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ALMA LATINA

para ocupar un asiento

que entre tres pollas había.

Un hombre al que le concierna

una banca para él sólo,

cuan grande será su c~olo

de poner sólo una pierna.

¿Y no es todavía peor,

paciente y caro lector,

hacerlo entre tres muchachas

sutiles

y

vivarachas?

Cardi-nal se resign6,

val lado de la adorable

ele cuerpecito impecable

el bachiche se sentó.

Para evitar la tortura

de sonrisas despiadadas,

protegió su amplia figura

con las hojas satinadas

del periódico italiano

"Il Corriere di Milano" .

Más las tres lindas chiquillas

comenzaron su disfuerzo

cual les hicieran cosquillas.

Sacó la rnbía un pañuelo

para contener su risa

y con grande desconsuelo

se ·lo arrebató la brisa.

¡Y vaya un capricho raro!

lo colocó con descaro

en la caja a bdomitrnl

del obeso Cardinal.

Diéronse cuenta del fiasco

CONTRABANDO POSTAL

Musas del Parnaso.

Señoras de to–

da nuestra consideración y aprecio.

Hemos recibido su atenta y perfu–

mada carta. Por ella nos hemos en–

terado que como buenas musas y co–

mo buenamoz::ts se les van a Uds. los

ojos por el filarmónico Agustinito y

el incomprendido poeta don Jorge C.

Comprendemos y disculpamos su ig–

norancia sobre los asuntos terrestres

y solo así nos explicamos que reivin–

diquen el título de raro para adjudi-

los que cerca de ahí estaban

v comenzado el chubasco

~'ª

las risas estallaban.

~

Azareado Cardinal

a todos lados miraba,

y aunque mucho rebuscaba

no acertaba con su mal.

Más de pronto distinguió

sobre sí una mancha blanca,

por lo que se figuró

que esa chacota t ,an franca

su camisa provocó.

Y como así lo creyera

con el saco se cubrió,

y antes que nadie previera

''la camisa"

se guardó.

Viendo que no había nada,

que el paüuelo se esfumó,

todo el mundo prorrumpió

en sonora carcajada.

Y Cardinal sudoroso,

compungido, atribulado,

de bochorno anonadado,

se bajó muy presuroso.

¡Y cuan grande no sería

del pobre, la confusión,

ante su mujer, celosa,

para explicar a la harpía

la procedencia dudosa

del pañuelito en cuestión!

MANOLO

cárselo al jovencito aquel, sobrino de

su tío. Aquí desgraciadamente esos ti–

pos forman la mayoría, si no la una–

nimidad de nuestros jóvenes. Rarísi–

mos son aquellos cuyos alcances van

más allá de las últimas creaciones de

la moda o de las frivolidades de un

flirt insustancial. Ya que Uds. son

tan amables y complacientes les supli–

camos nos obsequien con una crónica

discreta sobre "Las raras" a quienes

~mponem0s trataran Uds. con mayor

benevolencia. Vuestra carta, demasia–

da extensa para la publicación, está a

disposición de Uds. en el local de nues'..

tra, Redacción de 6 a 7 p. m.