volucion de independencia. Al fin, contrariado i abrumado por
las intriga · de partido, por lo
desórdenes consiguientes a la
efervescencia de las pa iones políticas, por la excesiva penuria
de las arcas públicas, i puesto en contradicción con el mismo
Congreso que lo había elejido por Director de la República,
Blanco se declaró impotente para dominar la situacion
i
renun–
ció el mando supremo a los pocos meses de ejercerlo. (9)
Cuando la revolucion descabellada del coronel U rriola en
1828, Blanco, ape ar de creerse ofendido por el jeneral Pinto, a
la sazon Vicepresidente en ejercicio, se acercó a éste para acon–
sejarle que no se moviera de Santiago, contra la opinion de al–
gunos partidarios que le peclian fuese a reunirse con la fuerza
que tenia el jeneral Borgoña en la Calera. Pinto, que se creia
perdido, se quedó en su casa particular, i allí
fué
todavia Blan–
co con su hermano don Ventura a pedirle que ocupara el pala–
cio de Gobierno. Pinto accedió; U rriola i sus fuerzas amotina–
das acabaron por someterse a la autoridad legal.
Blanco no aceptó la revolucion de 1829, aunque creía que la
constitucion política recien jurada, había sido violada por el
Congreso. Llevado por el coronel Viel al campamento de la
chacra de la Merced, donde las fuerzas del Gobierno esperaban
un j efe de prestijio, rnanife tó e tar dispuesto a tomar el mando
de ellas, pero a condicion de que se propusiera al jeneral Prieto,
que con el ejército de la frontera araucana se dirijia ya a la ca–
pital en auxilio de la revolucion, no pasar el Maipo
i
someterse
al arbitraje de un congreso de plenipotenciarios de las provin–
cias. Entre tanto el Gobierno dió la direccion de sus tropas al
j
eneral Lastra.
Despues de los sucesos de Ochagavía i ocupada ya la capital
por el ejército de Prieto, el jeneral Freire, escondido en la ciu–
dad misma, hizo llamar a Blanco para pedirle que fuese a
to–
mar el mando de las fuerzas de Aconcagua. Parece qu€ Blanco
no se decidió a aceptar la comision, i a su vez aconsejó a Freire
que dejara su escondite i se fuera al sur; mas éste prefirió mar
charse a Coquimbo. Blanco era de parecer que todo podia arre–
glarse, si
Prieto
i
Freire se comprornetian a no aceptar el man-
(9) Concha
i
Toro, Memoria citada.