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Blanco desembarcó
i
nombró al coronel Lopera por gobernador
del puerto. Mas la falta de un muelle, la altura de los rebazos
en que está situada la poblacion
i
que se avanzan hasta la mis–
ma orilla del mar; el largo desierto arenoso, llamado Pampa de
Islay, que se estiende a espaldas del pueblo en la direccion no–
reste,
i
las noticias habidas sobre la paralizacion del comercio
i
escasez de víveres, hicieron que la expedicion enderezase al
que les ha turbado, i desista del ominoso cargo de ser instrumento de cala–
midades.
Dios guarde a V. E.-FRANCisco LóPEZ
DE
QunwGA.-
Valentin
Ledes~
ma,
Secretario.>J
Ya dias ántes, en el número del 8 de Octubre el mismo
Eco del Norte
habia dado cuenta de la mision de Ugarteche en estos términos: «Ugarte–
che, oficial que fué del Perú, marchó para Tacna de parlamentario cerca del
jeneral López, para practicar su diplomacia revolucionaria i seductora. El
noble
i
bizarro jeneral ha respondido con el honor que le caracteriza i con
la bravura del valiente que se indigna, oyendo proposiciones villanas•••
»
Dada la buena fé del jeneral López en sus negociaciones con Blanco
(i este punto está corroborado por los testimonios de los emisarios Ponce
i Ugarteche, del jeneral don Ramon Castilla i del mismo jeneral Blanco,
i
sobre todo por los hechos que luego referiremos i que tuvieron a López en
trance de ser fusilado por Santa Cruz) es indudable que el oficio que aca–
bamos de trascribir, fué una estratajema calculada para engañar al Gobierno
protectora!
i
evitar que concibiese sospechas de López con ocasion de su en–
trevista con un parlamentario del enemigo, hecho que no podia quedar re–
servado i sobre el cual era preciso dar explicacione mui satisfactorias. Es
pues mui probable que un ejemplar de este mismo oficio fuese entregado a
Ugarteche, ya para satisfaccion de los espías i de los partidarios del Protec–
tor que rodeaban a López, ya para el caso no improbable de que la corres–
pondencia confiada a Ugarteche pudiera serle arrebatada en su regreso a
Arica.
Sobre la cooperacion del jeneral López a las miras del Gobierno de Chi–
le, dice don Antonio José de Irizarri: «:El jeneral López no habló con el
jeneral
Bl~nco,
ni le escribió una letra mas que las que contiene el oficio
en que rechaza con vigor las insinuaciones que se le hicieron para que
abandonase la causa que defendía. Pero sea lo que fuese de la verdad que
hubiese en el recado que trajo el coronel Ugarte---he, lo que no tiene duda
es que aquel jeneral no contaba con un solo hombre de su division para
defeccionar e, porque cuando él quiso retirarse a Bolivia, no le acompañó
sino un oficial, el capitan Morales, que estaba pre o.»-(lmpugnacion a los
artículos publicados en
El lYlercurio
de Valparaiso sobre la campaña del
ejército restaurador, por Antonio José de Irizarri. Arequipa, 1838.)