

LIBROS & ARTES
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Exposición, del cual forma-
ba parte Manuel Anastasio
Fuentes, el Murciélago.
Fuentes personificaba la
verdadera fuerza conducto-
ra de la Exposición, era un
conocido intelectual que
escribía para El Mercurio y
el fundador de la Sociedad
de Bellas Artes en Lima.
Dato ocurrente, Fuentes
obtuvo el premio mayor de
la Exposición, premio de
honor común para naciona-
les y extranjeros. Pedro
Ruiz Gallo solamente obtu-
vo el premio de honor para
los nacionales.
Tres años antes, Fuentes,
en calidad de jurado del con-
curso que incluía la fotogra-
fía en la misma categoría de
la pintura, del dibujo, de la
escultura, del grabado, la li-
tografía, la caligrafía, la ti-
pografía y la arquitectura ,
había otorgado la medalla de
oro a los Courret, correspon-
sales, en algún momento, de
la firma Nadar de París. En
reconocimiento por el pre-
mio, los hermanos franceses
distribuyeron una halagado-
ra caricatura, género celebra-
do y con gran demanda en
la época, de El Murciélago,
caracterizado con las alas de
este tipo de animal volador
y nocturno.
El argumento de Casti-
llo aducía que el comité
mencionado no tenía el de-
recho de otorgar exclusivi-
dades o monopolios, ya que
tal poder estaba reservado
solamente para el Ejecutivo,
es decir, el gobierno. Por lo
tanto, la decisión del comi-
té organizador de la Expo-
sición Nacional era una cla-
ra violación al artículo 23 de
la Constitución del Estado
peruano, el cual garantiza-
ba el derecho de los profe-
sionales para ejercer libre-
mente sus negociaciones a
menos que se hagan en de-
trimento de la seguridad, la
salud o la moral pública. A
pesar que Castillo obtuvo el
apoyo de la prensa limeña,
finalmente fue Eugenio
Courret quien documentó
exclusivamente ese tan im-
portante evento, al igual que
todas las más significativas
manifestaciones de la vida
social de la ciudad, por el
resto del siglo.
Por lo tanto, el origen de
la imagen del libro de Basa-
dre le debe pertenecer.
gieron a la entrada del jar-
dín, la principal frente a la
pared de la Penitenciaría y
las otras dos cerca del fe-
rrocarril a Chorrillos. A la
derecha de la entrada prin-
cipal había un teatro y a la
izquierda una sala de re-
frescos. Un poco más allá
estaba el conservatorio de
plantas de tierra cálida, con
una glorieta turca. También
podía hallarse una fuente
rodeada por largas piedras
formando un montículo en
cuya cima se erguía una fi-
gura colosal que evocaba a
Hércules y la hidra. Ciento
treinta metros había que
avanzar de la entrada al
vestíbulo del Palacio, hoy
el Museo de Arte. En el li-
bro de Basadre se encuen-
tra impreso un extraordina-
rio grabado del Palacio de
la Exposición visto desde
la Penitenciaría. Sin lugar
a dudas el grabado se ha
realizado, como era habi-
tual, a partir de una foto-
grafía que muestra panorá-
micamente la impresionan-
te magnitud de la obra ter-
minada. El crédito de la
imagen figura allí y está
asignado al libro de
Thomas Hutchinson
Two
years in Peru with explo-
tation of its antiquities
publicado en
Londres en
1873. La imagen tiene, ade-
más, un significado particu-
lar, como veremos después.
Al entrar a la Exposi-
ción, el visitante veía, en
una caja de vidrio, los obje-
tos llevados del Museo Na-
cional, momias de Cajatam-
bo y Ayacucho. De estas, el
almirante chileno Lynch es-
cogió las tres que regaló al
marino italiano Carlos de
Amézaga, comandante del
buque
Caracciolo
que las
califica como estupendas en
su libro de viajes. También
había sido llevada a este re-
cinto una piedra monolítica
de Chavín. Se exhibían,
además, telas exquisitas,
sombreros de plumas, arcos,
flechas, remos, hachas de
piedra y máscaras de terra-
cota. Entre las pinturas se
podía contemplar la de Luis
Montero sobre los funerales
de Atahualpa. Enrique
Jiménez expuso un mosai-
co con diferentes clases de
madera de Tumbes y Luis
Medina, artista oriundo de
Ayacucho, una serie de fi-
guras, algunas en piedra de
Huamanga, entre ellas un
aparato de agua bendita, una
representación del descen-
so de la cruz, el busto del
ministro Santa María, la
imagen, en tamaño natural,
de Venus durmiendo y, fi-
nalmente, una pareja de in-
dios. La fotografía, concur-
sante en el evento, fue se-
parada de las Artes y ubica-
da en una sección específi-
ca bajo el título de Artes
Liberales Aplicadas.
Otro de los atractivos
del Palacio era la pintura
alegórica del Perú con la
inscripción: “El Perú libre
y soberano amigo de todas
las naciones aunque inde-
pendiente de ellas”. El re-
loj de Pedro Ruiz, que tan-
to asombró a los visitantes,
se mostraba entre otras
maquinarias, como la
estam-padora del estudian-
te Jacinto Marticorena.
Chile y Ecuador exhibían
sus contribuciones tam-
bién. En los jardines se re-
unían aves diversas y tam-
bién unos cuantos cóndo-
res enjaulados. Los pabe-
llones más pequeños ofre-
cían distintos entreteni-
mientos.
La inauguración de la
Exposición se llevó a cabo
el primero de julio de 1872,
pocos días antes de que se
produjera la sublevación de
los Gutiérrez. El presidente
Balta no pudo asistir, qui-
zás por las preocupaciones
del momento político, por lo
que el ministro de gobierno
Manuel Santa María se en-
cargó del acto. La exposi-
ción permaneció abierta
hasta el 5 de octubre y se
convirtió en el lugar prefe-
rido de los paseos fuera de
la capital, ya que ofreció,
además, conciertos y otras
actividades sociales y cul-
turales. La obra costó
2’082,709 soles, sin contar
con los gastos de manteni-
miento.
EL MERCADO FOTO-
GRÁFICO LIMEÑO
Para Rafael Castillo,
comprensiblemente com-
prometido en hacer compe-
tir
Fotografía Nacional
contra los estudios Courret
por el dominio del mercado
fotográfico limeño, este
evento le significa un con-
tratiempo contundente. A
los Courret se les va a en-
tregar, el primero de octu-
bre, no solamente el primer
premio de fotografía y la
medalla de oro por sus re-
tratos en estilo Rembrandt,
sino que ya se les había
otorgado los derechos ex-
clusivos para fotografiar y
vender las imágenes del
nuevo parque, inclusive du-
rante su construcción. Para
los limeños, la Exposición
Nacional era motivo de un
gran orgullo cívico, por esta
razón Castillo reclamó en
dos cartas dirigidas al go-
bierno de Balta contra el
comité organizador de la