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LIBROS & ARTES
s verdad que hay en
esta lista un par de
películas fronterizas, co-
mo los cortos de Mario
Acha (
Mi dulce amiga
y
No
al reino de los vientos
, am-
bos de 1977), un medio-
metraje de Alberto Du-
rant (
En el reino de los
Awajunti
, 1984) y una cin-
ta de la cual carecemos de
datos, pero creemos que
no alteran la caracteriza-
ción general.
Atención, cuando ha-
blamos de «trabajo disper-
so» no estamos califican-
do el material que elabo-
ró el poeta sino la discon-
tinuidad en que le fueron
presentados los encargos,
una palabra que usamos
aquí desprovista de senti-
do peyorativo: simple-
mente aludimos al hecho
común de que en todos los
casos (salvo quizás en el
último) se trató de roda-
jes que precedieron al tex-
to, planteado como co-
mentario narrativo «en
off» para acompañar a las
imágenes.
CON JORGE SUÁREZ
El primero de estos tex-
tos –y acaso el mejor– es
el que Toño escribió para
En la orilla
(1976) del fa-
llecido documentalista
Jorge Suárez, sin duda el
mayor cineasta ecológico
que ha tenido el país. Rea-
lizador, productor, fotó-
grafo, camarógrafo y edi-
tor de sus películas, Suá-
rez es autor de unos 50 tra-
bajos de todo tipo, que
elaboró con paciencia de
artesano y genialidad en la
observación.
En la orilla,
la fauna y microfauna que
podemos encontrar en
una playa y aguas vecinas.
La fotografía en color, el
uso de lentes de aumento
y filtros otorgaba una di-
mensión casi fantástica a
la realidad mostrada, que
descubría un mundo ma-
ravilloso, ajeno a las posi-
bilidades de la mirada hu-
mana.
El breve texto escrito
por Toño contribuía de
modo central a la impre-
sión de descubrimiento y
asombro que rodeaba a las
imágenes de Suárez. No se
trataba de una descrip-
ción que buscara duplicar
lo que ya estábamos vien-
do ni tampoco perseguía
«poetizar» esa realidad.
En su aporte de datos con-
cretos resultaba increíble-
mente eficaz, próximo y
distanciado a la vez, sin
buscar atiborrar al espec-
tador de información in-
necesaria.
Luego de la participa-
ción de Cisneros, Jorge
Suárez abrió las puertas a
otros poetas peruanos (en-
tre ellos Javier Sologuren
en
Plancton
, 1977) para
que intentaran una expe-
riencia parecida. Pero hay
que decir que ninguna lo-
gró el grado de compene-
tración entre narración e
imagen de esta interven-
ción inicial.
CON MARIO ACHA
En esos primeros años
de vigencia del D.L.
19327 hubo profesionales
que se acercaron al docu-
mental, como fue el caso
del arquitecto y fotógrafo
Mario Acha, quien había
participado en el rodaje
del largo
La muralla verde
(Armando Robles Godoy,
1970) y estaba visible-
mente interesado en apar-
tarse del realismo que era
común en ese momento a
casi todo el cine peruano.
Ese fue el caso de
Mi dulce
amiga
y
No al reino de los
vientos
, que intentaban a
su manera contar historias
de ficción a partir de su
tratamiento documental,
constituyendo experien-
cias fronterizas (recorda-
mos, por el impacto que
causaba y por lo imagina-
tivo de su elaboración, un
travelling
elaborado por
Acha -también fotógrafo
de sus películas- que lo-
graba animar y «poner en
movimiento» un viejo
tranvía fuera de uso).
Las dos cintas en es-
pléndido blanco y negro
de Mario Acha estaban
constituidas en base a ele-
mentos disímiles, con una
forma de collage y buscan-
do instalar una realidad
«otra» próxima a una
cierta visión surrealista
(los recuerdos de un viejo
fotógrafo ambulante en el
primero; la utilización del
viento como elemento
casi fantástico, creador de
una atmósfera encantada,
en su segundo corto, ro-
dado en las restauradas
ruinas de Puruchuco). La
narración elaborada por
Toño sirvió a modo de
hilván para estos materia-
les. De ahí que la voz en
off
que acompañó a
Mi
dulce amiga
resultara apro-
piada y contribuyera po-
derosamente a la creación
de un clima poético. En
No al reino de los vientos
ocurre lo contrario, el poe-
ta optó por un texto bre-
ve y hermético que habla
del desgaste causado por
el deterioro y el tiempo.
CON JOSÉ CARLOS
HUAYHUACA
Crítico y ensayista en
la revista
Hablemos de
Cine
, el cusqueño José
Carlos Huayhuaca se in-
corporó a la segunda pro-
moción de cortometrajis-
tas promovidos por el DL
19327, trabajando con el
también cusqueño Cusi
Barrio como productor.
Entre sus primeros traba-
jos destaca
Los constructo-
res
(1978), que sigue la
edificación de un inmue-
ble limeño desde la exca-
vación de los cimientos
hasta su acabado final.
Comprometido por el
cineasta para escribir un
texto narrativo que acom-
pañara a las imágenes, Cis-
neros optó por uno sobrio
y objetivo, pero no ajeno
a la reivindicación social.
El tono quedaba marcado
por la inclusión de la fa-
mosa frase de Bertholt Bre-
cht a modo de epígrafe
(un hallazgo del cineasta,
pero que pudo muy bien
aportar un brechtiano
convicto y confeso como
el poeta) que se interroga
por los constructores de
«Lima la dorada».
No hemos tenido oca-
sión de ver nuevamente
este trabajo (tampoco los
de Mario Acha, a decir
verdad), pero tenemos
muy buen recuerdo de la
fusión entre palabra e ima-
gen que presentaba.
CON PEDRO NOVAK
Cineasta de trayectoria
desigual y subterránea, el
fallecido Pedro Novak
comparte con Jorge Suá-
rez su pasión artesanal por
el cine y la tendencia a
abarcar un máximo de
funciones en sus cortome-
trajes (con frecuencia fue
autor de la fotografía y el
editor de los mismos).
Uno de sus trabajos fue
Imágenes
(1983), una suer-
te de
collage
en torno a
Lima cuya narración pidió
a Antonio Cisneros.
La única vez que ha-
blamos de este cortome-
traje, el poeta hizo refe-
rencia a lo complicado
que le había resultado tra-
bajar con Novak, que ha-
bía rechazado varias ver-
siones de su texto hasta
que optó por desentender-
se de ellas. También pen-
saba que había quedado
muy poco de lo que había
escrito en la versión final.
CON ALBERTO
DURANT
En tierra de los awajunti
(1984) fue el último tra-
bajo de Alberto «Chi-
cho» Durant antes de pa-
sar al largometraje con la
cinta
Ojos de perro
(1986).
Por su extensión, excede
los veinte minutos habi-
tuales al corto peruano y
puede considerarse un
mediometraje. La cinta
fue rodada entre las comu-
nidades aguarunas del
Nieva y proximidades y es
una visión de los mitos y
leyendas de este pueblo
guerrero, su vida actual y,
Federico de Cárdenas
E
EL GUIONISTA
ANTONIOCISNEROS
No puede decirse que escribir para el cine fuera un trabajo central en la polifacética
actividad de Toño Cisneros, pese a lo cual se extendió por diez años de su vida (1976-1986). En apoyo
de nuestra afirmación inicial añadiremos que su trabajo como guionista fue espaciado y disperso y casi
exclusivamente centrado en textos elaborados para cortometrajes pertenecientes al género documental.