Previous Page  5 / 36 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 5 / 36 Next Page
Page Background

LIBROS & ARTES

Página 3

El año próximo se cumplirá un siglo del nacimien-

to de don Jorge Basadre. Amén de ser el gran histo-

riador de la República y un sabio de postín, Basadre

fue, ante todo, un hombre bueno. Queda descontada

la admiración que tengo por su obra extraordinaria,

sin embargo, aquí pretendo brindar un breve testimo-

nio de una cierta amistad. Amistad, como quien dice

amistad, es quizás demasiado pomposo. Fue más bien

esa relación, que se da a veces, entre un joven poeta

metete y deslumbrado y un maestro a todas luces

generoso.

Ahorita lo estoy viendo en su casa de la avenida

Orrantia charlando de las haciendas que dieron naci-

miento a San Isidro, pero, sobre todo, lo veo en esas

grandes comilonas que tuvimos en los chifas, enton-

ces todavía fabulosos, de la calle Capón.

No sé cómo ni cuando iniciamos el ritual de las

comidas chinas, la cosa es que, como quien no quie-

re la cosa, a comienzos de los años setenta, acompa-

ñados de Jorge Santistevan, solíamos deleitarnos en

los emporios de viandas cantonesas casi todas las

semanas del Señor.

Si, por casualidad, olvidaba de pasarle la voz, era

don Jorge quien, afanado, solía recordarme nuestra

cita gastronómica de honor. No crean que el maestro

era de chifitas así nomás. Ni hablar. Nada de sopa

wantán y wantán frito. Basadre era un exigente siba-

rita. Como el resto del grupete, para qué.

No bastaba con que un chifa estuviese de moda

para que nos tuviera entre sus comensales. Por el

contrario, el espíritu de aventura y exploración fue

uno de nuestros mayores placeres por aquellos días.

A las finales, recuerdo, recalamos con frecuencia en

un local de aspecto anodino en el jirón Paruro, el me-

morable Pe-kúo, donde se preparaba el mejor pato

laqueado, a la manera de Pekín, de toda la ciudad.

Era cosa de verlo a don Jorge. Feliz y diminuto,

con esos ojos tímidos y brillantes, entusiasta, enro-

llando en cada tortilla de maíz los pellejos dorados y

las carnes, sin olvidar, por cierto, los brotes de cebo-

lleta y la agridulce salsa joy-sin.

De sus conversaciones sólo puedo decir que sin

lugar a dudas eran sabias y siempre provechosas. Sin

embargo, lo que más guardo de aquellos mediodías

bien servidos era su infinita capacidad para tratar, como

si nada, los temas cotidianos del fútbol, la política, los

libros, la cartelera cinematográfica y, por supuesto, de

las maravillas que ocupaban nuestra mesa.

A pesar de ser entonces uno de los grandes inte-

lectuales del Perú, don Jorge no le hacía ascos a nin-

gún tema de leal conversación. Basadre era, como

se dice de los hombres del Renacimiento, un perso-

naje a quien ninguno de los temas divinos o profanos

le era ajeno. Al fin y al cabo, la historia era para él

una pasión viva, más llena de preguntas que de res-

puestas. Como en la vida real.

AL CHIFA

CON BASADRE

Antonio Cisneros

Santos Chocano, quien ha-

bría abandonado despavori-

damente el recinto al ver a

Basadre, debido a su gran

parecido con Edwin Elmo-

re, a quien el poeta había

asesinado en Santiago de

Chile.

Por propia confesión, la

Bibioteca Nacional definió

su vocación de historiador,

dejando de lado la de abo-

gado. Fue un colaborador

voluntario de la BNP den-

tro de un grupo de estudian-

tes universitarios organiza-

do por Raúl Porras Barre-

nechea. Luego entró a tra-

bajar en la sala Europa de

entonces y se mantuvo en la

BNP hasta 1929, año en el

que accedió a la Cátedra de

Historia del Perú en la Fa-

cultad de Letras de la Uni-

versidad Nacional Mayor

de San Marcos, incorpora-

ción memorable en la que

abrió el año académico en

presencia de Leguía con su

magistral exposición

La

multitud, la ciudad y el

campo

. Luego de un corto

tránsito por la Biblioteca de

la UNMSM, fue becado por

la fundación Carnegie para

estudiar la organización de

las principales bibliotecas

norteamericanas.

