Previous Page  62 / 176 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 62 / 176 Next Page
Page Background

54

año 1780 y mostrándome una nueva vida en los paí–

ses que me habían visto nacer; no por eso dejaron de

ser a mis ojos por mucho tiempo solamente bellas imá–

genes, porque no podía dejar de hacer interiormente

comparaciones del estado en que dejé el Cuzco y de–

:más países con el que se me pintaba, ciertamente · sin

el estremecimiento que ha producido en Europa la re–

volución de Francia y

la

c entella de luz que ha arro–

jado por todas partes donde existía el combustible de

.Ja razón humana, y por· la marcha ordinaria en que

tenía la España a América, sería imposible su situa–

ción actual, a

lo menos no se hubiera verificado sino

después de siglos (y).

Pero la llegada de muchos presos por esta causa, la

mayor aflicción en que nos tenían a los americanos,

y

los ecos broncos de toda la Europa que diariamente lle-

(y) Héctor Pedro Blomberg que copia Jos párrafos principa–

les de estas Memorias, en su estudio histórico sobre las mismas,

y que hemos citad0 anteriormente, al llegar al final de este acá–

pite, · no puede menos que exclamar emocionado:

''¡Desventurado inka!. . . Mientras su compañero de cadenas

volcab a la esperanza en su alma dolorida; durante aquellos años

trágicos y dolorosos, el míse ro prisionero, desde el fondo de las

mazmorras .africanas,

~o

estaba olvidado en las heroicas comar–

cas del Río de Ja Plata . .. En la fantástica rest·auración de Ja

monar,quía indígena, promovida por el General Manuel Belgra–

no y a cogida por el Congreso de Tucumán, recordóse 1.a ator.

mentada exist ericia de este Juan Bautista Tu·pa.c Amaru que, en

1816, hada treinta y cinco a ños que yacía sepultado vivo en las

prisiones de Africa... Se dijo de él, pobre inka, que era el des–

tin.a1do a continuar el reinado de Jos Hijos del Sol... Pero el

fantástico ensueño de la monarquí·a americana se desvaneció,

Y

el inka encadenado, que reinó por un instante en Ja imaginación

exaltada de los hombres de Ja Revolución, volvió a hundirse en

las tinieblas del olvido, hasta que, seis años más tarde, su do–

liente sombra aparecía en el Río de Ja Plata."

Y

ese "fantástico ensueño de la monarquía americana" -al

que se refiere Blomberg-

no se realizó por el egoísmo regio–

nal de algunos de los miembros del glorioso

Con~reso

de Tucu–

mán. ( F.A.L.)