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290 -

rador estuvo

desproviSto de medios de subsz'stencia/

i 4.

0

que al

ejército no se le facilitó la movilidad necesaria...

La Fuente niega absolutamente la justicia de estos cargos. En

cuanto al primero, afirma que nunca hizo tales promesas de un

modo formal, sino que expresó la opinion de ser mui probable

que el ejército con siguiese en el Perú los recursos necesarios

para su

subsi ~ te ncia

i

aumento de sus fuerzas; que si estas pro–

babilidades no se realizaron a pedir de boca, culpa

fué

de la

conducta vacilante de Blanco. Esta misma conducta i la falta

de todo plan, a

í

como la cortesía excesiva del jeneral en jefe

para con el enemigo, amilanaron a los pueblos e impidieron su

cooperacion. Blanco no hizo mas que oponerse a todas las me–

d idas que la Fuente, Vivanco, Castilla, etc., creian indispensa–

bles para levantar a los pueblos, con lo cual queda contestado

el cargo segundo. Añade en este particular que, a pesar de

todo,

11

el dia

I

5

(de Nov z'embre),

luego que las columnas ene–

migas bajaron a Paucarpata, se llenó la prefectura de volun–

tari os en solicitud de armas para concurrrir a la batalla.11

Sobre el cargo tercero dice: 11El ejército

nunca estuvo despro–

visto de

1nedz'os

de subsz'stencz'a,

porque, segun la partida del do–

cumento núm.

1,

hasta el

22

de Octubre no dejó de recibir dia–

riamente su rancho de la provision, i del

22

para adelante se

daban por Te orería

500

pesos diarios, es decir, ciento

i

mas

pesos de exceso, para suplir las faltas que ocurrieran, como así

sucedió en los tres o cuatro dias inmediatos al aciago

i7,

en

que no fué posible completar los

500

pesos por los motivos

mencionados. En Uchumayo existian

730

i

tantos carneros

i

85

re~es

que consumió el ejército en su regreso (núm. 4), sin

incluir el ganado que por un culpable abandono nos quitó el

enemigo en Vitor, i el depósito de Arequipa conservaba reses

suficientes para a egurar la subsistencia del ejército, ya avan–

zase o se retirase. Ademas, la abundancia de un pais que man–

tiene cómodamente treinta i tantos mil habitantes con los fru–

tos de su rica campiña, i la aptitud de apelar en último caso a

los medios extremos, siempre eficaces, ¿no garantian hasta con–

tra el temor de la falta de víveres? Pero la prueba mas conclu–

yente de que el ejército no estuvo, ni pudo estar desprovisto de

medios de subsistencia, es que la comisaría ha regresado con