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del Perú, injenio distinguido, escritor correcto, poeta satírico,

abogado, habia llegado a Chile en

I

835 como Plenipotenciario

de Salaverry, no debiendo desempeñar este cargo sino como de

paso, para continuar su viaje a España, ante cuyo Gobierno iba

acreditado con el mismo carácter de plenipotenciario del Perú.

Los sucesos políticos i militares de su patria fueron detenién–

dole en Chile

i

comprometiéndolo en disputas

i

contradiccio–

nes con lo ajentes oficiales de Orbegoso i de Santa Cruz (Riva

Agüero i Méndez), a los cuales, como a sus respectivos jefes

i

mandantes, atacó con ardimiento

i

fustigó con el ridículo

i

la

ironía por medio de la prema. Pardo supo captarse corno hom–

bre

i

como diplomático las simpatías del Gobierno de Chile,

i

hacerse estimar en la alta sociedad de Santiago. Vencido e in–

molado Salaverry i concluido, en consecuencia, el gobierno que

aquel caudillo encabezaba, cesó la representacion diplomática

de Pardo, quien desde entónces ya no pensó mas que en revelar

i atacar los planes

i

la insidiosa política del titulado pacificador

del Perú, i en promoverle enemigos p1r todas partes. Santa

Cruz aparentaba desdeñarlo; pero en realidad le temia, i aun

interitó congraciarse con él o al ménos neutralizarlo.

(9)

E-5

cosa manifiesta que Pardo fué el peruano que mas eficaz–

mente previno el ánimo del Gobierno chileno contra las

cm·

presas atentatorias del

Pre~idente

de Bolivia. Despues de la

expedicion revolucionaria del jeneraJ Freire, en la cual vió el

Gobierno de Chile la mano del Protector, el ministro Portales

estrechó mas sus relaciones con Pardo i aun le asoció a sus tra-

(9) Al partir del Perú con el cargo de plenipotenciario, Pardo había reci–

bido adelantado

us sueldos de

un

año

i

alguna cantidad mas para atender

a

diversos ga tos. Concluida e

ta

mi ion dema iado pronto por la caida de

Sala verry, el jeneral Ri

''ª

Agüero, representante de Orbego o en Chile, e

apresuró, por espíritu de venganza, a pedir cuentas a Pardo del dinero reci–

bido. Pardo estaba pronto

a

liquidar sus cuentas

i

devolver lo que no hu–

biera alcanzado a ganar; pero rehusaba hacer la devolucion en manos de

Riva Agüero, que ya no representl\.ba

tam~1oco

mas que un simulacro de

Gobierno. Apoderado al fin Santa Cruz de todo el Perú, comisionó a su

plenipotenciario en Chile, don Casi miro Olañeta, para que arreglase con Par–

do del modo mas prudente

i

amigable la referida

cuenta . El arreglo se

concluyó pronto

i

sin la menor dificultad. Publicóse en un folleto intitula–

do

Cuentas de don Felipe Pa1'do con el tesoro del Perú- Valparaiso,

1836.

Véase ademas nota A. del Apéndice.