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LIBROS & ARTES

Página 7

disolubilidad del vínculo

podía hacer poco cuando el

hombre, despojado del bar-

niz de la educación en la

confianza doméstica, se

mostrara “brusco, grosero,

imperioso; (y) pretende ha-

cer de la mujer sólo un ob-

jeto de placer i una esclava

humilde” (Ibid.18). Por otro

lado, la educación escolar y

universitaria y las activida-

des laborales, según María

Jesús Alvarado, hacían a la

mujer libre, la dignificaban

y refinaban sus sentimien-

tos. En su visión puritana

esto último quería decir que

le quitaban lo animalesco

del instinto (Ibid.17).

Los comentarios de

María JesúsAlvarado remi-

ten a la sensibilidad de su

época, a una manera de ob-

servar y sentir diferente. La

mirada de la vanguardista

detecta que un tipo determi-

nado de vínculo está reñido

con las utopías de la época

a propósito de la felicidad.

El otro sentido tiene que ver

con las expectativas dife-

rentes que aparecían en los

horizontes vitales, fuesen

estos de hombres o de mu-

jeres. Era una manera de re-

lacionarse y de sentir las

emociones la que entraba en

desuso.

En esta elaboración crí-

tica, María Jesús Alvarado

llegaba a la conclusión de

que la monogamia era un

invento. Moralistas austeros

y ardientes fanáticos del

matrimonio indisoluble de-

bían reconocer que el amor

único no era más que una

convención de la civiliza-

ción, y que incluso la ley

tenía dificultades para im-

poner la monogamia. Según

la autora, ésta sólo respon-

día a los grandes amores o

a los temperamentos castos

de algunos. Los seres cul-

tos, por ende superiores, se

amaban de otra manera.

Para una mujer como Ma-

ría Jesús Alvarado preser-

var un matrimonio sin amor

era propio de gentes vulga-

res. Aquí hay algo fascinan-

te y dice de los criterios de

distinción que emergían de

la fragua de la modernidad.

La imprenta daba la po-

sibilidad de contrastar la pa-

labra escrita con las ideas

propias. La escritura era im-

portante para desarrollar

una retórica laica. Así como

el clero y los clericales en-

contraron en la tradición ar-

gumentos para cuestionar la

validez de la ley del divor-

cio, María Jesús Alvarado

también rebuscó en el pasa-

do evidencias para lo inver-

so. Sostuvo que en el pue-

blo judío existió siempre el

divorcio y Jesús lo ratificó

según el versículo 15 del

capítulo 7 del libro de los

Corintios: “Pero si el infiel

se aparte, apártese: no es el

hermano o la hermana su-

jeto a servidumbre en seme-

jante caso”. Si una cultura

como aquella había acepta-

do la disolubilidad en caso

de infidelidad, por qué en la

actual, preguntaba María

JesúsAlvarado, no se podía

devolver la libertad a los

cónyuges cuando así lo de-

seaban, “antes de man-

charse con el perjuro i la trai-

ción, o seguir la farsa de un

amor que ya no sienten”

(Ibid. 21).

La liberación femenina

era prácticamente lo único

que podía poner en jaque al

matrimonio por convenien-

cia. A diferencia de lo que

la mayoría de la opinión

pública pensaba, la libera-

ción de las mujeres no trae-

ría la disolución de la fami-

lia. Se trataba de cambiar la

familia y convertirla en el

espacio del amor. De acuer-

do a María Jesús Alvarado,

en la ley de divorcio esta-

ban en juego cuestiones

importantes como la felici-

dad y la libertad individual,

la moral pública y la priva-

da, así como la selección de

la raza, por eso declaró

“creemos que la próxima

legislatura aprobará la ley

que ha sido sancionada ya

en la cámara de Senado-

res” (Ibid: 22).

La ampliación del espa-

cio público, a través de la

imprenta y de la educación

femenina, entre otras cosas,

cuestionaba tanto los pode-

res privados como la infe-

rioridad femenina, en lo que

se apoyaba ostensiblemen-

te la autoridad clerical. Cri-

ticar el poder de la iglesia y

la presencia de los clérigos

en el mundo familiar, impli-

có levantar una autoridad

alternativa, y acusar las de-

bilidades de las figuras do-

mésticas. Lo primero tam-

bién está íntimamente rela-

cionado con la amenaza que

representaba para los pode-

res privados la virtualidad

de estar regulados por una

autoridad civil. A los hom-

bres les acomodaba el po-

der eclesiástico, y mucho.

