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capitan Carrillo con una compañía del Valdivia para que cus–
todiara los almacenes de la aduana, que habían quedado aban–
donados. Carrillo cometió la indignidad de sustraer o tolerar
al ménos, que unos pocos soldados sustrajeran algunas merca–
derías de dichos almacenes. Descubierto el robo, Carrillo
fué
inmediatamente sometido a juicio, condenado a muerte i ejecu–
tado el dia
2
5. (4) El jeneral en jefe se apresuró a dar en una
proclama satisfacciones al comercio i vecindario de Arica, e
hizo indemnizar con fondos de la caja del ejército los perjuicios
redamados por los comerciantes, i que ascendian a poco. mas
de
3,000
pesos. Corrió el hechp con la velocidad del rayo,
i
los
periódicos de A.requipa i en jeneral la prensa toda del Protecto–
rado lo denunciaron, lo comentaron
i
lo arguyeron como una
prueba clásica de lo que en todos los tonos procuraban inculcar
en la opinion de los pueblos, a saber: que la guerra declarada por
Chile no tenia mas objeto que el pillaje i la humillacion del Perú,
i
que el ejército expedicionario era solo una horda de bandidos.
Hallábase el jeneral López de Quiroga en la ciudad de Tacna,
capital del departamento de Moquegua, situada poco mas de
diez leguas al nor-este de Arica, i apénas informado del arribo
de la armada chilena a este puerto, despachó un emisario (el te–
niente coronel peruano don José Ponce) al jeneral
Blanco~
con
el encargo de asegurarle la buena disposicion en que López se
hallaba de coadyuvar a los fines de la expedicion; que no tenia
intencion de unirse con el ejército chileno, por evitar la mancha
de traidor, pero sí de moverse inmediatamente sobre la Paz
(Bolivia) donde baria un pronunciamiento i procurada apode–
rarse del mismo jeneral Santa Cruz. Añadió el emisario, siem–
pre a nombre de López, que podia contarse para la revolucion
con el batallon Arequipa, que estaba en el departamento de
Puno; mas, para que tuviera efecto todo este plan, era necesa-
(4)
Este capitan Carrillo parece que era uno de los pocos oficiales del
Valdivia, que, segun el testimonio de don Agustín Márquez, estuvieron de
acuerdo con los capitanes del Maipú para hacer el motin de Quillota, i que
por un raro conjunto de circunstancias no cumplieron al fin su compromiso.
(Véase
Historia de l'lzile durante los cuarenta aiíos,
etc., tomo
2.
0
páj.
428,
nota
I
5.)