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de la Confederacion, pero cuando Santa Cruz la preparaba,

cuando ocupaba militarmente el Perú i dirijia sus deitinos, sin

haber lugar a duda. Pero dejando a un lado esta observacion

un poco nimia i sutil de

El Araucano,

es lo cierto que la decla–

racion referida era una satisfaccion por demas baladí e incon–

ducente, pues no implicaba otra cosa que la negacion de un ac–

to de felonía contra Chile: Santa Cruz negó t?oda su vida haber

tenido parte directa ni indirecta en aquella expedicion preparada

i organizada en el suelo peruano, para derribar a un Gobierno

con quien lo ligaban los vínculos de una perfecta amistad. (4)

El periódico oficial hallaba tambien deficiente

i

fácil de eludir

con efujios i pretextos, la cláusula 5.ª del tratado, segun la cual

las partes contratantes se comprometian a celebrar pactos es–

peciales de comercio, que red procamente serian considerados

como los de la nacion mas favorecida. La medida mas perju·

dicial para Chile consultada en los reglamento3 de comercio de

la Confederacion, consistía en imponer dobles derechos de im–

portacion a las mercaderías que tocasen en cualquier puerto

del Pacífico, ántes de llegar a las

costa~

de los Estados con ..

federados. El objeto evidente de esta disposicion era impedir

el comercio de tránsito que se hacia por Valparaiso, en cuyos

almacenes se depositaban las mercaderías extranjeras destina–

das al consumo de la mayor parte de los Estados del Pacífico.

En este particular, Chile gozaba de una situacion única

i

privi ..

lejiada, por la naturaleza misma de las cosas, de manera que,

aun en la hipótesis de ser considerado en un tratado de comer–

cio como la nacion mas favorecida, bien podia ser despojado

de una ventaja que solo él disfrutaba en

el

movimiento mercan ..

til del Pacífico.

En materia de satisfacciones, el mismo periódico censuraba

que en el tratado no se hubiera estampado una sola palabra

de reparacion por el ultraje inferido al Encargado de Negocios

de Chile en el Perú, al ser arrestado en un cuartel por órden

del jeneral Santa Cruz, cuando se supo en Lima la captura de

los buques peruanos por el

Aquiles.

(4) Véase nuestra

Historia de Chile

durante los cuarenta años, etc., to–

mo II, cap. XXIII.

C. DRL E. CHILENO

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