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Pero hé aquí la verdadera causa que indujo a Blanco a no

expedicionar sobre Puquina. El articulista se expresa así:

11Despues de siete dias empleados en descansar en Arequipa,

purame11te en descansar, pues que poco o nada se hacia, tuvo

lugar la entrevista del jeneral Blanco con el jeneral Herrera.

- Ignoro hasta d6nde procur6 este último extraviar la imajina–

cion del primero. Lo cierto es que desde ese dia el jeneral

Blanco principi6 a reputar como mui posible la evacuacion del

Perú Rºr las tropas bolivianas

i

Santa Cruz, sin que Jlegase

el

caso de medir las armas. Los frecuentes parlamentarios que

llegaban a la ciudad de Arequipa traian por único objeto el

entretener las esperanzas del jeneral Blanco en aquel sentido,

hasta que llegase Santa Cruz con los refuerzos de Bolivia. El

jeneral Blanco pasó veintinco dias ocupado de esperanzas

i

pro·

yectos, i despues que Santa Cruz lleg6 a Puquina, recien prin–

cipi6 a conocer que se le habia estado entreteniendo. Exaltado

por esta sospecha ocurrió al desafío de memorable recuerdo, el

que di6 un nuevo pretexto para hacerle aguardar algunos dias

mas hasta que Santa Cruz se colocase en Paucarpata. Cuando

esta nueva necesidad de Santa Cruz se llenó, se principió a tra–

tar, i para que esos célebres tratados no pareciesen tan mal,

como han parecido a todo el mundo, se habló mucho de mala

conducta de los peruanos, i que los pueblos del Perú esta–

ban contentos con Santa Cruz, pues que no se habían suble–

vado.11

11Léjos de mí la sospecha de que el jeneral Blanco haya in–

currido intencionalmente en el semiHero de desaciertos que

constituyen su campaña sobre Arequipa. Aprecio el fondo de

su carácter i jamás lo creeré capaz de un solo acto infame. Sus

errores han tenido por único odjen la falta de conocimientos

locales i la insuficiencia de su capacidad como jeneral de tierra

para la empresa que se puso en sus manos. Digan ahora i conti–

núen diciendo eternamente lo que quieran, la lisonja de sus ami–

gos i la

~xajerada

prevencion de sus enemigos. Yo no soi lo

uno ni lo otro,

i

he podido por tanto escribir con imparcialidad

i

justicia sobre el asunto a que se refiere esta correspondencia,

empleando el conocimiento' que poseo de las localidades, algu–

nas nociones sobre el arte de la guerra

i

varias apuntaciones