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rio que el ejército restaurador marchase precipitadamente so–

bre Tacna, pues de otro modo se daria tiempo a que López re–

cibiera órdenes superiores, que se veria en la necesidad de

obedecer; que, en fin, a pesar del mandato perentorio impartido

a las autoridades de retirar to-:Ios los recursos

i

arrasar los cam–

pos provistos de mieses o de forrajes, el jeneral López se habia

desentendido de tales órdenes, a fin de que el ejército chileno

encontrara los auxilios necesarios.

La mision del teniente coronel Ponce fué mirada con des–

confianza, por cuanto no iba escrita

i

garantida con la firma del

jeneral López. Blanco indicó al emisario que regresara a Tac–

na con una carta que se proponía escribir al jeneral, a lo que

el emisario respondió indicando como un paso mas conveniente

i seguro el que se enviase, en lugar suyo, un parlamentario que

mereciese la confianza del jeneral en jefe. Con este motivo i

con el cargo indicado fué enviado el dia 26 a Tacna el coronel

peruano don Juan Antonio Ugarteche. En la tarde del mismo

dia la escuadra, con un apresuramiento inexplicable, dió la vela,

rumbo al puerto de Islrt.i, perteneciente al departamento de

Arequipa. Ugarteche regresó de Tacna, trayendo confirmado

todo lo expuesto por el teniente coronel Ponce,

i

tuvo que va–

lerse de un buque sardo para alcanzar la escuadra en Islai. (5)

(5) Declaracion de don José Ponce en el proceso del jeneral Blanco.

Ponce, segun su propio testimonio, habia servido en el ejército del Perú

hasta obtener el grado de teniente coronel. De pues de mui séria aventu–

ras politicas

i

militares, habia quedado fuera del servicio por su opiniones

contrarias al Gobierno protectoral. En su declaracion expu o que babia

e tado de acuerdo con el jeneral López para verificar un pronuncia–

miento aun ántes que llegase al Perú el ejército restaurador; pero hallán–

dose sindicado de enemigo político, i estando el jeneral rodeado de espía ,

ámbo habían tropezado con grandes dificultade para ver e i conferenciar;

que, a pesar de todo, Lopez le mandó un recado tan pronto como

upo la

llegada de la expedicion chilena, a fin de que marcha e a informar a Blanco

de los hechos

i

antecedente ya referido , i que llenó u cometido hablando

con el jeneral Blanco i don Antonio José de Irizarri a bordo de la corbeta

Libertad

i

en presencia de

los jenerales

i

otros jefes peruanos que iban con

el ejército chileno. Entre otra

cosa

agregó Ponce: que habiendo ini–

ciado don Felipe Pardo una conversacion

obre el poco entu ia mo del

pueblo de Arica en presencia del ejérdto restaurador, le contestó Blanco:

«Uds. no saben lo que conmigo ha sucedido. A las 8 de la noche e me han