Previous Page  226 / 330 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 226 / 330 Next Page
Page Background

-

2~0

-

tencia de muerte? El reo tenia altas i numerosas relaciones;

por él ab gaban partidarios

i

amigos íntimos del mismo Santa

Cruz, tales como el vice-presidente Calvo i el jeneral Velasco,

vice-presidente de Bolivia en el primer período de la ad.

ministracion de Santa Cruz. La esposa e hijo.:> de López, su

yerno Lafaye, que ya figuraba con prestijio en el ejército,

i

muchos otros deudo-> i amigos del reo, tocaban todos los recur–

sos po ibles para salvarlo, al ménos, de la última pena. No es,

pues, extraño que el Protedor, que deseaba, como él mismo lo

confiesa, la muerte de López, recelase en vista de tantos

r

tan

poderosos empeños, que el consejo de guerra no decretara la

muerte, a pesar Jel tenor expre5o de las leyes, cuando, a mayor

abundamiento, preveía que el Protector no usaria de clemencia

para con

el

reo. Ahora, supuesto el caso de que el consejo hu.

hiera pronunciado la última pena contra López, ¿no debia espe–

rar Santa Cruz que todos los empeños

i

todas las influencias se

reuniesen i cargasen con mayor vehemencia sobre el jefe su–

premo de la Confederacion, como el único dispensador de la

gracia de indulto? 1 en el caso de cerrar las puertas de la cle–

mencia ¿no debia - temer las conjuraciones de la venganza de

parte de sus enemigos, i el desabrimiento

i

despecho de los ami·

gos desairados? ...

Cosa horrible es pensar solo que, para evitar estos compro·

misoc; i peligros, el jefe superior de un pueblo sea capaz de

atentar secretamente contra la vida de un hombre que incomo–

da a su ambicion, o que por cualquiera otra causa se le haya

hecho odioso. Esto solo ba-,ta para no dar cabida a inculpa–

ciones de esta naturaleza, sino cuando se presentan pruebas

mui claras

i

convincentes. No afirmamos, pues, que Santa Cruz

se manchó con el envenenamiento del jeneral López; pero por

los antecedentes ya expue.stos, tampoco es dable afirmar lo

contrario,

i

lo único que la prudencia aconseja en este caso, es

relegar la inculpacion a la zona tenebrosa de las dudas

i

con–

jeturas.

Pero no podemos ménos dG recordar que Santa Cruz, que ha

calificado de ridículo

i

absurd t) el cargo de haber envenenado

a López, aceptó como un hecho po itivo la patraña de que,

cuando la corbeta peruana

Libertad

se pasó a la República de