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LIBROS & ARTES

Página 23

Un cojo pasa dando el brazo a

un niño

¿Voy después a leer a André

Breton?

Otro tiembla de frío, tose, escupe

sangre

¿Cabrá aludir jamás al Yo pro-

fundo?

Otro busca en el fango huesos, cás-

caras

¿Cómo escribir después del infini-

to?

Un albañil cae de un techo, muere

y ya no almuerza

¿Innovar, luego, el tropo, la metá-

fora?

Un comerciante roba un gramo en

el peso a un cliente

¿Hablar después de cuarta dimen-

sión?

Un banquero falsea su balance

¿Con qué cara llorar en el teatro?

Un paria duerme con un pie a la

espalda

¿Hablar después a nadie de

Picasso?

Alguien va a un entierro sollozando

¿Cómo luego ingresar a la Aca-

demia?

Alguien limpia su fusil en su coci-

na

¿Con qué valor hablar del más

allá?

Alguien pasa contando con sus

dedos

¿Cómo hablar del no-yo sin dar

un grito?

Este poema ha sido co-

mentado por ilustres especia-

listas como Alberto Escobar,

Roberto Paoli, entre otros***.

Diremos ahora algunas apos-

tillas, como reza el título de

la ponencia. Cuando Vallejo

escribió este texto vivía en

París y se había adherido a la

doctrina marxista. Cada uno

de los dísticos del poema

enfrenta una circunstancia

básica vinculada en muchos

casos a la sobrevivencia con

un producto de la civilización

específico de reflexión cien-

tífica, filosófica, artística.

Vallejo plantea una disyun-

ción entre lo que podemos

llamar la satisfacción de las

necesidades primarias del in-

dividuo y el disfrute de los

productos culturales que

apuntan a la calidad de vida.

Globalmente el texto nos

habla de la necesidad peren-

toria de satisfacer primero a

las necesidades biológicas

que las necesidades cultura-

les. Schopenhauer decía que

sin salud el hombre no pue-

de hacer planes. Vallejo alu-

de a las dificultades de vivir

de la mayor parte de los se-

res humanos y la necesidad

perentoria de enfrentar esos

escollos, antes de satisfacer

las necesidades culturales. Sin

duda puede especularse mu-

cho sobre todo el universo

de relaciones que Vallejo

tuvo con los productos cul-

turales a los que alude en el

poema, puede decirse, por

ejemplo, que su relación con

André Breton fue conflicti-

va, pero no lo fue con el psi-

coanálisis. Las escasas men-

ciones que hace en sus escri-

tos en prosa a Sigmund

Freud y al movimiento psi-

coanalítico, si bien no son

exhaustivas, muestran una

curiosidad respetuosa.

Picasso era un artista que el

poeta admiraba. Vallejo

siempre estuvo interesado en

los temas del doble, del más

allá, del infinito y de la cuar-

ta dimensión. Nadie puede

dudar tampoco de que le in-

teresaba mucho el teatro, que

lo escribió con denuedo, y de

que fue un innovador litera-

rio, de tropos y metáforas

precisamente. El poema pue-

de ser leído conociendo es-

tos datos o prescindiendo de

ellos. En ambos casos, sin

embargo, asoma la conclu-

sión evidente, de sabor clá-

sico, de que primero se trata

de vivir y después de filoso-

far. La violencia, nos dice,

casi al finalizar el poema, ha

penetrado hasta la misma

cocina de los hombres.

Vallejo hace evidente que

su apuesta estética es la mis-

ma que su apuesta política.

Estar al lado de los excluidos,

que son mayoría en todo el

mundo. Que coincidiese con

Marx es, hasta cierto punto

obvio, pues se consideraba a

sí mismo un marxista, pero

que lo hiciese con el mismo

Freud, en un sentido más re-

cóndito, es menos visible,

pero admitible si pensamos

que Freud estuvo siempre

preocupado por aliviar el su-

frimiento de toda la especie

humana y que puesto que

había sido el creador de un

sistema de investigación del

inconsciente que juzgaba de

validez universal, tenía la lau-

dable preocupación de cómo

difundirlo y hacerlo llegar a

los más apartados lugares del

globo terráqueo. Y en el pla-

no poético, Vallejo, por este

poema, y por el conjunto de

su obra, es un adelantado de

Levi-Strauss, en la concep-

ción tristísima de que el hom-

bre es lobo del hombre.

Podemos decir, para

concluir, que Marx, Freud y

Levi-Strauss ofrecen una

perspectiva a la vez diacró-

nica y sincrónica de la espe-

cie humana, se preguntan por

el origen del hombre y por

su destino final. Vallejo tiene

una perspectiva sincrónica.

Se ocupa del hombre en el

tiempo que le tocó vivir. Pero

esos individuos, ese hombre

que pasa con un pan al hom-

bro, ese albañil que cae de un

techo, muere y ya no almuer-

za, ese otro que tiembla de

frío, tose, escupe sangre, ese

cojo que pasa dando el bra-

zo a un niño, sintetizan el

coraje de la especie humana,

capaz de levantar la bandera

de Eros en el vestíbulo mis-

mo de la muerte.

*** Puede consultarse las Obras comple-

tas de César Vallejo. Tomo I

Obra poé-

tica

. Edición crítica, prólogo, bibliogra-

fía e índices de Ricardo González Vigil.

Lima. Banco de Crédito del Perú. 1991.

Ahí se pueden encontrar las referencias

exactas de todos los comentaristas de cada

uno de los poemas de César Vallejo.

Como senador en 1956.

“Freud estuvo siempre preocupado por aliviar el sufrimiento de toda la

especie humana y puesto que había sido el creador de un sistema de

investigación del inconsciente que juzgaba de validez universal, tenía la laudable

preocupación de cómo difundirlo y hacerlo llegar a los más apartados

lugares del globo terráqueo”.