"·
ORESTES
DI
huiria de
SUS
animos
y
la laxitud acaba–
ria por ensefiorearse· de sus cuerpos".
y sin
~bargo,
en nin.guna epoca
mas
· safia
y
coraje por la empresa de Ia con–
quista, ningun ardimiento mayor ni arro–
jo que el
de
aquellos hombres lanzados
a
la dominaci6n de una tierra, donde
flo~
receria, poco despues, a la ·par que el fru–
to de su valor el de sus inclinaciones na–
turales por el du1ce.
Santiago muestra
tambien
este
con–
traste en su cocina
y
en su alma.
Al
Iado de los. sancochos espesos
y
bas,tos, de las viandas rebosantes,
se
en–
cuentran los dulces delicados
y
suaves,
los arropes rubios, las frutas enternecidas
de
almibar, los merengues albos, el az*–
car
quemada, las golle1ias
y
manjares de
leche, los rosquetes, em.panadillas y mo–
rones..
Al
lado
de
lo recio y fuerte, lo gracil
y
exquisito, como en el alma, que al lado
de su fiereza ruda de dominio, se encuen–
tra repo.sada la dulce emoci6n nativa de
la musica tradicional.
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