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LIMA, MARTES
22
DE SETIEMBRE DE
1840.
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EL ESPEJO DE MI TIERRA.
ft.'
EL
P
ASEO DE A lUANCAES,
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""""'
Buen apet
ito, y nicar
De todo,
y
muera.seel diablo.
MOR.ATIN•
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. Dispertar, limpiarme los ojos, ver las siete en el
teloj,
y
echarmP- fuera de la cama,
foe
ob1·a de un mo–
mento. El qne considere qne la atmosfera de Lima
no es la mas
a
prop6sito para favorecer la virtud ca–
mifuga que distingue
a
los mad!·ugadores de
profesi~n :
el qne sepa que yo
numero
(como dicen nuestras v1e–
jas en lugar de
cabalmente)
he debido
a
la naturaleza
mas cantidad de humor narc6tico que la susodicha
atm6sfera: el que recapacite que es una solerune boberia
madrugar en un pais como el nuestro, que no ofrece
mas distracciones matinales qne los carro!; del pan–
teon,
y
las insolenci-as de calibre con que los cocineros
de ambos s0xos hacen resonar por las calles sus aguar–
dentosas
y
cigarrunas voces; todos
y
cada
y
uno de
estos no sabran como esplicar mi madrugon. Tengan
paciencia
y
escuchen.
No soy
madrugador,
es cierto: me gusta dormir;