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do supremo de la República. En este sentido escribió a Prieto,

de quien obtuvo respuesta favorable; mas, cuando sobre el mis–

mo asunto escribió a Freire, acababa éste de salir de San–

tiago.

(10)

Sea de esto lo que fuere,

lo cierto es que Blanco apareció

pronto ligado al Gobierno de Prieto, mereciendo su confianza

hasta el punto de que se le encomendara en 1837 Ja campaña em–

prendida contra Santa Cruz. No se puede dudar, por tanto, que

Blanco no se comprometió jamás en actos que manifestaran una

condenacion franca de la revolucion del

29,

i que al ver ésta

consumada i dirijida por la intelijencia i el carácter superior de

Portales, acabase por absolver i aun aplaudir al nuevo Gobier–

no i el nuevo órden político.

En la jornada del Baron contra los amotinados de Quillota

(Junio de

l

837), la estrella de Blanco brilló tan propicia como

en el dia de la captura de la

Maria Isabel,

i

permitió augurar

gloriosos triunfos en la campaña que iba a emprenderse.

Distinguian a Blanco Encalada su porte marcial i arrogante,

su figura gallarda, sus modales cortesanos, una gran inclinacion

a la vida rumbosa, galante i aristocrática, que le arrastraba a

cultivar casi exclusivamente a los ricos, a las bellas i a las fami–

lias linajudas, lo que no dañaba, sin embargo, a su tempera–

mento militar, porque indudablemente Blanco tenia el valor del

soldado i era capaz de soportar todas las desagradables contin–

jencias de su carrera. Eran propios de su carácter i aun le pre–

ocupaban los rasgos caballerescos de corte antiguo, virtud o de–

fecto, pero brillante, quc,como ya veremos, le hizo cometer mas

de un traspies en su vida militar. Aunque mui inclinado a la

exajeracion, no le gustaba ni la intriga, ni la mentira, i se po–

dia confiar en su palabra. Quizas por esto mismo, i a despecho

de su clara intelijencia, adolecia de cierta credulidad un poco

cándida, que lo exponía a caer en las redes de la asechanza i a

ver burladas sus mas bellas expectativas.

A solicitud de Blanco Encalada, fué nombrado jefe del Es-

(ro) Apuntes citados Nada añade este documento que explique el va–

limiento que luego alcanzó Blanco en la administracion del jeneral Prieto.

C. DEL E. CHILENO

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