítica. Del
mismo modo que Gramsci afirma
que todos somos filósofos, Gutiérrez
sostiene que todos los creyentes son
de alguna manera teólogos. La in-
teligencia de la fe, según Gutiérrez,
está en todos los creyentes de la
palabra de Dios. Ella es “el suelo en
el que la reflexión teológica hunde
tenaz y permanentemente sus raí-
ces y extrae su vigor” (p.15).
La teología de la liberación no
es una mera sabiduría de las escri-
turas, tampoco es sólo un saber ra-
cional que articula la fe y la razón
(Tomás de Aquino). Estas son las
tareas clásicas y universales de la
teología. La especificidad de la teo-
logía de la liberación es, sin embar-
go, que ella recoge las manifesta-
ciones actuales de la razón: “La in-
teligencia de la fe comienza a ha-
cerse también, en nuestros días, si-
guiendo pistas inéditas: las ciencias
sociales, psicológicas, biológicas.
Un pensamiento teológico que no
presente este carácter racional y des-
interesado no sería verdaderamen-
te fiel a la inteligencia de la fe” (19).
La teología de la liberación es una
reflexión critica sobre la praxis his-
tórica de la comunidad cristiana (la
caridad, la espiritualidad, aspectos
antropológicos de la Revelación, la
JulioCotler.