En 1943 Basadre renun-

ció a dictar un seminario so-

bre historia latinoamericana

en la Universidad de Colum-

bia para asumir el desafío de

reconstruir la BNP, primero

como Secretario del Comité

Pro-Reconstrucción de la

Biblioteca Nacional y lue-

go como director.

Basadre y sus colabora-

dores desplegaron imagina-

ción, esfuerzo y entusiasmo

en el desarrollo de esta enor-

me tarea, obteniendo los me-

jores resultados, pese a las

dificultades y a los pocos re-

cursos que ofrecía el gobier-

no. Basadre ha escrito con

franqueza sobre la actitud de

personas, grupos e institu-

ciones con respecto a la ta-

rea de reconstrucción de la

BNP: “El examen de las per-

sonas e instituciones donan-

tes suscita una desigual emo-

ción. No se hicieron presen-

tes, salvo pocas excepcio-

nes... la gente o las entida-

des más ricas del Perú. Nada

hicieron la Internacional

Petroleum, la Cerro de Pasco

Corporation, Graham Rowe

Co., la casa Milne, muchas

familias prominentes. Resul-

tó ilusorio el llamado que

hizo Víctor Andrés Bela-

únde en una carta que el dia-

rio

La Prensa

de Lima pu-

blicó el 12 de mayo de 1943.

Por el contrario, aparecieron

en las listas el personal ad-

ministrativo y docente de

varios colegios, funcionarios

de varias reparticiones pú-

blicas, sociedades, clubes

de tiro, sindicatos obreros,

estaciones de choferes, li-

brerías y particulares de la

más variada condición eco-

nómica con predominio de

los sectores sociales no

acaudalados”. Pero la obra

de Basadre no se limitó a

la Biblioteca sino que se

extendió al Consejo Nacio-

nal de Bibliotecas Popula-

res Municipales que creó

cuando fue ministro de

Educación durante 4 meses

en 1945 y recreó en diciem-

bre de 1956 cuando volvió

a tener el mismo cargo.

Basadre ha sido uno de

los mejores ministros de

Educación que ha tenido el

Perú. A él se le debe uno

de los diagnósticos más

descarnados de la educa-

ción peruana y de su

equipamiento, realizado

entre 1956 y 1958. El es

responsable también de una

temprana reforma educati-

va en la primaria y en la se-

cundaria que desde enton-

ces se expandió masiva-

mente. Uno de los prime-

ros planteamientos de una

educación intercultural fue

elaborado por él: en 1945

él había escrito el primer

tomo, que versaba sobre la

literatura quechua, de la

vasta colección de

Litera-

tura peruana

que dirigió

Ventura García Calderón.

Estas son razones más

que suficientes para que la

BNP recuerde con calidez

en este tercer número de

Li-

bros & Artes

a Jorge Ba-

sadre. Las nuevas genera-

ciones, a las que él dedicó

Perú, problema y posibili-

dad

, valoran la enorme, só-

lida y duradera obra de

Basadre y entienden que

toda ella ha sido realizada,

como él quería, “sin el as-

cetismo, la inspiración ni el

apasionamiento del após-

tol, pero anhelando la se-

renidad del hombre justo”.

En lamisma línea de re-

conocer las grandes contri-

buciones de autores perua-

nos y peruanistas, el cuarto

número de

Libros & Artes

será dedicado a Alexander

von Humboldt, coincidien-

do con el homenaje que le

rendirá también la Embaja-

da de Alemania, exhibien-

do sus diversas obras en el

Instituto Goethe de Lima.

“Por propia confesión, la Biblioteca

Nacional definió su vocación de histo-

riador, dejando de lado la de abogado”.