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6

EL ESPEJO

nos trozns <le las Pglogas de Garcilaso, si,

habla.ndo

col}

el debido respeto, (corno dicen mis colegas los <le

pirl9

y

suplico,para

dar pasaporte

a

una soberana desvergnen–

za, 6

a

un desacato de , marca contra las atltoridades,

y

quiza contra el misn:io tribunal

a

quien se dirijeu), no

creyera, como creo,que las cor:pposiciones bucolicas per–

tenecen con mejor titulo qne c4alesquiera otras aljf>nP–

ro que Voltaire calificaba con el epiteto

d~

fastidiosq

(Pnnuyenx). Este incouveniAnte me hizo <lecidir mas

bien por aciuel CP.lehre

pens~miento

de

Safa,

popular

e11

todos los irliomas, y qtw Quintana nos ha pqe ....to

en castellano en cnn.tro versos, como casi todos los su–

yos, sentidos

y

armoniosos;

y

le encapille

a

Rosaura

el cuarteto con una declamacion que me salia <lei alma.

,, Dicho§)O aquel que jqnto

a

ti

suspira,

Que

el dnlce nectar de tu risa hebe,

Q.ue

a

clemanciarte compasion se atre\'e

Y

blandamente palpitar te mira.»

/Por Dios! no vayan

uu. a

fignrarse que P8to e$

amor. Ya estoy viejo para

sem~jantes

achaques. Es–

to no es mas que el reconocimiento de un merito ex–

traordinario:

rncono~iµ1iento

tanto mas espontaneo,

cnanto que hay en mi sistema moral

•m

principio de

af-jcion

a

las mujAret',

&

cnyo inflnjo no puedo resistir.

No soy de la opinion del Medico

a

Palo. , annqne me

eche en cara el tPx to de Seneca. No pienso como

el

descortes Bartolo, que la mejor de

ella~

es peor que

el dt:monio: por el contrario estoy intimamente con–

vencido, de qne la hnmanidad fomenina vale un fuillon

de veces mas qne la lrnmanidad masculina. U oa ami–

ga, con

todas

l~s

cna.lidades que

e~ije

la verdadera

amistad, es infinitamente superior

a

media docena de

los mejores

~migo~.

La sinceridad echa en ellas rai–

ces mas profondas queen los hombres. No hay inte–

reses encontrados que enmielen l:i.s palabras,para cnbrii–

el acibar del corc.1zon. No hay envidia que las haga

mirar con irritacion el empleo que te dan, las ganan–

cia~

rnercantiles

f]Ue

acnmula~,

los trinnfos qne debes

a

tu cspada,

a

{US

taJentos administrati\'OS,

a

tUS

COffi–

po~icio11e~

literarias. Todo esto es

p~ua

ellas

sat.i~fac­

cion, pura como los cleh•ites de la infancia, cordial

y

sincera como el anepeutimiento de un moribundo.