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independencia
i
tranquz.lidad de la República de Chile,
es cuanto
puede darse i exijirse en nuestro caso, porque aun para aque–
llos que queden persuadidos de lo contrario, valdrá esto tanto
como si dijera:
hice mal de haber autorizado
tales i tales actos
ofensivos; i nadie habrá en el mundo que deje de conocer que
esta es una satisfaccion, i tanto mas grande i solemne, cuanto
se da al frente de un ejército, que, aunque chico, se ha hecho
admirar por su disciplina, por su moralidad i su entusiasmo.
Hemos conseguido la cesion de los buques de guerra
Mon–
teagudo, !.ibertad
i
Orbegoso;
el reconocimiento de la deuda del
Perú que no habian querido reconocer los Gobiernos anteriores;
la garantía de las personas de los peruanos que han servido a
nuestro ejército; la promesa, en fin, de arreglar los negocios mer–
cantiles de ámbas Republicas por tratados especiales.
Yo no dudo que el Supremo Gobierno ratificará este tratado
en el término convenido en el artículo 4.
0 ,
enviándome con la
ratificacion las instrucciones que debo observar. ya para la cele–
bracion del tratado de comercio, ya para todo lo <lemas de que
quiera encargárseme.
Dios guarde a V. S. muchos años.
A.
J.
lRIZARRI.
Señor Ministro de Estado en el Departamento de Relaciones
Exteriores.
11
DEFENSA DEL TRATADO DE PAZ DE PAUCARPATA, POR ANTO–
NIO JOSÉ DE IRIZARRI, AREQUIPA, 20 DE ENERO DE
1838
Tal es la portada del folleto en que Irizarri hizo la defensa
' del pacto de Paucarpata, gloriándose de ser su' autor principal,
pues comienza por declarar que quiere que se le eche a él
toda la culpa de la celebracion del tratado i que se descargue
al jeneral Blanco· de la parte que le toca. 11Aquel jeneral (dice)
estuvo siempre mas dispuesto a dar una batalla al ejército del
Protector, que a terminar la guerra por medio de las estipula–
ciones de Paucarpata. Yo le convencí de la necesidad de hacer