LIBROS & ARTES
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El año próximo se cumplirá un siglo del nacimien-
to de don Jorge Basadre. Amén de ser el gran histo-
riador de la República y un sabio de postín, Basadre
fue, ante todo, un hombre bueno. Queda descontada
la admiración que tengo por su obra extraordinaria,
sin embargo, aquí pretendo brindar un breve testimo-
nio de una cierta amistad. Amistad, como quien dice
amistad, es quizás demasiado pomposo. Fue más bien
esa relación, que se da a veces, entre un joven poeta
metete y deslumbrado y un maestro a todas luces
generoso.
Ahorita lo estoy viendo en su casa de la avenida
Orrantia charlando de las haciendas que dieron naci-
miento a San Isidro, pero, sobre todo, lo veo en esas
grandes comilonas que tuvimos en los chifas, enton-
ces todavía fabulosos, de la calle Capón.
No sé cómo ni cuando iniciamos el ritual de las
comidas chinas, la cosa es que, como quien no quie-
re la cosa, a comienzos de los años setenta, acompa-
ñados de Jorge Santistevan, solíamos deleitarnos en
los emporios de viandas cantonesas casi todas las
semanas del Señor.
Si, por casualidad, olvidaba de pasarle la voz, era
don Jorge quien, afanado, solía recordarme nuestra
cita gastronómica de honor. No crean que el maestro
era de chifitas así nomás. Ni hablar. Nada de sopa
wantán y wantán frito. Basadre era un exigente siba-
rita. Como el resto del grupete, para qué.
No bastaba con que un chifa estuviese de moda
para que nos tuviera entre sus comensales. Por el
contrario, el espíritu de aventura y exploración fue
uno de nuestros mayores placeres por aquellos días.
A las finales, recuerdo, recalamos con frecuencia en
un local de aspecto anodino en el jirón Paruro, el me-
morable Pe-kúo, donde se preparaba el mejor pato
laqueado, a la manera de Pekín, de toda la ciudad.
Era cosa de verlo a don Jorge. Feliz y diminuto,
con esos ojos tímidos y brillantes, entusiasta, enro-
llando en cada tortilla de maíz los pellejos dorados y
las carnes, sin olvidar, por cierto, los brotes de cebo-
lleta y la agridulce salsa joy-sin.
De sus conversaciones sólo puedo decir que sin
lugar a dudas eran sabias y siempre provechosas. Sin
embargo, lo que más guardo de aquellos mediodías
bien servidos era su infinita capacidad para tratar, como
si nada, los temas cotidianos del fútbol, la política, los
libros, la cartelera cinematográfica y, por supuesto, de
las maravillas que ocupaban nuestra mesa.
A pesar de ser entonces uno de los grandes inte-
lectuales del Perú, don Jorge no le hacía ascos a nin-
gún tema de leal conversación. Basadre era, como
se dice de los hombres del Renacimiento, un perso-
naje a quien ninguno de los temas divinos o profanos
le era ajeno. Al fin y al cabo, la historia era para él
una pasión viva, más llena de preguntas que de res-
puestas. Como en la vida real.
AL CHIFA
CON BASADRE
Antonio Cisneros
Santos Chocano, quien ha-
bría abandonado despavori-
damente el recinto al ver a
Basadre, debido a su gran
parecido con Edwin Elmo-
re, a quien el poeta había
asesinado en Santiago de
Chile.
Por propia confesión, la
Bibioteca Nacional definió
su vocación de historiador,
dejando de lado la de abo-
gado. Fue un colaborador
voluntario de la BNP den-
tro de un grupo de estudian-
tes universitarios organiza-
do por Raúl Porras Barre-
nechea. Luego entró a tra-
bajar en la sala Europa de
entonces y se mantuvo en la
BNP hasta 1929, año en el
que accedió a la Cátedra de
Historia del Perú en la Fa-
cultad de Letras de la Uni-
versidad Nacional Mayor
de San Marcos, incorpora-
ción memorable en la que
abrió el año académico en
presencia de Leguía con su
magistral exposición
La
multitud, la ciudad y el
campo
. Luego de un corto
tránsito por la Biblioteca de
la UNMSM, fue becado por
la fundación Carnegie para
estudiar la organización de
las principales bibliotecas
norteamericanas.
