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LIBROS & ARTES
a obra de Lorenzo Osores tiene una cualidad esencial: su
impacto es inmediato. Las armas del artista son, en este
caso, sus tintas chinas y sus papeles de arroz. Lo curioso es cómo
puede, valiéndose de estos instrumentos tan sutiles, imprimir-
le tal fuerza a sus dibujos y pinturas. Sin duda, maneja con suma
destreza sus pinceles y sabe dosificar sus trazos y manchas so-
bre el papel, de tal modo que consigue el efecto deseado sin
prodigarse en exceso. En ese sentido, sobresale en el contraste
entre figura y vacío, pues no necesita llenar todo el espacio
para expresar lo que quiere. Posee un don natural para situar a
sus personajes y dejar implícita una historia, como si asistiéra-
mos a una representación. De ahí el guiño socarrón que se ad-
vierte en sus composiciones, similares a los del actor que, de
pasada, hace un gesto de complicidad al auditorio.
La fuerza de Osores no está exenta de poesía. Hay en su ima-
ginería una frescura y un hálito de fantasía que dota a sus dibu-
jos de una atmósfera de encanto y ensoñación. No obstante,
como provocador nato que es, el artista se apresura a refrenar
el aliento lírico para desatar pulsiones ocultas: así, la ninfa de
carnes generosas que despierta nuestros apetitos es, de repen-
te, asaltada por un viejo sátiro cuyos afanes lúbricos revelan, a
fin de cuentas, los verdaderos instintos del espectador. En rea-
lidad, se trata de un juego sazonado con un toque fino de per-
DISPARATAD
Guillermo Ni
Las pinturas de
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