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LIBROS & ARTES

Página 11

descubrimos que sus quejas estaban

referidas fundamentalmente a la ley

y que sus esfuerzos estaban dirigi-

dos a obtener el reconocimiento del

sistema legal. Por eso procedimos a

examinar el marco legal con el fin

de determinar su influencia sobre

las decisiones individuales de esco-

ger la informalidad o la formalidad

y sobre los rendimientos resultan-

tes de tales elecciones. De esta ma-

nera, el ILD decidió llevar a cabo

una serie de trabajos de campo y

análisis para identificar y cuantifi-

car su influencia”.

Desde el punto de vista de una

actividad económica, existen fun-

damentalmente dos momentos en

los que las personas evalúan su re-

lación con la formalidad: el del ac-

ceso a la actividad y el de la per-

manencia dentro de ella.

Para denominar esos dos mo-

mentos, el ILD acuñó dos concep-

tos correspondientes: “los costos de

acceso” y “los costos de permanen-

cia”, con el propósito de examinar

el conjunto de requerimientos que

deben satisfacer los ciudadanos para

obtener el derecho de realizar le-

galmente determinada actividad

económica y posteriormente el con-

junto de requerimientos para con-

servar esa legalidad. En ambos ca-

sos, la idea fundamental consistió

en averiguar si esos costos influyen

en las elecciones de los individuos

y, en caso de no poder ser asumi-

dos, se estimulan la opción por la

informalidad.

De las actividades económicas

que el ILD ha examinado, ninguna

se puede ejercer legalmente si de

antemano no se cumple un conjun-

to de requisitos de diversa natura-

leza. Para determinar cuáles eran y

qué costos implicaban, el ILD in-

vestigó 4 áreas específicas con gran-

des problemas de informalidad: la

industria, la vivienda, el comercio

y el transporte.

A medida que se comprobaba

la existencia de los costos de la for-

malidad, dice de Soto, comprendía-

mos no solamente por qué los in-

formales operaban al margen de la

ley sino también la verdadera tras-

cendencia de la normatividad

extralegal. Si querían establecer un

nuevo orden normativo, era por-

que algo perdían por estar al mar-

gen y aún en contra de la ley. Esto

nos puso en la necesidad de exami-

nar que era lo que, en efecto, esta-

ba perdiéndose: “Así, fuimos des-

cubriendo que la informalidad no

era el mejor de los mundos, que

había enormes costos involucrados,

que la gente intentaba compensar-

los a través de fórmulas originales

pero notablemente insuficientes,

que la evasión de la leyes no es una

situación de beneficio neto, y que

el aparente caos, el derroche de re-

cursos, las invasiones, el coraje de

todos los días, no eran otra cosa que

el desesperado y emprendedor in-

tento de los informales por cons-

truir un sistema alternativo a aquel

que les había negado su amparo y

protección”.

7.

La construcción

de ciudadanía desde abajo

Carlos Iván Degregori ha seña-

lado que “entre las décadas de 1920

y 1960, y sobre todo a partir de

mediados de siglo, entre la mayo-

ría del campesinado el mito del

Inkarrí había empezado a ser reem-

plazado por el mito del progreso” y

que uno de los caminos que habían

descubierto para avanzar hacia él

era “el mito de la escuela, recogido

y relatado en diversas ocasiones por

Rodrigo Montoya: la ausencia de

la escuela, el no saber leer y escri-

bir, aparecen en él como sinónimos

de oscuridad, noche (tuta); con la

escuela y la alfabetización se hace

la luz, llega el día (punchau)”

(Degregori, 1986: 50-51). Además

de la escuela, los campesinos se lan-

zan a la conquista del futuro y del

progreso a través del comercio, de

algunos bolsones de trabajo asala-

riado y de la migración a las ciuda-

des. Esos diversos caminos a la mo-

dernidad los han conducido a la

conformación de una nueva iden-

tidad en la que generalmente han

sacrificado “la lengua y las vestimen-

tas tradicionales, los dos principa-

les signos exteriores por los cuales

los indios resultaban fácilmente

reconocibles y además desprecia-

dos en tanto la discriminación es

más cultural que estrictamente ra-

cial”, pero han mantenido y preser-

vado la tradición de ayuda mutua

y trabajo colectivo, algunas mani-

festaciones culturales como la mú-

sica, el canto, la danza, las fiestas

patronales de los pueblos de origen,

un cierto regionalismo, e incluso

han potenciado la plasticidad de la

familia extensa, los mecanismos de

reciprocidad y el pragmatismo y la

versatilidad en el aprovechamien-

to de un máximo de pisos ecoló-

gicos (Degregori, 1986: 52-53)

