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LIBROS & ARTES

Página 22

¿LA CRÍTICA PERUANA

EN CRISIS?

¿A quiénes reconocían como los

críticos de la generación?

Sebastián Salazar Bondy,

el primero; luego Oviedo,

que se dedicó al teatro y a la

literatura. A fines de los años

40 había publicaciones me-

nores de crítica en revistas

como

Epsylon

, del grupo de

Eielson y Sebastián; y algu-

nos como Paco Bendezú,

quien comentaba en

Mercu-

rio Peruano

, o yo mismo que

publicaba además mis tra-

ducciones en la revista

Mar

del Sur

. Había espacios

como los suplementos do-

minicales de

El Comercio

y

La Crónica

,

y a veces tam-

bién el de

La Prensa

, en los

que tratábamos de publicar.

Pero, en realidad, no había

mucha costumbre de inter-

cambiar, de decir lo bueno

y lo malo en público. Por

otro lado, había en ese en-

tonces una clase alta igno-

rante, no universitaria, que

apenas si había leído

El Qui-

jote

. Eran tontos ricos, que

les gustaba vivir bien, con la

esperanza de que sus hijos

sean mejor que ellos. Si es-

tos ricos se interesaban en

el arte era para coleccionar-

lo, sobre todo platería y tal

vez pintura indigenista.

Los viajes han sido otra obsesión

para los miembros de la genera-

ción del ‘50.

Justamente en 1952 hubo

oportunidad de becas, y los

primeros en irse fueron Cha-

riarse, Romualdo, Ribeyro y

otro más.

Sobre todo a Francia, ¿no? Que

llegó a ser una meca literaria para

su generación.

Sí, pero ya conocíamos

el país por sus autores, por

Jean Paul Sartre, Albert

Camus, Simon de Beauvoir;

por el gran Víctor Hugo. Es-

tábamos nosotros en el

mundo, pero a través de los

libros. Tuvimos además la

suerte de la beca Javier Pra-

do, que la otorgaba el Ban-

co Popular junto con la Uni-

versidad de San Marcos. La

beca era tanto para Letras

como para Derecho. Y la

ganamos Lola Thorne, Es-

cobar, Vargas Llosa y yo;

pero esto duró sólo cinco

o seis años. Otros que viaja-

ron lo hicieron por su cuenta

y riesgo.

¿Un crítico mayor como Luis

Alberto Sánchez nunca llegó a

entender a su generación?

Sánchez solamente men-

ciona en el año 1974 a Mario

Vargas Llosa, Manuel Scorza

y Mejía Valera, quien era su

gran amigo. Eso fue todo.

Totalmente desinformado.

Por ejemplo, yo le di un libro

mío,

Los Ingar

, luego me en-

tregaron un recorte de perió-

dicos de Bogotá, Colombia,

del ‘55, en el cual escribió de

las relaciones de Zavaleta con

Faulkner. Es decir, lo descu-

brió públicamente, aunque

tardíamente, pues esa influen-

cia estaba marcada en cuen-

tos como “Una figurilla”

(1948) y “El peregrino”

(1951). Solo había que leer.

A propósito de su preocupación

por la investigación y la crítica li-

teraria, al parecer hoy somos tes-

tigos de un evidente descuido en el

rigor de cierta crítica. ¿No es mo-

mento de que los especialistas asu-

man la responsabilidad de esta

tarea intelectual y orientadora?

Bueno, son dos críticas.

Una es la aparente, la de los

periódicos, que está escrita

por periodistas o por aficio-

nados a la literatura, y que

han hecho del “amiguismo”

una especie de religión. Eso

es una cosa lamentable…

¿Pero siempre ha sido así, o es un

fenómeno reciente?

No, en mi generación

amigueros ni hablar, había

que reconocer la calidad del

libro sea amigo o no; esa era

una costumbre de grupo. Ser

honrados, honestos, y decir

en la nota crítica qué cosas

están mal y qué cosas están

bien. Como me dijeron a mí

cuando publiqué mis prime-

ros libros Sebastián Salazar

Bondy, José Jiménez Borja y

Alberto Escobar; ellos ano-

taron ambas cosas, elogios

pero también recomenda-

ciones. Incluso cambié algu-

nos cuentos por influencia de

ellos. La crítica aparente, la

de los periódicos es la que

uno olvida. Pero hay una crí-

tica muy seria en revistas uni-

versitarias, y en los salones de

ciertas universidades que son

brillantes. Eso no sale al pú-

blico por la dificultad de las

revistas. En San Marcos hay

un grupo de críticos excelen-

tes, que se dedican a analizar

algunos libros, no con la ac-

tualidad que uno quisiera,

porque a veces revisan libros

de los años ‘20 0 ’30. Cuan-

do se dedican a algo más

moderno, lo hacen también

muy bien.

¿Cuál es el perfil de un crítico lite-

rario, qué cualidades debe poseer?

Es muy difícil decirlo.

Creo que no debo hablar de

esas cosas porque yo soy un

crítico improvisado; soy sólo

un escritor que ama tanto la

literatura, que cuando veo que

no critican bien determinados

libros, me meto a hacerlo.

Pero haber leído de muy jo-

ven a Shakespeare, Faulkner

y Joyce, y otros humanistas,

me formó de un modo ex-

traordinario para escribir li-

teratura en serio. Lo único que

no he podido hacer es litera-

tura cómica, burlona o

satírica. Me he dedicado a las

cosas duras, tristes, porque

esas son las cosas que he vis-

to en el país. Siempre he de-

clarado que en el Perú no hay

casi nada por lo cual sentirse

feliz. Y, sin embargo, no he

sido de los que se van y no

vuelven del extranjero. Yo he

regresado y regresaré siem-

pre, porque no puedo vivir

fuera; me gusta acá, aunque

uno sufra una vida dolorosa,

injusta, desde el punto de vis-

ta social y político.

Tilsa Tsuchiya y el arca de Noé.

“Los críticos de nuestra generación eran Sebastián Salazar Bondy,

el primero; luego Oviedo, que se dedicó al teatro y a la literatura. A fines

de los años 40 había publicaciones menores de crítica en revistas como

Epsylon

,

del grupo de Eielson y Sebastián; y algunos como Paco Bendezú, quien comentaba

en

Mercurio Peruano

, o yo mismo que publicaba además mis traducciones

en la revista

Mar del Sur

. Había espacios como los suplementos dominicales

de

El Comercio

y

La Crónica

,

y a veces también el de

La Prensa

,

en los que tratábamos de publicar.