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honró, proveyó a nuestra subsistencia y comodidad,
y
el decreto en que nos señala a mi compañero y a mí,
casa, alimentos y una pensión, está dictado por una apre–
ciación de mi solicitud que nacionalizando mis padeci–
mientos les ha puesto en su término, que es mi llegada
aquí, la única corona de gloria que podía compensados.
y satisfacer mi corazón.
El gobierno español y sus gobernados deben avergon–
zarse de haberme dejado venir, sin reparar el oprobio
nacional afecto al atentado cometido contra la huma–
nidad en mi persona. Si 40 años de prisión caracterizan
un gobierno bárbaro y feroz, la indiferencia por esta
conducta del que se dice hijo de las luces muestra tam–
bién, que éstas no le ha llegado, y cuán inferior es la:
fuerza de los principios del siglo a la que tienen to–
davía en él las preocupaciones y hábitos que la han
dominado hasta ahora.
Este defecto de la España que entonces me fué desagra–
dable ha dado a mi llegada a América el precio de un
verdadero triunfo; mi compañero Don Marcos Durán
Martel es quien lo ha conseguido, la gloria a él solo le
pertenece y mucho más por haberlos hecho por un cons–
tante ejercicio de actos de humanidad de que pocos
hombres serían· capaces y sobre un ser ya muerto. El
me ha restituído a la vida y me ha colocado en me–
dio de un espectáculo de instituciones liberales, cuya:
formación si hace el honor de sus autores, es más qu&
todo, porque su desenvolvimiento prepara irrevocable–
mente a nuestro país un lugar de eminencia descono–
cido, y donde la Europa echará miradas de admiración
y
envidia a los mismos que antes había arrojado ca–
denas.
Si hace recomendable a todos los hombres a Don
Marcos la conducta que ha tenido conmigo, lo
hac~
par–
ticularmente a los americanos la que su p a )Lriotis1n.10
p rovocó en Huánuco, la persecu ción d e los españoles