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si srno al oficio en que el Gobierno le

comunicó el decreto; la

Municipalidat.1 d

rrnt iago le cedió una parte de sus rentas, por

via de empréstito, miéntra. durase la nueva campaña;

i

las ma–

nifestaciones i ofrecimientos de los ciudadanos se multiplicaron

de tal modo que el Gobierno crey6 conveniente organizar co–

mi iones en todo

los departamentos de la República para re–

cibir las erogaciones voluntarias. (6) La prensa por su parte se

desató en hoja-;

suelta~

i

peri6dicos eventuales que con extraor–

dinaria intemperancia ceni.,uraron la campaña de Arequipa, los

tratados i a sus autores, si bien no faltaron plumas que hicieran

la defensa de estos últimos, particularmente del jeneral Blanco,

cuya conducta halló palabras de excu. a

i

de caballeroso respe–

to en mas de uno de los mismos periódicos que reprobaron los

tratados (7).

Al decretar la continuacion de la guerra, con el jeneral aplau–

so de la República, el Gobierno se encontró, no obstante, en

(6)

El

Araucnuo

de

22

de Diciembre de 1837.

(7) El mismo

Araucano

en u numero de

22

de Diciembre, de pue de

criticar i condenar el tratado de Paucarpata, segun acabamos de referir,

terminaba u articulo con esta palabra : «Por lo dema

,

per uadidos como

lo e tamo

i

como creemos que lo e tá el público todo, de que el tratado

es inadmi ible

i

no podría ratificar e por e te Gobierno, sin mengua del

honor nacional, no por e o abrigamos la menor duda acerca de la pureza de

intenciones de nuestro Plenipotenc!ario , que, manifescando haber traspa–

sado sus podere ,

i

dejando como dejaron absolutamente libre la ratifica–

cion del Gobierno, miraron como de menor con ecuencia un acuerdo que

a onda obligaba En la censura amarga que bajo e te

i

otros respectos se

ha hecho de la conducta del jeneral Blanco, no

parece que e ha faltado

a la ju ticia, i que se ha echado en olvido la larga esperiencia que ha hecho

e ta República del patri otismo i acrisolado honor de este jefe,

i

los distin–

guido

en·icio

ron

que ha contribuido otra vece a la vindicacion de sus

derechos i a la gloria de su arma

Por su parte

El

Jlercurio

de Valparaiso, en su número de

2

r de Diciembre,

despues de decir que estaba en po esion de alguno otro

dato

obre las

circunstancias que produjeron el tratado de Paucarpata, añadia: «Cuales–

quiera que sean lo errores que e atribuyan al señor jeneral Blanco por su

conducta militar en la reciente campaña, creemo que ello deben apreciarse,

sin poner en duda por un in tante, el patrioti mo, rectitud de principios

i

nobleza de carácter que tiene acreditados en su larga carrera pública!»

(Véase letra K del.Apéndice).