Pero son las migraciones a las

ciudades el factor más importante

que ha trasformado tanto a las ciu-

dades como a los migrantes mis-

mos. Las ciudades han sido trans-

formadas en grandes laboratorios de

democratización y de peruanidad

en la medida que en ellas se encuen-

tran pobladores que nunca antes

habían tenido comunicación algu-

na –ni siquiera a través del merca-

do– ni habían tenido el sentimien-

to de una comunidad más amplia.

Gracias a la acción de las ciudades

los migrantes cambian de identidad:

ellos dejan de ser indios o campesi-

nos indígenas para devenir no crio-

llos urbanos sino cholos. El resulta-

do final no es una comunidad ho-

mogénea y uniforme sino “la uni-

dad de lo diverso”.

Los movimientos campesinos, el

movimiento obrero, sobre todo el

clasismo, los movimientos de po-

bladores han jugado un papel cen-

tral en el proceso de formación ciu-

dadana a través de una estrategia

que Bryan Turner, analizando otros

casos, ha llamado una estrategia

de construcción de la ciudadanía

desde abajo (Turner, 1992 ).

El movimiento campesino rei-

vindicó la propiedad de la tierra no

como un derecho civil sino como

un derecho social: su demanda era

la tierra para quien la trabaja. La

propiedad de la tierra era reivindi-

cada no para tener la libertad de

comprar y venderla sino para

trabajarla. El derecho de propiedad

estaba acotado y condicionado. La

reforma agraria recogió esa deman-

da campesina que se concretó en

las cooperativas, las SAIS, las co-

munidades campesinas. El neoli-

beralismo actual recorre el camino

contrario: La transformación actual

de las cooperativas en sociedades

anónimas o en sociedad de interés

limitado es la transformación de un

derecho social en un derecho civil.

Desde la conquista de las ocho

horas en 1919 hasta la estabilidad

laboral, el movimiento obrero ha

jugado un papel central en la am-

pliación de la ciudadanía en el Perú.

Ha sido sobre todo el clasismo,

como movimiento igualitarista, el

que conquistó importantes derechos

sociales bajo la bandera ética de res-

peto a la dignidad del trabajador y

contribuyó decisivamente a demo-

cratizar y modernizar las relaciones

laborales en las fábricas (Balbi,

1989), desbordándolas para influir

en los demás movimientos sociales

y en la cultura política misma.

Los movimientos de pobladores

han sido igualmente una palanca

central en la democratización de las

segregacionistas ciudades criollas y

en la extensión de la ciudadanía a

las clases populares (Degregori,

Blondet y Lynch, 1986). El proce-

so es complejo. En una primera eta-

pa, la conquista de la ciudadanía

pasa por una etapa de cooptación

de los pobladores por parte de las

élites políticas tradicionales (Collier,

1971) y en una segunda etapa se

transforma en un movimiento de

conquista de algunos derechos so-

ciales que tienen que ver con la vi-

vienda y sus servicios así como con

la salud y la educación.

Del conjunto de movimientos

sociales, han sido los informales los

que no han logrado conquistar los

derechos demandados, pese al re-

conocimiento y al elogio que han

hecho de ellos algunos políticos e

intelectuales y pese al alto grado

de autonomía que ellos han desa-

rrollado debido a su situación so-

cial peculiar (De Soto, 1986; Fran-

co, 1991,1993; Golte,1987). En

realidad, el mundo de la informali-

dad es heterogénero y complejo. En

ese mundo es posible distinguir cla-

ramente dos sectores: Un primer

sector informal exitoso que ha

devenido pequeño empresario y

que la logrado un alto nivel de in-

tegración económica, social y polí-

tica y otro sector que vive en dis-

tintos niveles de pobreza y que ex-

perimenta diversos grados de

marginación y de exclusión social.

El relativo fracaso de este sector en

el proceso de integración tiene que

ver quizá con el tipo de derechos

Aníbal Quijano.