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año 1780 y mostrándome una nueva vida en los paí–
ses que me habían visto nacer; no por eso dejaron de
ser a mis ojos por mucho tiempo solamente bellas imá–
genes, porque no podía dejar de hacer interiormente
comparaciones del estado en que dejé el Cuzco y de–
:más países con el que se me pintaba, ciertamente · sin
el estremecimiento que ha producido en Europa la re–
volución de Francia y
la
c entella de luz que ha arro–
jado por todas partes donde existía el combustible de
.Ja razón humana, y por· la marcha ordinaria en que
tenía la España a América, sería imposible su situa–
ción actual, a
lo menos no se hubiera verificado sino
después de siglos (y).
Pero la llegada de muchos presos por esta causa, la
mayor aflicción en que nos tenían a los americanos,
y
los ecos broncos de toda la Europa que diariamente lle-
(y) Héctor Pedro Blomberg que copia Jos párrafos principa–
les de estas Memorias, en su estudio histórico sobre las mismas,
y que hemos citad0 anteriormente, al llegar al final de este acá–
pite, · no puede menos que exclamar emocionado:
''¡Desventurado inka!. . . Mientras su compañero de cadenas
volcab a la esperanza en su alma dolorida; durante aquellos años
trágicos y dolorosos, el míse ro prisionero, desde el fondo de las
mazmorras .africanas,
~o
estaba olvidado en las heroicas comar–
cas del Río de Ja Plata . .. En la fantástica rest·auración de Ja
monar,quía indígena, promovida por el General Manuel Belgra–
no y a cogida por el Congreso de Tucumán, recordóse 1.a ator.
mentada exist ericia de este Juan Bautista Tu·pa.c Amaru que, en
1816, hada treinta y cinco a ños que yacía sepultado vivo en las
prisiones de Africa... Se dijo de él, pobre inka, que era el des–
tin.a1do a continuar el reinado de Jos Hijos del Sol... Pero el
fantástico ensueño de la monarquí·a americana se desvaneció,
Y
el inka encadenado, que reinó por un instante en Ja imaginación
exaltada de los hombres de Ja Revolución, volvió a hundirse en
las tinieblas del olvido, hasta que, seis años más tarde, su do–
liente sombra aparecía en el Río de Ja Plata."
Y
ese "fantástico ensueño de la monarquía americana" -al
que se refiere Blomberg-
no se realizó por el egoísmo regio–
nal de algunos de los miembros del glorioso
Con~reso
de Tucu–
mán. ( F.A.L.)