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LIBROS & ARTES

Página 27

ESTADOS

UNIDOS COMO

REPÚBLICA

PARADOJAL

Dios santo, que es esto

que llamamos América ?

Si el T-Bone steak recuerda

el período heroico del Oes-

te, no deja de ser verdad que

la alimentación americana es

reconocida en todo el pla-

neta por el discutible éxito de

la simplificación asesina del

ketchup. Así, ¿USA, fin de

siglo, digamos, entre panta-

lones tejanos llamados por

aquí jean y el visón de las

heroínas de serie de televi-

sión? ¿Qué es América, un

clandestino fronterizo que se

zampó por la frontera o un

niño reventado de tanto tra-

gar ? ¿Norteamérica, el gigan-

tesco refrigerador que pro-

duce obesos?

De Hollywood a las ti-

ras cómicas, del rock al su-

permercado, América ocu-

pa y coloniza no sólo la rea-

lidad sino los sueños de la

modernidad. Los nuestros, y

los de todo el mundo. Los

Estados Unidos son algo

más que un potente país.

Después del hundimiento

del rival soviético, algo más

que una solitaria superpoten-

cia. Es miticamente el país

de la libertad y a donde quie-

ren ir incontables emigrantes.

Es en economía la encarna-

ción de un modelo de capi-

talismo liberal que sin mucha

reflexión se intenta imitar.

Pero no es sólo eso. Es una

usina de sueños, de Walt

Disney al microsoft y las

autorrutas de la información.

Su influencia en este siglo,

aparte de trasladar sus

ejercitos al otro lado del

Atlántico, no es unicamente

política o económica. El

rascacielos, el cinema, el

automovil, la autorruta, el

avión, la máquina de escribir

y hoy los ordenadores, nos

hacen a todos, queramos o

no, parte de esa civilización

americana sin riberas de

nuestros días. Para el sueño

americano no se precisa visa

alguna. Las ciudades mo-

dernas de casi todo el plane-

ta van tomando un aburri-

do aire de familia cuando las

simplifica el modelo urbano

americano: parking, building

y confort en el espacio de

privaticidad, del « home». Es

un estilo de vida, un mundo

real y a la vez simbólico, po-

blado de artefactos que

acompañan nuestra vida co-

tidiana, del teléfono a la tele-

visión. Se puede discutir su

validez, no su capacidad de

seducción.

Acaso la americanización

planetaria conduce a unmun-

do suicida por su exaltación

de la técnica y la trivialización

de sus poderes, como lo sos-

pechara Heidegger. Entre

tanto, qué duda cabe, es el

estilo de vida dominante. Y

en consecuencia, cualquier

duda o vacilación en torno a

la validez del «modelo ame-

ricano» equivale a sospechar

de las potencias de la técnica

y de la propia vigencia de la

modernidad capitalista. Aho-

ra bien, esa interrogación,

con una intensidad extraor-

dinaria, ha comenzado. Hay

una literatura crítica en tor-

no al «end», al fin del traba-

jo, al fin de la familia, y en

torno al fin de los mismos

Estados Unidos, como es de

suponer, en inglés. Unos ven

acumularse los signos del

declive industrial. Otros ob-

servan, como Claude Moisy,

una América en contramar-

cha (

L’ Amérique en marche

arrière

, Hachette, l996 ) des-

cribiendo una revolución

conservadora que apenas

está en sus aterradores co-

mienzos.

Como modo de vida y

como Estado, la Unión ame-

ricana parece inspirada por

la Divina Providencia para

producir los más contradic-

torios sentimientos en todos

los hombres y mujeres de

este fin de siglo. Su prepon-

derancia en la vida interna-

cional es indiscutible. Su po-

derío militar es capaz de lle-

var la bandera de las estre-

llas y las barras hasta el leja-

no Golfo Pérsico si sus inte-

reses y la política del petroleo

lo exigue, a lo que hay que

añadir otros factores de po-

der, culturales y financieros,

como la hegemonía de la len-

gua inglesa, el dominio de las

mass media, el atractivo de

sus universidades y el dólar

como moneda internacional.

Pero esa misma sociedad que

ha producido desde co-

mienzos de siglo el primer

capitalismo de consumo de

masas y una democracia ca-

paz de formidables rectifi-

caciones como en el caso

Watergate, es la misma que

confiesa al concluir un siglo

XX que si bien logra estable-

cer, a duras penas, una suer-

te de “pax americana”, en

cambio, por casa, resulta co-

Estados Unidos y Japón

RETORNO DE «OTROS MUNDOS»

Existe una tradición, la publicación por anticipado, en revistas amigas, de las « páginas ya escritas», pronto a la edición.

Antes de ir a tintas. Los franceses las llaman «bonnes feuilles». Nuestro asiduo colaborador Hugo Neira nos envía algunas.

Forman parte de un libro que sería lo opuesto a

Hacia la tercera mitad

. Si en esa obra, que acaba de reeditar, se dedicó al Perú,

el que publicará se consagra a contar un poco su peregrinaje, años anteriores a su retorno, por «otros mundos». Son páginas sobre los

Estados Unidos y Japón. Páginas de reflexión y de sensaciones, prosa de ensayo, «impresiones» pudieron haber dicho Jorge Basadre o

Luis A. Sánchez, que estimularon ese género, tan nuestro. Acaso el ensayo permite esa doble reconciliación, la de la mente sensible y la

reflexión por una parte, entre un escritor y el lector, por la otra. Entonces leer es viajar, y ser libre.

Hugo Neira

¿

Periódicos basura, 1999.