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el dulce presentimiento de que en la suerte que le pre–

paraban sus vicios escarmentarfon tal vez los europeos

de la ambición de dominar la América,

y

cuya

sati~

facción siendo inseparable de la injusticia de la usur–

parción y demás defectos que se les asocian, los lle–

varía al mismo término.

Mi situación en la vuelta a América fué a algunos

respectos enteramente opuesta a la que tuve cuando mi

peos han dicho: formemos una socieda·d feliz y todos seremos

felices; hablo de los más bien . organizados. Los Incas, al con–

trarip, han dicho: Hagamos a cad.a individuo f.eliz, de suerte que

ninguno ·pueda sin injusticia desear un mejor estado; por este

medio la soci·edad será poderosa y feliz. Pregunto, ¿ ·cuáles han

raciocinado mejor? Aunque en todo sistema de legislación sea

preciso ver toda la nación en masa, es, no obstante, de esta masa

como <le todas las fórmulas ·generales que suponen, o contienen,

un ·gra-n número de verdades matemáticas. Estas fórmulas no

tienen realidad, sino po.r todas estas verdades que sin parecer

allí, hacen no obstante su b.ase. Una nación, tomada en ma–

sa, supone qu.e el legislador está perfectamente instruido de to–

das las relaciones de los individuos entre sí, y

qu~

sus intere–

ses respectivos pueden reunirse an el mismo punto central, que

hace la felici.dad relativa de cada uno de ellos, ·Y por consiguien–

te de la nación. Si el legislador no tiene esta fórmula, es inútil

la ley, pol'que ella es sin base. Para llegar a este fin Ja polí–

tica proveía a los Incas, con seguridad, todos los medios; pue–

de formarse al,guna idea por la división siguiente. Las familias

de cada pueblo esta.ban divididas en decenas: ·a la cabeza de

cada

una de ellas e

staba un oficial; cinco de estas decen.as es–

taban

subordinad.as

a otro oficial, y dos de éstos,

-0

cien

fami–

lias, dependían de un tercero, qu.e tenía la lista de las cien

fa.

milias

y

de sus decuriones respectivos. Cinco de estos oficia–

les que ten(.an cien familias estaban precedidos de un jefe, que

tenía, por consi·guiente, quinientas familias; dos de estos jefes

for.m:aban el dep.artamento de mil familias, que se halla1ba su–

bordinado a un Jefe supremo, que en cada luna,

0

mes recibía

la razón de la administración de cada oficial,

empez.l~do

gra–

dualmente desde el qu.e tenía diez familias bajo de su inspec–

ción, y la trasmitía a otro oficial, para que éste la pasase al

Emper·ador. Estos estados mensu

1

ales se referían a la educación,

subsistencia

y

moral de las familias. Todos saben que la auto–

ridad pública dirigía la primera, proveía a

la segunda

y

que

el trabajo era Ja base de Ja última.

¡Qué espectáculo

i