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emplear en la restitucion de Bolivia i del Perú al estado en que
se hallaban ántes de la escandalosa intervencion del jeneral
Santa Cruz. Por el contrario, el sefior Portales repetía incesan–
temente, en nombre de su Gobierno, en sus conversaciones, que
los buque:s tomados serian devueltos; que cualquiera que fuese
el Gobierno que se diesen los pueblos del Perú, despues de
caído el conquistador, nunca habria por parte de Chile empeño
en restablecer el último tratado de comercio, ni en negociar
otro nuevo, i que no se exijiria nunca de la nacion peruana, sino
lo que fuese de una justicia incontrovertible, i que no perjudi–
case a su conservacion, ni a su honor ... Basta lo dicho para
destruir las calumniosas novelas con que el periodista del jene–
ral Santa Cruz pretende hacer variar de direccion al odio na–
cional que se precipita sobre su héroe como un torrente devas–
tador. En cuanto a las injurias personales con que sazona sus
calumnias, ni puedo, ni necesito hablar una palabra; no puedo,
porque semejante contienda seria desigual i deshonrosa para mí;
no necesito, porque los improperios de los abogados del jeneral
Santa Cruz no menoscaban la reputacion de nadie. Contra na–
die las han dirijido sus asalariados escritores, mas atroces, ni
mas numerosas, que contra el
eñor Portales; i sin embargo, la
súbita i horrorosa desaparicion del señor Portales, ha exitado
en chileno
i estranjeros la con ternacion mas profunda de que
puede ser capaz un pueblo, al perder un hombre de importan–
cia .. (6).
El jeneral don Ramon Castilla, reputado en el Perú como
soldado valiente i hombre de gran carácter, a quien su buena
estrella i sus cualidades habian de levantar, andando el tiempo,
a la altura de caudillo pre tijioso i de Presid nte de la Repú–
blica en diversos períodos, en los que a los rasgos de un auto-
(6) Recordaremos en esta oportunidad otra especie insinuada por la
prensa del Protector i qne consistió en suponer que el Gobierno de Chile
había ofrecido al del Ecuador, por medio del jeneral Blanco, Ja desmem–
bracion del Perú desde el río Santa, debiendo toda la parte desmembrada
quedar incorporada en la Republica ecuatoriana a condicion de obtener la
alianza de su Gobierno contra la Confederacion Perú-bolfriana. lVéa e
El
Araucano
de
24
de Febrero de 1837, número 338).