LIBROS & ARTES
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los partidos políticos duran-
te los años ochenta crearon
condiciones que Fujimori
aprovechó para forjar una
coalición con poderes fác-
ticos, nacionales e internacio-
nales, destinada a reconstruir
la autoridad estatal y sanear
la economía mediante la im-
plantación de las medidas
antidemocráticas que pare-
cieron hacer desaparecer las
tradicionales amenazas que
cargaba el empresariado,
motivo del eufórico apoyo
que prestaron a Fujimori, a
pesar de los destrozos que
produjo en la debilitada es-
tructura empresarial. Sin
embargo, el freno a la pri-
vatización y a la reforma del
Estado, a partir de 1996,
pa r a a s egur a r s e su r e -
reelección, así como el uso
sistemático de la corrupción
y la extorsión produjeron la
decepción de muchos em-
presarios con respecto al go-
bierno. La crisis de 1998, la
manipulación electoral y la
creciente corrupción acaba-
ron con las esperanzas del
empresariado en Fujimori,
en tanto muchos descubrie-
ron la necesidad de apoyar
la construcción de un régi-
men democrático eficaz para
avanzar en sus posiciones.
SL:
¿Pero hubo algún grupo
empresarial interesado en desarro-
llar un proyecto, que pensara en
términos de país?
JC: Si, aunque fueron y si-
guen siendo grupos con es-
casa influencia social y polí-
tica. Por ejemplo,
El Comer-
cio
y
La Prensa
durante los
años cincuenta y sesenta de-
sarrollaron planteamientos
contradictorios sobre cómo
desarrollar el país; el grupo
que se articuló alrededor de
Expreso
durante los años se-
senta y que encabezaba
Ulloa, junto con Acción Po-
pular, también se propuso tal
objetivo; IPAE, los CADE
y la Confiep han tratado de
articular y expresar posicio-
nes empresariales que sirvan
de base al crecimiento eco-
nómico. Hoy, algunas con-
sultoras y ONG constituyen
verdaderos “intelectuales or-
gánicos” del fragmentado y
débil universo empresarial
para lograr el desarrollo del
país, eliminar la pobreza y, en
algunos casos, fomentar la
igualdad de oportunidades
en el marco liberal y demo-
crático; pero, como dije, su
influencia es reducida en el
heterogéneo y fragmentado
universo empresarial.
RETOS PARA LOS PAR-
TIDOS
SL:
A fines de los ochenta se pro-
duce la crisis de los partidos y con
ello surge una volatilidad electo-
ral. Aparecen lo que llamaste
outsiders.
¿Crees que esa crisis
aún continúa o ha comenzado una
lenta recuperación?
JC:
Viéndolo retrospecti-
vamente la volatilidad elec-
toral se produjo en la déca-
da del ochenta
SL:
Pero ahí tenías más o me-
nos un 70 por ciento de los electo-
res girando entorno a los parti-
dos...
JC: Efectivamente cuatro
partidos (si se hace la ilusión
que la IU era un partido)
constituían las referencias de
la mayoría del electorado.
Pero durante esos años en
cada una de las oportunida-
des electorales, la ciudadanía
desplazaba masivamente sus
preferencias de una a otra
candidatura, por lo que el
Perú experimentó la más ele-
vada volatilidad de América
Latina. Creo que esa tenden-
cia persistirá, porque además
del Apra, no existen partidos
propiamente dichos; hay
muchos grupos políticos que
quieren participar en las elec-
ciones, pero bastantes no son
otra cosa que clubes electo-
rales.
SL:
¿No crees que la Ley de
partidos puede ayudar a cierta
recomposición partidaria?
JC: Puede, pero de manera
muy parcial; además, no creo
que los partidos le hagan
caso, como se acostumbra
con las leyes en el Perú.
SL:
Eres algo pesimista sobre la
posibilidad de un sistema electoral
que ayude a la configuración de
un buen sistema de partidos.
JC: En el Perú es difícil ha-
blar de la autonomía del sis-
tema político con relación a
la sociedad. El sistema elec-
toral puede ayudar, pero no
te asegura la consolidación
de los partidos políticos: la
descomposición social que
vive el país dificulta la orga-
nización y articulación de in-
tereses, de donde surge el
problema, tantas veces tra-
tado, sobre la capacidad de
la sociedad para representar-
se políticamente. Este es un
problema general en varios
países latinoamericanos,
motivo de la eclosión de
movimientos que persiguen
satisfacer intereses corpora-
tivos, sino micro-corporati-
vos.
SL:
No hay clases sociales, sino
masas con una volatilidad muy
alta.
JC: Sí, masas disponibles
como se decía antes, que
pueden ser usadas para cual-
quier aventura por presun-
tos salvadores de la patria.
SL:
Pero en términos institu-
cionales, ¿podría hacerse algunas
reformas que definan un sistema
de partidos?
JC: Sí, claro. La ley de parti-
dos es un avance; además se
requiere, por ejemplo, una ley
electoral que ponga una va-
lla alta de 5% de los votos
para que las organizaciones
políticas se incorporen al
Congreso; asimismo, se ne-
cesita cambiar el reglamento
del Congreso en el sentido
de que las bancadas se
responsabilicen de las inicia-
tivas parlamentarias; igual-
mente se requiere apuntalar
el semipresidencialismo. En-
tre otras reglas, éstas podrían
contribuir a forjar un siste-
ma de partidos, pero tengo
mis serias dudas de que los
congresistas tengan interés en
promulgarlas.
SL:
Si vemos las diferentes elites
peruanas a lo largo del siglo XX,
¿dónde encontrarías la de mayor
calidad, en los años 30’, 50’ 60’?
JC: ¿Calidad?... No hay que
exagerar. Había personas in-
teligentes, cultivadas, capaces
pero que, como la experien-
cia lo ha demostrado, su ca-
lidad individual no fue sufi-
ciente para construir un or-
den político legítimo y acep-
tado por la sociedad. De
todos modos, tal vez, la
dirigencia política más inte-
resante fue la de los años 60’
SL:
Con el grupo demócrata-
cristiano...
JC: La Democracia Cristia-
na, el APRA, Acción Popu-
lar, y el despunte de las iz-
quierdas daban cuenta de un
notable cambio político. Sin
embargo, Haya de la Torre
demostró estar desfasado
con lo que ocurría en el país
al asociarse con Odría, que
representaba intereses ana-
crónicos, bloqueando los
proyectos reformistas de
Belaunde.
SL:
Lo que dices hace pensar que
los partidos fueron incapaces de
plantear propuestas de integra-
ción...
JC: La descarnada compe-
tencia entre los partidos y
entre los dos jefes-máximos
del Apra y de Acción Popu-
lar, Haya de la Torre y Bela-
únde, decidieron la suerte
del país. Por esto, el Apra
saboteó sistemáticamente al
gobierno hasta que la crisis
social y la amenaza de golpe
militar obligó a los dos jefes
a colaborar y compartir el
poder.
SL:
Los líderes políticos acaban
siempre como jefes patrimoniales.
Betty Rivera, Jorgue Puccinelli y Wáshington Delgado.
“Hoy, algunas consultoras y ONG constituyen verdaderos ‘intelectuales
orgánicos’ del fragmentado y débil universo empresarial para lograr el desarrollo
del país, eliminar la pobreza y, en algunos casos, fomentar la igualdad de oportu-
nidades en el marco liberal y democrático; pero, como dije, su influencia es reduci-
da en el heterogéneo y fragmentado universo empresarial.”