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dió? Casi no se explica esta omision, sino por el fatal con ..

vencimiento que desde el desembarco en Quilca abrigó el

jeneral Blanco, de que el enemigo le habia de buscar i de pre·

sentar batalla. Afirmóse mas en este convencimiento, cuando

vió al Protector aproximarse a Arequipa, i le aguardó resuelto

a combatir. Pero una vez situado cómodamente el enemigo en

Paucarpata, un verdadero asedio comenzó para la ciudad i el ejér..

cito chileno, que se vieron amenazados del hambre; los vecinos

emigraban en masa, el comercio se paralizaba, i no se sabia de

de dónde sacar auxilios en aquel pueblo alarmado. Atacar a

Santa Cruz en la fuerte posicion que acababa de tomar, pare·

dale a Blanco un acto de temeridad, cuyo resultado mas pro_

bable, casi seguro, habria sido sacrificar, sin provecho alguno, et

ejército que tenia a sus órdenes

i

que el Gobierno de Chile, por

un exceso de precaucion, le había recomendado, no solamente

en cuanto a los objetos de la campaña emprendida contra e¡

Protector, sino tambien en cuanto que a ese ejército estaba enco–

mendada la custodia i garantía del órden interno i constitucio.

nal de Chile mismo

(I

2).

Blanco, en consecuencia, resolvió una

retira la, medida que, como hemos visto: debió ejecutar el r6

de Noviembre, no sin comprender su peligro i la necesidad de

sacrificar los caballos del ejército, pues no contaba con el

fo–

rraje necesario para mantenerlos a bordo. Entre tanto, la divi–

sion del jeneral Vijil, salida de Lima, se presentaba por reta–

guardia i obstruía la vuelta de Quilca.

Fué en estas circunstancias cuando Blanco celebró su entre–

vista con el Protector; i no es difícil conjeturar lo que pasó en

esa conferencia. Ya en otras oca"iones habia intentado Santa

CTuz ganarse las simpatías de Blanco, con la mira no de traerlo

a su parcialidad, pues conocía su honradez altiva, su pundonor

i

su patriotismo, sino de inclinarlo en favor de la paz e inducirlo

a conjurn.r los ímpetus belicosos del Gobierno chileno (

I

3). Cuan–

do el jeneral Herrera hizo su larga visita a Blanco en Arequi-

(rz) Véase oficio de 6 de Setiembre de 1837 en el Apéndice, letra

L.

(13)

Véase la entre'i·ista de don Jo é Joaquín de Mora con el jeneral Blanco

a bordo de la

Blonde

en el Callao, en enero de 1837.

Historia de Chile

du–

rante los

40

años, etc., tomo

2.

0 ,

pájs. 356 a 36t.