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rador estuvo
desproviSto de medios de subsz'stencia/
i 4.
0
que al
ejército no se le facilitó la movilidad necesaria...
La Fuente niega absolutamente la justicia de estos cargos. En
cuanto al primero, afirma que nunca hizo tales promesas de un
modo formal, sino que expresó la opinion de ser mui probable
que el ejército con siguiese en el Perú los recursos necesarios
para su
subsi ~ te ncia
i
aumento de sus fuerzas; que si estas pro–
babilidades no se realizaron a pedir de boca, culpa
fué
de la
conducta vacilante de Blanco. Esta misma conducta i la falta
de todo plan, a
í
como la cortesía excesiva del jeneral en jefe
para con el enemigo, amilanaron a los pueblos e impidieron su
cooperacion. Blanco no hizo mas que oponerse a todas las me–
d idas que la Fuente, Vivanco, Castilla, etc., creian indispensa–
bles para levantar a los pueblos, con lo cual queda contestado
el cargo segundo. Añade en este particular que, a pesar de
todo,
11
el dia
I
5
(de Nov z'embre),
luego que las columnas ene–
migas bajaron a Paucarpata, se llenó la prefectura de volun–
tari os en solicitud de armas para concurrrir a la batalla.11
Sobre el cargo tercero dice: 11El ejército
nunca estuvo despro–
visto de
1nedz'os
de subsz'stencz'a,
porque, segun la partida del do–
cumento núm.
1,
hasta el
22
de Octubre no dejó de recibir dia–
riamente su rancho de la provision, i del
22
para adelante se
daban por Te orería
500
pesos diarios, es decir, ciento
i
mas
pesos de exceso, para suplir las faltas que ocurrieran, como así
sucedió en los tres o cuatro dias inmediatos al aciago
i7,
en
que no fué posible completar los
500
pesos por los motivos
mencionados. En Uchumayo existian
730
i
tantos carneros
i
85
re~es
que consumió el ejército en su regreso (núm. 4), sin
incluir el ganado que por un culpable abandono nos quitó el
enemigo en Vitor, i el depósito de Arequipa conservaba reses
suficientes para a egurar la subsistencia del ejército, ya avan–
zase o se retirase. Ademas, la abundancia de un pais que man–
tiene cómodamente treinta i tantos mil habitantes con los fru–
tos de su rica campiña, i la aptitud de apelar en último caso a
los medios extremos, siempre eficaces, ¿no garantian hasta con–
tra el temor de la falta de víveres? Pero la prueba mas conclu–
yente de que el ejército no estuvo, ni pudo estar desprovisto de
medios de subsistencia, es que la comisaría ha regresado con