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LIBROS & ARTES

Página 28

rroída por toda suerte de

demonios y furias. Gigantes-

cas fuerzas de desagregación

obran en un tejido social tra-

bajado por la mayor crimi-

nalidad de la historia y la exa-

cerbación de las tensiones

raciales, mientras en los ho-

gares, centros de enseñanza

y en las calles, la vieja cultura

americana, que todos de una

y otra manera hemos admi-

rado, es reemplazada por una

cultura de la droga.

Si el visitante avanza por

las rutas admirables de Amé-

rica, irá descubriendo que el

país de la libertad de creen-

cias tiene una confesa y úni-

ca religion (algunos dicen,

una ideología) y esta es la de

la riqueza como virtud y, en

consecuencia, la pobreza es

sinónimo de pecado. Si al-

guien es pobre, por algo

(moral ) será. Lejos estamos

de la «santa pobreza» de

socialcristianos a socialistas

moderados y otros refor-

madores europeos Ninguna

sociedad es más “weberiana”

que esta y no por azar el fun-

dador alemán de la sociolo-

gía moderna al vincular reli-

gión secular y capitalismo

no concibe su gran hipotesis

sino después de visitar los

Estados Unidos. Pero ni aun

Max Weber pudo imaginar

la realidad de estos días, el

mercado de las religiones, el

imperio de las sectas, un ca-

pitalismo avanzado promo-

tor de nuevos iluminados

mientras el pentecostismo

gringo rebasa hacia Guate-

mala City o Santiago de Chi-

le. El mercado de las creen-

cias, dice el sociólogo quebe-

cuano Raymond Lemieux,

no tiene límites y nos hace

pasar de una sociedad sin

Dios, la modernidad laica, a

una sociedad de dioses. A

una nueva forma de paga-

nismo? (Guy Sorman )

¿Qué es lo que puede

expresar mejor la esencia de

los Estados Unidos? ¿Silicon

Valley o sus ghetos? ¿Los mi-

llonarios o los desesperados?

En cualquier caso, América

es siempre la desmesura. Es

la mayor concentración de

archimillonarios del planeta

al lado de 40 millones de

pobres de solemnidad (los

pobres, que en l975 eran el 6

% de la población, son en

l996 el 25 % ). Es, a la vez,

las redes y posibilidades de

Net pero también el crecido

número de iletrados. Es las

colonias de gays y de lesbianas

y las ligas antiaborto y el re-

torno a la plegaria en las es-

cuelas. La permisividad y el

pensamiento reaccionario.

Un hedonismo vivido con

un desparpajo que no se co-

nocía sino desde los griegos,

para quienes también, como

para el americano moderno,

quien no hace ejercicios des-

nudo y al sol (el nombre grie-

go era calistenia) es un bár-

baro. Al tiempo que los es-

tadios se llenan no solo para

seguir la liga de beisbol sino

para reunir la secta de los del

retorno al Padre, los Pro-

mise Keepers, un movimien-

to de redención masculina en

el país en el cual las mujeres,

desde las compras en el su-

permercado a los divorcios

ventajosos, tienen la fama de

llevar los pantalones. Los at-

letas negros pueden llenar de

medallas la bandera ameri-

cana en los Juegos Olímpi-

cos en Atlanta pero Holly-

wood sigue rechazando los

proyectos de cineastas de

color como en los buenos

tiempos de las caza de bru-

jas en los anticomunistas años

cincuenta. El rap puede se-

guir siendo la expresión de

las tribus urbanas de mezcla-

dos y la versión Disney en

negro, pero los intelectuales,

la izquierda americana llama-

da liberal, es un hombre

blanco que fuma una pipa y

que estuvo casado con una

de las mujeres mas deseadas

del planeta, el marido de

Marylin Monroe, Arthur

Miller. Esperamos inútil-

mente que del “melting pot”

saliera algún pensador

chicano o negro, pero la se-

gregación residencial no pro-

duce los necesarios Sartre u

otros inconformes, a lo

sumo un juez negro como

Thurgood Marshall, en la

Corte Suprema desde l967.

Algo es algo. Lo que ha sur-

gido es una literatura iden-

titaria, negra o chicana, que

ocupa espacios literarios aun-

que la reflexión sobre la

globalidad de la nación, el

espacio del pensamiento crí-

tico sigue siendo ejercido

por americanos blancos,

como John Updike, un ra-

dical, que denuncia el impe-

rio de las sectas. Las mino-

rías ascensionales de color

marrón o chocolate están

muy preocupadas por ser

políticamente correctas y los

nuevos cuadros medios no-

WASP, ganados por el con-

formismo y las exigencias del

status, andan muy ocupados

en conseguir empleos ade-

cuados y entrar por fin en los

barrios residenciales que tie-

nen golf, pocos vecinos, mi-

licias privadas y entradas y sa-

lidas controladas, dejando a

los negros que han fracasa-

do, al italiano que gana mal

su vida o al exmexicano que

no tuvo suerte en donde

ahora está, en la América vio-

lenta y sin salida. Y afuera,

out

, en el mosaico de comu-

nidades distintas que no lle-

gan a ser una nación. La po-

tencia imperial cubre por

igual lo local, lo federal y lo

estatal, los barrios infectos y

los parques nacionales. La

nueva frontera es esa, pasa

por las ciudades privatizadas,

los lobbies contra la salud y

los funerales del keynesismo.

JAPÓN, SOCIEDAD

ANÓNIMA.

Exotismo? ¿Ha dicho

usted exotismo? En el

período de grandes festiva-

les, los grandes clásicos oc-

cidentales, Beethoven entre

otros, son interpretados a

veces simultaneamente hasta

por seis grandes orquestas. El

público y los virtuosos son

japoneses y no, como puede

pensarse, occidentales de

tránsito por la capital del país

del sol naciente. Tokio es la

capital del Japón y Tokio es

una ciudad cosmopolita. Los

entendidos, por cierto, po-

demos gozar de japonerías,

e ir a una pequena sala en

donde todavía se escucha los

cantos con biwa, o los con-

juntos tradicionales de

gagaku. Los compositores

contemporáneos, como Ta-

¿

La Quinta Herén, Barrios Altos.

“Acaso la americanización planetaria conduce a un mundo

suicida por su exaltación de la técnica y la trivialización de sus poderes,

como lo sospechara Heidegger. Entre tanto, qué duda cabe, es el estilo de vida

dominante. Y en consecuencia, cualquier duda o vacilación en torno a la

validez del ‘modelo americano’ equivale a sospechar de las potencias

de la técnica y de la propia vigencia de la modernidad capitalista.”