56
gracia más aflictiva que podía venirme; caigo por once
escalones bien elevados, me rompo un brazo y quedo
con todo el cuerpo lleno de contusiones.
Se puede concebir fácilmente si esperaría en este mo–
mento restituirme a América; en mi edad creía muy mo–
rosa si no imposible mi sanidad; por otra parte, yo no
podía exigir de mi compañero por más tiempo su asis–
tencia con perjuicio de su partida a América, y mi co–
razón no podía ver que la sacrificase para mí; le
diíe
con instancia que me dejara, que tal vez una mudanza
en el espíritu del gobierno no le permitiese salir di::
aquel presidio; y no fué esta franqueza de mi parte sino
un motivo más · para conocer de la suya su magnani–
midad, su humanidad y sentimientos tan generosos que
pasarían en Europa por quiméricos; mis males sintie–
ron un consuelo raro con su contestación, protestó no
abandonarme y mostrándose ofendido me dijo "que có–
mo esperaba de él que me privara de sus cuidados
y
asistencia en los momentos que más la necesitaba; que
no vo.lvería a América jamás si supiese dejarme entre
mis enemigos, y privarlo del placer de servirme". Cier–
tamente -entonces lo hizo con tal tino que el cirujano
que vino a verme, a su solicitud, aseguró que las frac–
ciones habían sido tan bien colocadas que él nada te–
nía de hacer más. ¡Cuánto puede el interés de la amis–
tad! (yy)
Con nuevos males se aumentaron los de mi miseria,
fué preciso ir al hospital, sufrir mucho de esta guerra
en que - se ponía conmigo todo español en cualquiera
ocasión; y yo hubiera perecido en esta circunstancia
si el esmero de mi compañero me abandona; él mismo
me traía la comida, ésta era hecha de sus manos, y él
(yy)
Este religioso agustino, Marcos Durán Marte!, compa–
ñero de infortunios de Juan Bautista Túpac Amaru, no sólo fué
un patriot•a, no sólo fué un héroe, sino que también fuié un san–
to, es decir, un verdadero discípulo de Cristo. (F.A.L.)