60
el dulce presentimiento de que en la suerte que le pre–
paraban sus vicios escarmentarfon tal vez los europeos
de la ambición de dominar la América,
y
cuya
sati~
facción siendo inseparable de la injusticia de la usur–
parción y demás defectos que se les asocian, los lle–
varía al mismo término.
Mi situación en la vuelta a América fué a algunos
respectos enteramente opuesta a la que tuve cuando mi
peos han dicho: formemos una socieda·d feliz y todos seremos
felices; hablo de los más bien . organizados. Los Incas, al con–
trarip, han dicho: Hagamos a cad.a individuo f.eliz, de suerte que
ninguno ·pueda sin injusticia desear un mejor estado; por este
medio la soci·edad será poderosa y feliz. Pregunto, ¿ ·cuáles han
raciocinado mejor? Aunque en todo sistema de legislación sea
preciso ver toda la nación en masa, es, no obstante, de esta masa
como <le todas las fórmulas ·generales que suponen, o contienen,
un ·gra-n número de verdades matemáticas. Estas fórmulas no
tienen realidad, sino po.r todas estas verdades que sin parecer
allí, hacen no obstante su b.ase. Una nación, tomada en ma–
sa, supone qu.e el legislador está perfectamente instruido de to–
das las relaciones de los individuos entre sí, y
qu~
sus intere–
ses respectivos pueden reunirse an el mismo punto central, que
hace la felici.dad relativa de cada uno de ellos, ·Y por consiguien–
te de la nación. Si el legislador no tiene esta fórmula, es inútil
la ley, pol'que ella es sin base. Para llegar a este fin Ja polí–
tica proveía a los Incas, con seguridad, todos los medios; pue–
de formarse al,guna idea por la división siguiente. Las familias
de cada pueblo esta.ban divididas en decenas: ·a la cabeza de
cada
una de ellas estaba un oficial; cinco de estas decen.as es–
taban
subordinad.asa otro oficial, y dos de éstos,
-0
cienfami–
lias, dependían de un tercero, qu.e tenía la lista de las cien
fa.
milias
y
de sus decuriones respectivos. Cinco de estos oficia–
les que ten(.an cien familias estaban precedidos de un jefe, que
tenía, por consi·guiente, quinientas familias; dos de estos jefes
for.m:aban el dep.artamento de mil familias, que se halla1ba su–
bordinado a un Jefe supremo, que en cada luna,
0
mes recibía
la razón de la administración de cada oficial,
empez.l~do
gra–
dualmente desde el qu.e tenía diez familias bajo de su inspec–
ción, y la trasmitía a otro oficial, para que éste la pasase al
Emper·ador. Estos estados mensu
1
ales se referían a la educación,
subsistencia
y
moral de las familias. Todos saben que la auto–
ridad pública dirigía la primera, proveía a
la segunda
y
que
el trabajo era Ja base de Ja última.
¡Qué espectáculo
i