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nistro. Al aceptar la cornision, contrajo el sagrado compromiso
de emplear cuantos medios estuvie en a su alcance para defen–
der los grandes intereses que se le habian encomendado; i el
modo de llenar este deber fué sacrificar esos mismos intereses
i
convertirse en maligno censor de su Gobierno i de su patria.
En su
manifie~to
promete ser el abogado del jeneral Blanco, i
al tiempo de verificar su promesa, se alista entre los acusado–
res de aquel jefe. En efecto, ¿quién que sepa, corno sabe todo
Chile, i como tal vez sabrá todo el Perú, que el jeneral Blanco
no solo ha tenido una parte activa en las deliberaciones del
gabinete sobre la guerra del Perú, sino que ha llegado a ser
considerado corno el alma de la empresa; quién que esté al
cabo de estos hechos podrá ponerle a cubierto de las censuras
contenidas en el párrafo que acabarnos de copiar? ¿Quién que
conozca la estension de los deberes de] caudillo de un ejército,
podrá negar que esas censuras son las mas fuertes acusaciones
que se pueden hacer al jeneral que capitaneó nuestras tropas?
Defender a un jeneral diciendo que no conocia el clima, ni el
terreno, ni las estaciones del país en donde iba a hacer la gue–
rra, que ignoraba los medios que tenia a su disposicion el ene–
migo para privarle de recursos; que contaba con triunfos de
ejércitos
q1.Jepodian ser vencidos,
i
con defecciones de que nadie
podia salir garante, no es defenderle, sino acusarle, i acusarle hi–
riendo en lo mas vivo su amor propio, porque es dar por sen–
tado que ignora que sus deberes le obligan a no contar sino
con lo que es seguro, i a adquirir una profunda instruccion de
Ja naturaleza
i
del estado del pais que va a ser el teatro de la
guerra, i que por consiguiente desconoce la magnitud de la em–
presa que
se
encomienda a su direccion "........
11
~las,
estan
m ui léjos de ser justas semejantes acusaciones. El terreno, el
clima
i
todos los datos que puede suministrar el estudio de la
jeografía del Perú, son bastante conocidos en Chile para que
se pueda juzgar desnudos de ellos a nuestros militares, de los
que una gran parte ha hecho mucho tiempo la guerra en los
arenales i los ·cerros que quiere presentar Irizarri como tierras
reden descubiertas En cuanto a las defecciones que sufriria el
enemigo i a los triunfos del ejército arjentino, no han entrado
en el número de los antecedentes infalibles de la empresa, ni