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ORESTES

DI

LULLO

De este modo principalisimo tambien

participa en el aderezo de las pastas con

que se rellenan las empanadas

y

tamales,

como

afiaidido

en las humitas,

el

fiambre

y guiso de pata, el quevillo, el locro y

el

mote, como complemento esencial en la

sajta, chanfaina, jigote, picadillo,

y

en los

chorlzos,

y

morcillas, tanto mas sabrosos

cuanto

mas

ardientes.

Sin duda que

la

inclinaci6n

na~iva

por

el

aji, a.parte de la costumbre, obedece

a

causas en relaci6n con

la

naturaleza

de

la vida ind6:1nita

y

varonil de

estos

pue–

blos.

(

,

En efecto, atln

.trasciend.en

estos, en lo

predilecto de sus gustos, una virtud ho1n–

bruna. A sus alimentos substanciosos, a

sus densas mixturas, propias de quienes_

han de vivir una vida de obstaculos en su

lucha diarla, s.e afi:ade el aji, complemen–

to fundamental, estimulante epico de

SUS

hazaiias, exaltaci6n de su san.gre

ardient~

y

capaz. Es decir que sus inclinaciones

culinarlas, mas que a extravagancias c:i–

prichosas, obedecen a es.enciales necesi–

dades bio16gicas o instintivas. .

Pueblo de varones, el nuestro, todavia,

su cocina trasciende una prodigalidad de

suculencias nutricias y un paladar de

fuertes condin1entos, que, por

contraate~.

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