LIBROS & ARTES
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rroída por toda suerte de
demonios y furias. Gigantes-
cas fuerzas de desagregación
obran en un tejido social tra-
bajado por la mayor crimi-
nalidad de la historia y la exa-
cerbación de las tensiones
raciales, mientras en los ho-
gares, centros de enseñanza
y en las calles, la vieja cultura
americana, que todos de una
y otra manera hemos admi-
rado, es reemplazada por una
cultura de la droga.
Si el visitante avanza por
las rutas admirables de Amé-
rica, irá descubriendo que el
país de la libertad de creen-
cias tiene una confesa y úni-
ca religion (algunos dicen,
una ideología) y esta es la de
la riqueza como virtud y, en
consecuencia, la pobreza es
sinónimo de pecado. Si al-
guien es pobre, por algo
(moral ) será. Lejos estamos
de la «santa pobreza» de
socialcristianos a socialistas
moderados y otros refor-
madores europeos Ninguna
sociedad es más “weberiana”
que esta y no por azar el fun-
dador alemán de la sociolo-
gía moderna al vincular reli-
gión secular y capitalismo
no concibe su gran hipotesis
sino después de visitar los
Estados Unidos. Pero ni aun
Max Weber pudo imaginar
la realidad de estos días, el
mercado de las religiones, el
imperio de las sectas, un ca-
pitalismo avanzado promo-
tor de nuevos iluminados
mientras el pentecostismo
gringo rebasa hacia Guate-
mala City o Santiago de Chi-
le. El mercado de las creen-
cias, dice el sociólogo quebe-
cuano Raymond Lemieux,
no tiene límites y nos hace
pasar de una sociedad sin
Dios, la modernidad laica, a
una sociedad de dioses. A
una nueva forma de paga-
nismo? (Guy Sorman )
¿Qué es lo que puede
expresar mejor la esencia de
los Estados Unidos? ¿Silicon
Valley o sus ghetos? ¿Los mi-
llonarios o los desesperados?
En cualquier caso, América
es siempre la desmesura. Es
la mayor concentración de
archimillonarios del planeta
al lado de 40 millones de
pobres de solemnidad (los
pobres, que en l975 eran el 6
% de la población, son en
l996 el 25 % ). Es, a la vez,
las redes y posibilidades de
Net pero también el crecido
número de iletrados. Es las
colonias de gays y de lesbianas
y las ligas antiaborto y el re-
torno a la plegaria en las es-
cuelas. La permisividad y el
pensamiento reaccionario.
Un hedonismo vivido con
un desparpajo que no se co-
nocía sino desde los griegos,
para quienes también, como
para el americano moderno,
quien no hace ejercicios des-
nudo y al sol (el nombre grie-
go era calistenia) es un bár-
baro. Al tiempo que los es-
tadios se llenan no solo para
seguir la liga de beisbol sino
para reunir la secta de los del
retorno al Padre, los Pro-
mise Keepers, un movimien-
to de redención masculina en
el país en el cual las mujeres,
desde las compras en el su-
permercado a los divorcios
ventajosos, tienen la fama de
llevar los pantalones. Los at-
letas negros pueden llenar de
medallas la bandera ameri-
cana en los Juegos Olímpi-
cos en Atlanta pero Holly-
wood sigue rechazando los
proyectos de cineastas de
color como en los buenos
tiempos de las caza de bru-
jas en los anticomunistas años
cincuenta. El rap puede se-
guir siendo la expresión de
las tribus urbanas de mezcla-
dos y la versión Disney en
negro, pero los intelectuales,
la izquierda americana llama-
da liberal, es un hombre
blanco que fuma una pipa y
que estuvo casado con una
de las mujeres mas deseadas
del planeta, el marido de
Marylin Monroe, Arthur
Miller. Esperamos inútil-
mente que del “melting pot”
saliera algún pensador
chicano o negro, pero la se-
gregación residencial no pro-
duce los necesarios Sartre u
otros inconformes, a lo
sumo un juez negro como
Thurgood Marshall, en la
Corte Suprema desde l967.
Algo es algo. Lo que ha sur-
gido es una literatura iden-
titaria, negra o chicana, que
ocupa espacios literarios aun-
que la reflexión sobre la
globalidad de la nación, el
espacio del pensamiento crí-
tico sigue siendo ejercido
por americanos blancos,
como John Updike, un ra-
dical, que denuncia el impe-
rio de las sectas. Las mino-
rías ascensionales de color
marrón o chocolate están
muy preocupadas por ser
políticamente correctas y los
nuevos cuadros medios no-
WASP, ganados por el con-
formismo y las exigencias del
status, andan muy ocupados
en conseguir empleos ade-
cuados y entrar por fin en los
barrios residenciales que tie-
nen golf, pocos vecinos, mi-
licias privadas y entradas y sa-
lidas controladas, dejando a
los negros que han fracasa-
do, al italiano que gana mal
su vida o al exmexicano que
no tuvo suerte en donde
ahora está, en la América vio-
lenta y sin salida. Y afuera,
out
, en el mosaico de comu-
nidades distintas que no lle-
gan a ser una nación. La po-
tencia imperial cubre por
igual lo local, lo federal y lo
estatal, los barrios infectos y
los parques nacionales. La
nueva frontera es esa, pasa
por las ciudades privatizadas,
los lobbies contra la salud y
los funerales del keynesismo.
JAPÓN, SOCIEDAD
ANÓNIMA.
Exotismo? ¿Ha dicho
usted exotismo? En el
período de grandes festiva-
les, los grandes clásicos oc-
cidentales, Beethoven entre
otros, son interpretados a
veces simultaneamente hasta
por seis grandes orquestas. El
público y los virtuosos son
japoneses y no, como puede
pensarse, occidentales de
tránsito por la capital del país
del sol naciente. Tokio es la
capital del Japón y Tokio es
una ciudad cosmopolita. Los
entendidos, por cierto, po-
demos gozar de japonerías,
e ir a una pequena sala en
donde todavía se escucha los
cantos con biwa, o los con-
juntos tradicionales de
gagaku. Los compositores
contemporáneos, como Ta-
¿
La Quinta Herén, Barrios Altos.
“Acaso la americanización planetaria conduce a un mundo
suicida por su exaltación de la técnica y la trivialización de sus poderes,
como lo sospechara Heidegger. Entre tanto, qué duda cabe, es el estilo de vida
dominante. Y en consecuencia, cualquier duda o vacilación en torno a la
validez del ‘modelo americano’ equivale a sospechar de las potencias
de la técnica y de la propia vigencia de la modernidad capitalista.”