LIBROS & ARTES
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la economía griega. En sus
escritos de 1844 dijo: “Su-
pongamos que el hombre es
hombre y su relación con el
mundo es una relación hu-
mana. Entonces se puede
cambiar amor con amor.
Entonces se puede cambiar
confianza solamente por
confianza”. Suena a bíblico
¿no? Pero el hombre, según
el mismo Marx, vive un esta-
do de caída, vive solo pen-
sando en el dinero y el dine-
ro es la aptitud, en sus pro-
pias palabras, “alienada” del
hombre. El dinero es huma-
nidad alienada del hombre.
El marxismo pide a sus
adherentes un compromiso
total y ofrece a cambio una
explicación completa de la
función del hombre en la rea-
lidad biológica y social. Sin
embargo, la más importante
predicción marxista no se ha
cumplido: el derrumbe del
capitalismo. Antes por el
contrario, lo que ha desapa-
recido es la Unión de Repú-
blicas Socialistas Soviéticas, el
llamado socialismo realmen-
te existente, y la China, el
otro gigante socialista, man-
teniendo el lenguaje revolu-
cionario, incorpora a su prác-
tica conductas y procedi-
mientos de origen capitalis-
ta.
Tomando los debidos
recaudos, acerquémonos,
desde la perspectiva que aho-
ra nos interesa, al psicoanáli-
sis. Freud utilizó abundante-
mente los mitos y el material
imaginario y poético de la li-
teratura para explicar diver-
sas partes de sus aportes teó-
ricos; llegó a asociar su pro-
pia vida de trabajo y la difícil
historia del psicoanálisis con
un modelo mítico y en su eta-
pa final desarrolló una mito-
logía conmovedora de la
creación y de la extinción en
el hombre que llega a som-
brías conclusiones respecto a
la naturaleza humana. Si
Marx identificaba su misión
con la de Prometeo, el por-
tador de la antorcha de la re-
belión, Freud parece haber
tenido una autoidentificación
con la figura de Moisés, el
conductor que prepara al
pueblo para llegar a la tierra
prometida y no puede pasar
de los linderos del desierto.
En su texto
Más allá del prin-
cipio del placer
describe a dos
deidades que gobiernan y di-
viden a nuestro ser, amor y
muerte, Eros y Tánatos. El
conflicto ente ellos determi-
na todo lo más importante
que pasa a los hombres. Pero
al final, lo sabemos bien, es
Tánatos el más fuerte, el que
está más cerca de las raíces
del hombre. La vida orgáni-
ca es concebida como una
desviación de la naturaleza y
terminará tarde o temprano.
Una gran quietud volverá a
la creación cuando la vida
vuelva a la condición natural
de lo inorgánico. Es cierto
que Freud consideró que es-
tas son especulaciones de la
imaginación, que no eran es-
trictamente científicas y que
eran reflexiones de un hom-
bre que envejecía en medio
de la posibilidad permanen-
te de otra guerra, más terri-
ble que la que había conoci-
do entre 1914 y 1918, de la
que conocía sus anuncios
con las persecuciones a los
judíos y a él mismo, por lo
tanto. Pero es verdad tam-
bién que la antinomia de
Eros y Tánatos ha hecho for-
tuna más allá de los linderos
del psicoanálisis y es común-
mente usada en los más di-
versos contextos, sin discu-
tirse
verdaderamente.
Heidegger definió al hombre
como un ser para la muerte,
puesto que es el único indi-
viduo, entre todas las espe-
cies que pueblan la tierra, que
tiene clara conciencia de su
finitud. Lo que hace Freud es
trasladar el carácter efímero
de la vida de un individuo a
toda la especie. En el campo
metafórico, Marx tiene el ím-
petu juvenil de quien pro-
mueve revoluciones y Freud
llega a conclusiones sombrías
características de un hombre
que vive reflexivamente su
propia senectud.
