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Página 32

LIBROS & ARTES

s verdad que hay en

esta lista un par de

películas fronterizas, co-

mo los cortos de Mario

Acha (

Mi dulce amiga

y

No

al reino de los vientos

, am-

bos de 1977), un medio-

metraje de Alberto Du-

rant (

En el reino de los

Awajunti

, 1984) y una cin-

ta de la cual carecemos de

datos, pero creemos que

no alteran la caracteriza-

ción general.

Atención, cuando ha-

blamos de «trabajo disper-

so» no estamos califican-

do el material que elabo-

ró el poeta sino la discon-

tinuidad en que le fueron

presentados los encargos,

una palabra que usamos

aquí desprovista de senti-

do peyorativo: simple-

mente aludimos al hecho

común de que en todos los

casos (salvo quizás en el

último) se trató de roda-

jes que precedieron al tex-

to, planteado como co-

mentario narrativo «en

off» para acompañar a las

imágenes.

CON JORGE SUÁREZ

El primero de estos tex-

tos –y acaso el mejor– es

el que Toño escribió para

En la orilla

(1976) del fa-

llecido documentalista

Jorge Suárez, sin duda el

mayor cineasta ecológico

que ha tenido el país. Rea-

lizador, productor, fotó-

grafo, camarógrafo y edi-

tor de sus películas, Suá-

rez es autor de unos 50 tra-

bajos de todo tipo, que

elaboró con paciencia de

artesano y genialidad en la

observación.

En la orilla,

la fauna y microfauna que

podemos encontrar en

una playa y aguas vecinas.

La fotografía en color, el

uso de lentes de aumento

y filtros otorgaba una di-

mensión casi fantástica a

la realidad mostrada, que

descubría un mundo ma-

ravilloso, ajeno a las posi-

bilidades de la mirada hu-

mana.

El breve texto escrito

por Toño contribuía de

modo central a la impre-

sión de descubrimiento y

asombro que rodeaba a las

imágenes de Suárez. No se

trataba de una descrip-

ción que buscara duplicar

lo que ya estábamos vien-

do ni tampoco perseguía

«poetizar» esa realidad.

En su aporte de datos con-

cretos resultaba increíble-

mente eficaz, próximo y

distanciado a la vez, sin

buscar atiborrar al espec-

tador de información in-

necesaria.

Luego de la participa-

ción de Cisneros, Jorge

Suárez abrió las puertas a

otros poetas peruanos (en-

tre ellos Javier Sologuren

en

Plancton

, 1977) para

que intentaran una expe-

riencia parecida. Pero hay

que decir que ninguna lo-

gró el grado de compene-

tración entre narración e

imagen de esta interven-

ción inicial.

CON MARIO ACHA

En esos primeros años

de vigencia del D.L.

19327 hubo profesionales

que se acercaron al docu-

mental, como fue el caso

del arquitecto y fotógrafo

Mario Acha, quien había

participado en el rodaje

del largo

La muralla verde

(Armando Robles Godoy,

1970) y estaba visible-

mente interesado en apar-

tarse del realismo que era

común en ese momento a

casi todo el cine peruano.

Ese fue el caso de

Mi dulce

amiga

y

No al reino de los

vientos

, que intentaban a

su manera contar historias

de ficción a partir de su

tratamiento documental,

constituyendo experien-

cias fronterizas (recorda-

mos, por el impacto que

causaba y por lo imagina-

tivo de su elaboración, un

travelling

elaborado por

Acha -también fotógrafo

de sus películas- que lo-

graba animar y «poner en

movimiento» un viejo

tranvía fuera de uso).

Las dos cintas en es-

pléndido blanco y negro

de Mario Acha estaban

constituidas en base a ele-

mentos disímiles, con una

forma de collage y buscan-

do instalar una realidad

«otra» próxima a una

cierta visión surrealista

(los recuerdos de un viejo

fotógrafo ambulante en el

primero; la utilización del

viento como elemento

casi fantástico, creador de

una atmósfera encantada,

en su segundo corto, ro-

dado en las restauradas

ruinas de Puruchuco). La

narración elaborada por

Toño sirvió a modo de

hilván para estos materia-

les. De ahí que la voz en

off

que acompañó a

Mi

dulce amiga

resultara apro-

piada y contribuyera po-

derosamente a la creación

de un clima poético. En

No al reino de los vientos

ocurre lo contrario, el poe-

ta optó por un texto bre-

ve y hermético que habla

del desgaste causado por

el deterioro y el tiempo.

CON JOSÉ CARLOS

HUAYHUACA

Crítico y ensayista en

la revista

Hablemos de

Cine

, el cusqueño José

Carlos Huayhuaca se in-

corporó a la segunda pro-

moción de cortometrajis-

tas promovidos por el DL

19327, trabajando con el

también cusqueño Cusi

Barrio como productor.

Entre sus primeros traba-

jos destaca

Los constructo-

res

(1978), que sigue la

edificación de un inmue-

ble limeño desde la exca-

vación de los cimientos

hasta su acabado final.

Comprometido por el

cineasta para escribir un

texto narrativo que acom-

pañara a las imágenes, Cis-

neros optó por uno sobrio

y objetivo, pero no ajeno

a la reivindicación social.

El tono quedaba marcado

por la inclusión de la fa-

mosa frase de Bertholt Bre-

cht a modo de epígrafe

(un hallazgo del cineasta,

pero que pudo muy bien

aportar un brechtiano

convicto y confeso como

el poeta) que se interroga

por los constructores de

«Lima la dorada».

No hemos tenido oca-

sión de ver nuevamente

este trabajo (tampoco los

de Mario Acha, a decir

verdad), pero tenemos

muy buen recuerdo de la

fusión entre palabra e ima-

gen que presentaba.

CON PEDRO NOVAK

Cineasta de trayectoria

desigual y subterránea, el

fallecido Pedro Novak

comparte con Jorge Suá-

rez su pasión artesanal por

el cine y la tendencia a

abarcar un máximo de

funciones en sus cortome-

trajes (con frecuencia fue

autor de la fotografía y el

editor de los mismos).

Uno de sus trabajos fue

Imágenes

(1983), una suer-

te de

collage

en torno a

Lima cuya narración pidió

a Antonio Cisneros.

La única vez que ha-

blamos de este cortome-

traje, el poeta hizo refe-

rencia a lo complicado

que le había resultado tra-

bajar con Novak, que ha-

bía rechazado varias ver-

siones de su texto hasta

que optó por desentender-

se de ellas. También pen-

saba que había quedado

muy poco de lo que había

escrito en la versión final.

CON ALBERTO

DURANT

En tierra de los awajunti

(1984) fue el último tra-

bajo de Alberto «Chi-

cho» Durant antes de pa-

sar al largometraje con la

cinta

Ojos de perro

(1986).

Por su extensión, excede

los veinte minutos habi-

tuales al corto peruano y

puede considerarse un

mediometraje. La cinta

fue rodada entre las comu-

nidades aguarunas del

Nieva y proximidades y es

una visión de los mitos y

leyendas de este pueblo

guerrero, su vida actual y,

Federico de Cárdenas

E

EL GUIONISTA

ANTONIOCISNEROS

No puede decirse que escribir para el cine fuera un trabajo central en la polifacética

actividad de Toño Cisneros, pese a lo cual se extendió por diez años de su vida (1976-1986). En apoyo

de nuestra afirmación inicial añadiremos que su trabajo como guionista fue espaciado y disperso y casi

exclusivamente centrado en textos elaborados para cortometrajes pertenecientes al género documental.