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ORESTES DI LULLO

En efecto, bien amanecida

y

salada la

carne,

y

tras de tomar unos mates dulces,

el paisano, con el cigarro de chala entre

los dientes, comienza a arrimar lefia al pe–

queiio fog6n. Cuando este se ha llenado

de brasas, la carne, ensartada en un "chu–

zo", es sometida a la influencia distante

del calor, que la amortigua en su totali–

dad evitando asi la fluxion· de sus jugos

sabrosos.

Esta precauci6n en el arte del as.ado

es primordial si se quiere evitar que la

carne se tues

1

te por fuer.a sin que el bene–

ficio del calor penetre

has.ta

lo intimo de

sus fibras.

Pronto comienza a chorrear los pri–

meros goterones de grasa

y

ha levantarse

un humo oloroso que-. co1no incienso (I)

-consagra la autenticidad del acto ritual,

y

comienza tambien el paisano, en cucli–

llas

y

cuchillo en mano, a tajear las partes

gruesas a modo de tanteo visual.

·Toda su ciencia esta pendiente de

es-

'

.

te cuarto de hora en que ha de eviitar que

la carne se le "arrebate", retirandoia o

(I) Eea. de Q.uelroz, en

110

"Coclna Arqueo1l:Oglca",

-'dlc.e: "El l!l·acrlflcl.o d'e la res sobre el ara

veuf1n

a

eer una especle de n1erienda es1,lrltual en que Dlo•,

•atrnidlo por el o •loO'r de la came asa'da, dcscendia Y

11e

-tornaba accesible al creyente, particdp·ando con

~l

de las vitualla.s

·~jantaa".

-47~