Lèvi-Strauss concebía a
la antropología como la cien-
cia del hombre y tenía como
modelos a la investigación
marxista de las fuerzas socia-
les y a la visión psicoanalítica
del inconsciente y de la vida
racional del hombre. Sostie-
ne que de todas las polarida-
des fundamentales del desti-
no del hombre, la más impor-
tante es la que vincula Natu-
raleza con Cultura. Para Lèvi-
Strauss los mitos no son otra
cosa que los instrumentos de
la supervivencia del hombre
como especie pensante y so-
cial. Con ellos comprende o
cree comprender el sentido
del mundo, encuentra una
coherencia y afronta su pro-
pia presencia en la tierra irre-
mediablemente contradicto-
ria, dividida, ajena. El hom-
bre se encuentra en una tela-
raña de contradicciones ele-
mentales, entre lo masculino
y lo femenino, entre la luz y
la oscuridad, lo comestible y
lo tóxico, lo móvil y lo iner-
te, entre el ser y el no ser, la
famosa pregunta de Hamlet,
y parece haber elegido el no
ser, como lo prueba la depre-
dación de todos los rincones
de la tierra. El hombre no
puede resolver ninguna de las
formidables antítesis a las
que se ve enfrentado con
procedimientos solamente
racionales y tiene una interro-
gación que atraviesa todas
sus meditaciones: el misterio
de sus orígenes y el misterio
de su extinción. Para Lèvi-
Strauss el hombre es un pri-
mate mitopoético, un animal
capaz de elaborar mitos y a
través de ellos soportar la
dureza de su propia existen-
cia. Pocos estudiosos como
Lévi-Strauss han cargado
tanto las tintas en los horro-
res del siglo XX: la barbarie
política, la carrera arma-
mentística nuclear, le parecen
accidentes en la voluntad
tanática del hombre, que es
la que prevalecerá. El hom-
bre occidental, después de
haber depredado todos los
rincones de la tierra, vuelve
su formidable poder destruc-
tivo contra sí mismo. Los
movimientos ecologistas le
parecen a Lèvi-Strauss tar-
díos intentos de salvación de
la tierra y, finalmente, de la
propia especie humana.
Vistas en conjunto, las
obras de Marx, Freud y
Lèvi-Strauss son como esos
hielos eternos que, observa-
dos desde lejos, dejan ver
una pequeñísima parte de su
inmenso volumen. Ellos son
los visionarios del lado som-
brío de la especie humana.
Uno, Marx, poseedor de la
esperanza de Prometeo, y
dos, Freud y Lèvi- Strauss, si
bien apasionados por la for-
midable capacidad creativa
del hombre, dotados contra-
dictoriamente de una inquie-
ta resignación por la extin-
ción de la humanidad.
Los poetas no suelen ela-
borar sistemas complejos ni
filosóficos, ni históricos, ni
de ninguna otra índole. Por
caminos desconocidos para
ellos mismos, por los que
transitan muchas veces a
tientas, tienen relampa-
gueantes visiones de verda-
des a las que los pensadores
llegan a través de muchísi-
mos años de trabajo. Así,
César Vallejo, poeta que
como pocos rezuma el espí-
ritu de la lengua española, en
muchos de sus textos pene-
tra en los problemas más
acuciantes de la especie hu-
mana. Leamos ahora uno de
sus textos más característi-
cos:
Un hombre pasa con un pan al
hombro
¿Voy a escribir, después, sobre mi
doble?
Otro se sienta, ráscase, extrae un
piojo de su axila, mátalo
¿Con qué valor hablar del psicoa-
nálisis?
Otro ha entrado a mi pecho con
un palo en la mano
¿Hablar luego de Sócrates al mé-
dico?
Reunión familiar. c. 1947.
“Los poetas no suelen elaborar sistemas complejos ni filosóficos, ni
históricos, ni de ninguna otra índole. Por caminos desconocidos para ellos
mismos, por los que transitan muchas veces a tientas, tienen relampagueantes
visiones de verdades a las que los pensadores llegan a través de muchísimos
años de trabajo. Así, César Vallejo, poeta que como pocos rezuma el espíritu
de la lengua española, en muchos de sus textos penetra en los problemas
más acuciantes de la especie humana”.