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No era en verdad Arequipa el departamento que por sus recur–
so , su carácter i antecedentes políticos pudiera ofrecer mas faci–
lidades al ejército invasor. Fresca estaba la memoria de la acti·
tud que aquel departamento inquieto i altivo habia tornado en la
última guerra civil del Perú i en la intervencion de Santa Cruz,
habiendo sido el asilo mas seguro de Orbegoso en sus infortu–
nados di as, habiendo sido Soca baya el campo de la final derrota
de Salaverry, i la ciudad de Arequipa el teatro de inmolacion
i
la tumba del célebre caudillo
i
de sus principales cornpafíeros
de armas. Si Arequipa no estaba firmemente adherido a Santa
Cruz i a la Confederacion, lo estaba, al ménos, mucho mas que
los otros departamentos del Perú, entre los cuales los que corn–
ponian el Estado Nar-peruano, eran positivamente los rnénos
afectos al sistema protectora1. Sin duda estas con. ideraciones
habian inducid0 a La Fuente a proponer que el ejército restau–
rador, corno se llamó al expedicionario de Chile, hiciese su inva–
sion por el norte del Perú. Mas, persuadido, por otra parte, de
que ni aun en Arequipa faltaban numerosos enemigos del Pro–
tectorado, lisonjeado tal vez con Ja esperanza de que aquel pue–
blo, cuya índole descontentadiza i revolucionaria conocía rnui
bien, cayese fácilmente en la tentacion de sacudir el yugo de
Santa Cruz, tan pronto como pudiera contar con la presencia
de un ejército auxiliar acabó por ceder a la opinion del jeneral
en jefe, quedando convenido que el desembarco en la costa de
.Arequipa se haria corno una tentativa para llamar la atencion
del enemigo hácia aquella parte, probar la opinion de sus pueblos,
i
en el caso de que todo fuese mal, seguir la campaña al norte
(1).
No se puede desconocer que la ocupacion de Arequipa, corno
punto estratéjico, ofrecía a la campaña del ejército restaurador
probabilidades de buen suceso mui dignas de atencion. La
proximidad de aquella importante ciudad a Bolivia, permitía
al ejército de ocupacion auxiliar mas de cerca a las fuerzas ar-
(r) Declaracion del jeneral La Fuente en el proceso instruido en consejo
de guerra «al teniente jeneral de los ejércitos de la República i vice almi–
rante de la marina nacional don Manuel Blanco Encalada, sindicado de
varios cargos sobre su conducta militar como jeneral en jefe del ejército
re taurador del Perú». Archivo de la Comandancia Jeneral de Arma de
Santiago.