Es una palabra pública oral

que se halla francamente

lejos de erigirse como un

control efectivo de la sexua-

lidad masculina. La ausen-

cia de una palabra regula-

dora, escrita y laica, permi-

te la sobrevivencia y la

práctica de los poderes do-

mésticos que a la larga

tienen un significativo pare-

cido de familia con la voz

del púlpito y del catecismo.

Además, la palabra oral

mantenía las jerarquías, cu-

yas regulaciones alentaban

los privilegios y los fueros

privativos con los que se

sentían tan cómodos mu-

chos de los habitantes de la

ciudad.

“Pretender poner en marcha un registro civil, arrebatarle a

la iglesia el dominio sobre la escritura para registrar la existencia

de los individuos resultaba una herejía. La ley fomenta la

rebelión contra la iglesia.”

n 1944, el joven Eielson concluía su poema “Li-

brería enterrada” con estos versos:

“¿Me per-

mitiréis, Señor, morir entre estos libros, de cuyo

seno, / cubiertos de aroma, mana el negro aceite

de la sabiduría?”

Más de medio siglo después,

parece que en el Perú nuestro destino es morir irre-

mediablemente pero sin sabiduría.

Cuando todo parecía indicar que esta vez por fin

íbamos a contar con la tan esperada Ley del Libro y

de Fomento de la Lectura, puntos de vista discre-

pantes en las altas instancias del poder han impedi-

do la aprobación de un proyecto que había sido deli-

neado por consenso en el Parlamento.

La Comisión Permanente del Congreso se apres-

taba a debatir y aprobar el proyecto de Ley del Li-

bro en la última semana de la legislatura que conclu-

yó el 18 de julio, pero el nuevo ministro de Econo-

mía, Javier Silva Ruete, pidió por escrito la poster-

gación del debate. Para variar, el proyecto ya había

sido observado por el anterior titular de Economía,

Pedro Pablo Kuczynski.

El origen del problema está en las exoneraciones

tributarias y arancelarias que el proyecto plantea para

la industria editorial. Para un punto de vista liberal,

este tipo de beneficios son inadmisibles pues, se con-

sidera, en sentido estricto, que no hay ninguna razón

para exonerar a un sector y no a otro. Se teme, ade-

más, que el otorgamiento de este beneficio al sector

editorial abra las compuertas para una avalancha de

demandas de otros sectores.

El ministerio de Economía argumenta que las

exoneraciones afectan la recaudación fiscal. Para

el caso de la industria editorial, este argumento no

resulta muy convincente, sobre todo si se toma en

cuenta que el Estado apenas recauda de este sector

una cifra anual que fluctúa entre los dos y los tres

millones de dólares. Una bicoca, en realidad.

¿Por qué es necesaria una ley de este tipo? Por-

que si de verdad se quiere democratizar la cultura y

poner esta al alcance de las mayorías es necesario

contar con un instrumento legal que permita el de-

sarrollo de una industria editorial nacional. Casi to-

dos los países lo tienen, y en América Latina la ex-

cepción son El Salvador y Costa Rica.

En junio, editores, libreros e intelectuales le en-

tregaron al presidente Alejandro Toledo una carta

en la que abogan por la aprobación de la Ley del

Libro. Por considerarlos dolorosamente vigentes,

transcribimos algunos de los fundamentos que se

exponen en ese documento:

“-El principal objetivo de esta ley es promover el

desarrollo de una industria editorial nacional capaz

de democratizar el libro en el Perú. Para lograrlo se

requiere producir ediciones de todo tipo de libros,

(...) y que estas lleguen a muy bajos precios a las

grandes mayorías y a las regiones más alejadas de

nuestro territorio.

-En cuanto a los beneficios tributarios y arance-

larios que contempla para editores, distribuidores y

libreros, (el proyecto) sigue los mismos objetivos y

procedimientos que la ley peruana ha previsto para

otorgar idénticas exoneraciones a las empresas del

sector educación (colegios y universidades)”.

Hasta aquí algunos puntos de la carta. Confia-

mos en que el Congreso sabrá cautelar sus fueros, y

que las diversas fuerzas políticas representadas en

él respalden el anunciado propósito del presidente

Toledo de hacer de su gestión el quinquenio de la

educación y la cultura. (T.A.)

LEY DEL LIBRO

E

* Alvarado, María Jesús.

Amor, matrimonio y divorcio

.

Lima, Tipografía Evolución Feme-

nina, 1922.

** Herrera, Gonzalo.

Apre-

ciaciones sobre la ley de matri-

monio civil y divorcio observa-

da por el gobierno

. Lima, Im-

prenta La Tradición, 1921.