LIBROS & ARTES
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omo en la mayoría de
sus piezas, también en
esta es el entramado con el
que se propone, y no la fá-
bula, lo que le da cierto va-
lor literario al drama y nos
permite hacer una serie de
consideraciones en torno a
la poética del autor.
Al contrario de las no-
velas, donde trata de repre-
sentar de forma verídica la
realidad cotidiana, en sus
dramas Mario Vargas Llosa
remarca que «El teatro no es
la vida, sino el teatro, es de-
cir otra vida, la de mentiras,
la de ficción».
1
Por tal mo-
tivo, exalta la virtud de la
‘mentira’ por encima de la
realidad. La mentira, por
otro lado, constituye la base
de la creación literaria; y
para el hombre crear, inven-
tar historias es necesario, en-
tre otras cosas, para aplacar
los «apetitos» de la fantasía
que «[…] siempre desbordan
los límites dentro de los que
se mueve ese cuerpo mortal
al que le ha sido concedida
la perversa prerrogativa de
imaginar las mil y una aven-
turas y protagonizar apenas
diez».
2
Esto, como se verá, no
vale sólo para los hombres
de carne y hueso: en las pie-
zas de Vargas Llosa, también
los personajes de ficción (a
quienes el autor les concede
aún menores posibilidades de
las que se les da a las perso-
nas en la vida real) parecen
buscar el escape de la fanta-
sía para sobrevivir. Este de-
seo de construir historias,
pues, es el resorte que les da
vida a los acontecimientos
en la escena: sendas recupe-
raciones del pasado por par-
te de los personajes (enrique-
cido con lo que Vargas Llo-
sa define el «elemento aña-
dido») traducen el anhelo de
salir del rol gris y marginal
que les ha deparado su crea-
dor
3
para permitirles ser pro-
tagonistas de aventuras que
nunca sucedieron.
...
La Chunga
4
está dividida
en dos actos y quince cua-
dros (cinco en el primer acto
y diez en el segundo); y cada
uno de estos últimos lleva un
título que define o comenta
a veces la acción, otras ve-
ces la perspectiva o algún que
otro personaje.
El argumento de la pie-
za, como se acaba de decir,
es bastante simple. En una
tasca de las afueras de Piura,
cuatro amigos –que se auto-
definen los Inconquistables –
juegan a los dados como to-
das las noches. Y, como to-
das las noches evocan el epi-
sodio de cuando Josefino, el
más mujeriego del grupo, lle-
vó al barucho a su última
conquista, para alardear de
ella con los compañeros y
presentársela a la Chunga, la
dueña del mugriento local.
Esta última, presa de la jo-
ven y bella Mercedes, no se
preocupa de ocultar su deseo
de entrar en intimidad con
la ingenua Mechita.
Todos recuerdan que, esa
noche, Josefino pierde a los
dados una gran cantidad de
dinero; y que este, habiendo
notado la debilidad de la
Chunga hacia la muchacha,
le propone un trato: por tres
mil soles, le alquilará a Me-
che una noche entera.
La Chunga acepta y se va
con la joven al cuarto de
arriba. Lo que pasa a partir
de ese momento nunca se
sabrá. Lo único cierto es que
Meche, a partir de esa no-
che, desaparece para siem-
pre. Así que en el presente
de la escena, después de un
tiempo indefinido, al reme-
morar el episodio, cada uno
de los Inconquistables crea
la continuación de aquella
historia, y la revive, como si
fuera un auténtico recuerdo,
según su propia perspectiva
individual, determinada por
los demonios personales.
Cuando los personajes
vuelven del tiempo de la
memoria al presente de la
evocación, es la hora de ce-
rrar el bar. Los Inconquista-
bles se van pensando en la
próxima noche de vagancia
que pasarán en la tasca de
Piura.
...
Como se puede apreciar,
se trata de una historia plan-
teada con un procedimiento
analéptico, donde la parte
fundamental no es represen-
tada por el «relato primero»,
sino por el «secundario»,
5
que consiste en la recupera-
ción retrospectiva del pasa-
do. De hecho, es paradóji-
camente en este segundo pla-
no donde los Inconquista-
bles, dejando el tiempo casi
estático del presente (en que
únicamente se juega la par-
tida de dados) y penetrando
en el de la memoria, se ven
involucrados en secuencias
de cierto dinamismo.
Además, como se verá, la
temporalidad del presente de
la escena, ya lenta de por sí,
en algunos momentos llega-
rá hasta a bloquearse, para
dejar espacio al tiempo sub-
jetivo del recuerdo: los acon-
tecimientos del pasado re-
memorado, que en la mente
fluyen en pocos segundos, en
las tablas tienen que ser re-
presentados necesariamente
según el tiempo objetivo de
los relojes; así que para po-
der exponer los pocos ins-
tantes en que se construye
el recuerdo y dar la idea de
la rapidez del pensamiento
con respecto a la temporali-
Domenico Antonio Cusato
La Chunga
de Mario Vargas Llosa
TIEMPOS Y PERSPECTIVAS
DE LAMEMORIA
Pocos son los estudios sobre la producción teatral de Mario Vargas Llosa,
ya que la mayoría de los críticos considera este género como una ocupación marginal del escritor
peruano. Sin embargo, las piezas de nuestro autor no son menos interesantes que sus obras narrativas,
puesto que ponen de relieve su concepción sobre qué es y cómo se debe construir un texto literario.
C
1 Idem, «El teatro como fic-
ción», introducción a
Kathie y el hi-
popótamo
, cit., pág. 11.
2 Ibidem, pág. 10.
3 Sobre la problemática unamu-
niana a la que, tal vez inconsciente-
mente, se rehace Vargas Llosa (a pro-
pósito del personaje que trata de inde-
pendizarse de su creador), remito a mis
trabajos. «La señorita de Tacna» ovve-
ro la vocazione narrativa di Mario Var-
gas Llosa, en
Cultura Latinoameri-
cana
, nos. 1-2, 1999-2000, pág.
125 y Scarti temporali e intrusioni
metalettiche in «Kathie y el hipopóta-
mo» di Mario Vargas Llosa, en
Atti
del II Convegno di Studi su «Tes-
to, metodo, elaborazione elettro-
nica»
, Messina-Milazzo, 18-20 apri-
le 2002 (al cuidado de D. A. Cusato,
D. Iaria, R. M. Palermo), Messina,
Andrea Lippolis Editore, 2002
(c.d.s.).
4 Mario Vargas Llosa,
La Chun-
ga
, Barcelona, Seix Barral, 1983. La
edición que se utilizará en este trabajo
es la publicada por la misma editorial en
1990.
5 «Toda anacronía constituye con
relación al relato en que se inserta – en
que se injerta– un relato temporalmen-
te secundario, subordinado al primero
[…]». Cfr. Gérard Genette,
Figuras
III
, Barcelona, Editorial Lumen,
1989, pág. 104.
La actriz Delfina Paredes en el papel de la Chunga, la dueña del local donde se desarrolla la historia.