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Cruz renunció a él, por Ja esperanza de que Chile se desistiera

de la guerra, o de que, en último caso, sus planes belicosos fue–

ran desbaratados por una revoluci< n. Ademas, por lo que ya

hemos referido en 6rden a la situacion del Protector con res-

cartas onjinales firmadas por un tal Estéban Fernández i dirijidas a Santa

Cruz, la una con fecha

6

de Abril de 1837, desde el pueblo de Atacama, i la

otra con fecha

22

del mismo mes, desde Calama. Adjunto a

1()

última hai un

pliego que contiene el i6nerario o derrotero de Cotagaita al pueblo de Ata–

cama por dos distintas vías: la primera comprende 146 leguas, i es la misma

que Santa Cruz atravesó en 1834 en su viaje de la capital de Bolivia al puer–

to de Cobija, suceso que la adulacion palaciega i el mismo Santa Cruz levan–

taron a la altura de una hazaña Iejendaria (Véase el Manifiesto de Santa Cruz,

Quito 1840)· la otra via, mas directa, pero ménos cómoda, mide

131

leguas.

Un tercer cuadro trazado en el mismo pliego, indica el derrotero de Ata–

cama hasta Copiapó (157 leguas). A juzgar por las enunciadas cartas, Fer–

n ández hizo, con el auxilio de prácticos, el estudio de las referidas vías. En

la carta de

6

de Abril escribia, entre otras cosas, lo siguiente: «En órden a

la prevencion que V.

E.

me hace sobre la espedicion que trata de mandar

hasta Copiapó, me ha parecido la determinacion mas sábia para sorprender

a los chilenos. Yo, en cumplimiento de mi deber, me comprometo a practi–

car cuantos sacrificios esten a mis alcances para el mejor éxito de esta im–

portante empresa, personalmente i sin valerme del gobernador Tuefiño, que

no tiene aptitudes. En el momento que recibí sus órdenes en el mineral

del Rosario, 60 leguas distante de esta capital, me puse en marcha, i con la

reserva que merece este asunto, traté de informarme de los vecinos mas

honrados i prácticos, de los caminos

i

sus localidades, i he tenido Ja fortuna

de formar los derroteros adjuntos con bastante exactitud, i por ellos verá

V. E. que todo es practicable; i para afianzar mejor ésta mi asercion, he

mandado dos comí ion ados ... Estoi bien penetrado que el proyecto es prac–

ticable, por no haber largas travesías que nos impidan; lo caminos permi–

ten hasta el puder 11evar arti11ería volante. Creo que i V. E. tiene a bien el

realizarlo, no tiene mas que darme órdenes con anticipacion para mandar

preparar los vi veres , cabalgaduras i forrajes, con concepto que la mayor

parte de ellos tengo que buscarlos del otro lado de la cordillera de los pun–

tos del Rosario

i

Antof agasta, donde se encuentran ganados vacuno i lanar,

porque en estos lugares son algo escasos•..

»

Estas cartas fueron remitidas al Ministro Portales con una esquela anó–

nirra escrita en estos términos. «Un amigo remite a V. la adjunta, que

ha podido sustraerse de cierta parte. Aquí se hace mucho misterio del ne_

gocio, pero todo se abe. Parece que el jeneral O'Connor es el destinado a

mandar ]a e pedicion, de la que no puedo dar m:is pormenores».

Véase en el Apéndice nota A, al final.