En 1943 Basadre renun-
ció a dictar un seminario so-
bre historia latinoamericana
en la Universidad de Colum-
bia para asumir el desafío de
reconstruir la BNP, primero
como Secretario del Comité
Pro-Reconstrucción de la
Biblioteca Nacional y lue-
go como director.
Basadre y sus colabora-
dores desplegaron imagina-
ción, esfuerzo y entusiasmo
en el desarrollo de esta enor-
me tarea, obteniendo los me-
jores resultados, pese a las
dificultades y a los pocos re-
cursos que ofrecía el gobier-
no. Basadre ha escrito con
franqueza sobre la actitud de
personas, grupos e institu-
ciones con respecto a la ta-
rea de reconstrucción de la
BNP: “El examen de las per-
sonas e instituciones donan-
tes suscita una desigual emo-
ción. No se hicieron presen-
tes, salvo pocas excepcio-
nes... la gente o las entida-
des más ricas del Perú. Nada
hicieron la Internacional
Petroleum, la Cerro de Pasco
Corporation, Graham Rowe
Co., la casa Milne, muchas
familias prominentes. Resul-
tó ilusorio el llamado que
hizo Víctor Andrés Bela-
únde en una carta que el dia-
rio
La Prensa
de Lima pu-
blicó el 12 de mayo de 1943.
Por el contrario, aparecieron
en las listas el personal ad-
ministrativo y docente de
varios colegios, funcionarios
de varias reparticiones pú-
blicas, sociedades, clubes
de tiro, sindicatos obreros,
estaciones de choferes, li-
brerías y particulares de la
más variada condición eco-
nómica con predominio de
los sectores sociales no
acaudalados”. Pero la obra
de Basadre no se limitó a
la Biblioteca sino que se
extendió al Consejo Nacio-
nal de Bibliotecas Popula-
res Municipales que creó
cuando fue ministro de
Educación durante 4 meses
en 1945 y recreó en diciem-
bre de 1956 cuando volvió
a tener el mismo cargo.
Basadre ha sido uno de
los mejores ministros de
Educación que ha tenido el
Perú. A él se le debe uno
de los diagnósticos más
descarnados de la educa-
ción peruana y de su
equipamiento, realizado
entre 1956 y 1958. El es
responsable también de una
temprana reforma educati-
va en la primaria y en la se-
cundaria que desde enton-
ces se expandió masiva-
mente. Uno de los prime-
ros planteamientos de una
educación intercultural fue
elaborado por él: en 1945
él había escrito el primer
tomo, que versaba sobre la
literatura quechua, de la
vasta colección de
Litera-
tura peruana
que dirigió
Ventura García Calderón.
Estas son razones más
que suficientes para que la
BNP recuerde con calidez
en este tercer número de
Li-
bros & Artes
a Jorge Ba-
sadre. Las nuevas genera-
ciones, a las que él dedicó
Perú, problema y posibili-
dad
, valoran la enorme, só-
lida y duradera obra de
Basadre y entienden que
toda ella ha sido realizada,
como él quería, “sin el as-
cetismo, la inspiración ni el
apasionamiento del após-
tol, pero anhelando la se-
renidad del hombre justo”.
En lamisma línea de re-
conocer las grandes contri-
buciones de autores perua-
nos y peruanistas, el cuarto
número de
Libros & Artes
será dedicado a Alexander
von Humboldt, coincidien-
do con el homenaje que le
rendirá también la Embaja-
da de Alemania, exhibien-
do sus diversas obras en el
Instituto Goethe de Lima.
“Por propia confesión, la Biblioteca
Nacional definió su vocación de histo-
riador, dejando de lado la de abogado”.