CAPÍTULO
III
Tiempo es ya de que volvamos nuestra atencion a Chile,
cuyo Gobierno, apénas sofocado el motin de Quillota, habia se–
guido activando los preparativos de la guerra contra el Protec–
torado. ( 1)
Del antiguo rejimicnto Maipú formó do batallones, que re–
cibieron los nombres de
El Portales
i
El Valparaiso.
Otro ba–
tallon, que se llamé
El Colcliagua,
fué
rec1utado en la provincia
( 1)
Es digna de notarse la contestacion que por aquellos días dió la Cá–
mara de Diputados al di curso o meusaje del Pre idente de la República
en la sesion inaugural del Congre o (
1.
0
de Junio). Hé aquí la parte final
de dicha contestacion, que fué retanfada hasta el 6 de Julio, a con ecuencia
de haberse interrumpido la
tareas leji latiYas con motivo de los sucesos de
Quillota.
qLastimosa i fatal e sin duda esta contienda (la guerra contra la Confe–
deracion Peru boliviana); pero Chile no es re ponsable de la desgracias
que ocasione, sino el jeneral Santa Cruz, que con e cándalo de la América
ha hollado el derecho internacional, i encendido traidoramente en toda ella
el fuego desastrado de la guerra. La Cámara de Diputado exhorta pue , a
V.
E.
a llevar adelante la política firme i decorosa que ha adoptado en sus
relaciones con el enemigo,
i
a no dejar las armas de la mano hasta que
quede vengado el honor nacional i restablecido el equilibrio
i
la seguridad
de las Repúblicas del continente.