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Descendiendo de los cerros conocidos con et

nombre de Los-tres-altos, de donde se divisa aquel

magnífico panorama, se encuentra la ensenada de

Tiabaya, distante cinco millas de Arequipa: en

ese lugar hay una bonita campiña, y lo mejor que

se ofrece á nuestra vista es una alameda de pera–

les que tiene cinco millas ele extension. Este es el

sitio predilecto de las familias durante la e.:;tacion

del invierno y allí se reune un crecido número de

personas

á

divertirsé

á

la

sombra de los árboles:

este paseo, esencialmente campestre, dura todo el

tiempo de los baños, es decir, hasta fines de Fe–

brero. Mas adelante, y ahavesando por entre una

multitud de chacaritas y de casas, se llega al pue–

blo de Tingo, situado

á

dos millas de Arequipa.

Tingo~

con sus

ranchos,

sus pozos y vertientes,

equivale

á

nuestro poético Chorrillos, atendiendo

á

que el primero es el lugar de bafios mas concur–

rido de las hijas del l\1isti

y

el centro de reunion,

durante el calor , (l e to dn s las bellas y los lechu–

ginos.

Despues de dos millas <l e viaje, por un camino

matizado de verdura, llegamos por fin

á

la ciudad

célebre por sus edificios ele piedra, su buen tem–

peraniento_, sus hombres notables, y mas que todo,

por sus revoluciones políti cas. Antes de concluir,

procuremos dar

á

los lectores una rápida idea del

estado en

q~e

actualmente se encuentra la expre–

sada ciudad.

Las calles de Arequipa, contemporánea de Li–

ma por haber sido fundada cinco años mas tarde

de la que es hoy capital de la República, son her–

mosas y se cortan en ángulos rectos; pero actual..