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LIBROS & ARTES

Página 3

grupo conformado por Ja-

vier Sologuren, cuyos pri-

meros versos se publica-

ron en 1939, Jorge Eduar-

do Eielson, Sebastián

Salazar Bondy y Blanca

Varela. Cada uno de estos

poetas ha alcanzado mu-

cha calidad y se ha con-

vertido en paradigma de

entrega al oficio. Uno de

ellos, Sebastián Salazar

Bondy, se transformó en

animador cultural, en pe-

riodista, en crítico de arte

y poco a poco fue ejercien-

do un liderazgo no en el

grupo inicial sino en toda

la sociedad. En vísperas

de su muerte, en 1965,

escribió uno de los libros

más bellos del siglo XX:

El

tacto de la araña.

La poesía inicial de

Sologuren y Eielson mues-

tra un gran conocimiento

de la tradición, tanto de la

española como la que vie-

ne del simbolismo y del

surrealismo, además de la

poesía peruana del siglo

XX. Algunos de los poemas

de

Detenimientos

(1947), de

Sologuren, o de

Reinos

(1945), de Eielson, conti-

núan ahora mismo estando

entre los mejores de sus res-

pectivos autores.

Paralelamente a esta

actividad de los poetas

mencionados y sin ningu-

na relación con ella, algu-

nos estudiantes de la Uni-

versidad Nacional Mayor

de San Marcos se agrupa-

ron bajo la denominación

“Los poetas del pueblo”.

Entre ellos figuraban

Mario Florián, Gustavo

Valcárcel, Felipe Neira,

Eduardo Jibaja, Guillermo

Carnero H., Luis Carnero

Checa. Aparte de Mario

Florián, el más destacado

fue Gustavo Valcárcel,

quien en su propia prácti-

ca poética mostró que

ciertos decires limeños de

media voz no se ajustaban

a la verdad. Se sostenía

que había una distancia

muy grande entre estos

jóvenes de patio y plazue-

la y Sologuren, Eielson y

Salazar. A estos últimos se

les reconocía calidad poé-

tica y se les atribuía arte

purismo, y a los del grupo

de Valcárcel se les tenía

por ignaros en poesía.

Valcárcel escribió un

poemario,

Confín del tiem-

po y de la rosa,

que rendía

expreso homenaje, a tra-

vés de varios epígrafes, a

Jorge Eduardo Eielson y

Martín Adán. Con ese li-

bro Valcárcel mereció en

1948 el Premio Nacional

de Poesía. Esa distinción la

había obtenido en 1944

Mario Florián y en 1945

Jorge Eduardo Eielson.

En los años cincuenta

emigraron Eielson, Solo-

guren y Blanca Varela y

aparece otra promoción

de escritores de la misma

generación. Uno de ellos,

Alejandro Romualdo Va-

lle (1926), hizo, junto con

Sebastián Salazar Bondy,

una de las mejores anto-

logías de la poesía perua-

na. Con este hecho se

prueba que entre los poe-

tas de la época hubo no

solamente cordialidad

sino continuidad en el tra-

bajo poético. Poco tiem-

po después que Romualdo

entraron el liza literaria

Carlos Germán Belli,

Francisco Bendezú, Wá-

shington Delgado, Efraín

Miranda, Leoncio Bueno,

Pablo Guevara, Américo

Ferrari, José Ruiz Rosas,

Fernando Quíspez Asín,

Leopoldo Chariarse, Yo-

landa Westphalen, Cecilia

Bustamante, Francisco Ca-

rrillo, Manuel Velázquez,

todos ellos poetas de reco-

nocido talento dentro y

fuera del Perú.

Hay una leyenda falsa

que habla de una oposi-

ción y hasta de una polé-

mica entre los poetas lla-

mados puros y los consi-

derados sociales. Macha-

do decía que no conocía

la poesía pura y eso vale

para los poetas peruanos.

Un orífice como Eielson es

capaz de los más desgarra-

dos acentos en un libro

como

Habitación en Roma

(1954) y un poeta aparen-

temente ensimismado co-

mo Javier Sologuren pue-

de entregarnos un poema

sentido que busca la en-

traña del significado del

Inca Garcilaso. Lo que

hubo entre 1958 y 1959

fue una polémica entre un

poeta, Alejandro Romual-

do, que había escrito en

1958

Edición extraordina-

ria,

y algunos críticos

como José Miguel Oviedo

o Mario Vargas Llosa que

le reprochaban a Romual-

do “el sacrificio de la poe-

sía”, como puede verse en

la revista

Literatura

N° 3

de 1959, publicación que

dirigían Abelardo Oquen-

do, Luis Loayza y Mario

Vargas Llosa. Más allá de

la hojarasca que deja un en-

frentamiento de circunstan-

cias, los críticos se equivo-

caron porque en ese mano-

jo de poemas de Romualdo

hay tres o cuatro que mere-

cen estar en toda antología

de poesía peruana.

Reactivado en los años

cincuenta, el grupo “Los

poetas del pueblo” incor-

poró entre sus miembros a

Juan Gonzalo Rose y a

Manuel Scorza. Rose es

uno de los líricos más fi-

nos del siglo XX y Scorza,

después de haber publica-

do tres libros de poesía, ha

destacado como novelista

y como animador cultural.

Han pasado poco más

de cincuenta años desde

que estos poetas empeza-

ron a escribir. Algunos crí-

ticos prefieren la escritura

de Jorge Eduardo Eielson,

otros, la de Javier Solo-

guren o la de Blanca Vare-

la, o la de Wáshington

Delgado, o la de Carlos

Germán Belli, o la de Ale-

jandro Romualdo o la de

Francisco Bendezú. En

todo caso, les debemos

agradecer a todos. En nu-

merosos momentos de su

historia el Perú tuvo poe-

tas de gran calidad, desde

González Prada, Vallejo,

Eguren, Martín Adán,

Westphalen, Moro, Oquen-

do, Abril, pero entre ellos

y sus coetáneos hubo a

veces diferencias abisma-

les. No ocurre esto con los

poetas de los años cin-

cuenta. Nunca hubo en el

Perú antes un grupo de

tanta calidad.

Después de este nece-

sario paréntesis, volvamos

a Blanca Varela. Si exis-

ten, como dice Northrop

Frye, poetas del cielo, del

edén, de la tierra y de las

cavernas, aunque algunos,

como Dante, atraviesan

todas las zonas, conviene

señalar que Blanca Varela

es poeta de la tierra y,

principalmente, de las ca-

vernas. Es una poeta que

excava en sus propias en-

trañas y que establece un

curioso contraste entre

una dicción límpida y el

sentimiento exacerbado

de estar arrojada en el

mundo. Es, si las compa-

raciones caben, el par fe-

menino de Paul Celan. Y

si hablamos de formación

literaria, sin duda conoce

bien el expresionismo, el

surrealismo y el existen-

cialismo, pero resulta

aventurado juzgarla de

acuerdo a los moldes de

cualquier escuela litera-

ria. La potencia de ese

primer poema que publi-

có, “Puerto Supe”,

llega

intacta hasta nosotros,

cuarenta años después de

su publicación.

REVISTADECULTURADE LABIBLIOTECANACIONALDEL PERÚ

Sinecio López

Director fundador

Hugo Neira

Director de la Biblioteca Nacional

LIBROS & ARTES

Editor Luis Valera

Ruth Alejos Aranda

Directora Técnica de la Biblioteca Nacional

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Lima, 2009

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