ALMA LATINA
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DE LA QUINCENA
Siguen Los Raros
Hély más raros aún.
Y
¡quien lo cre–
vera! en
~l
-ler.
año
de Letras. En el
; 1110
ideal de
la
Universidad
y
uno
ele
e llos es
~J
Si-. Rey y Lama. Ño es pin–
tor.
Ni escultor.
Ni
aún arquitecto.
Tampoco es poeta.
Y
.sin embargo
es
un
n1
ro
y un artista.
¿Qne
sen't
el
Sr. Rey
y
Lama
?Esta misma pregunta se la
ha.dael
S1·.
Rey el .año pasado. Era aú
n un co–
legial de 4°.
año
de Media del Colegio
de la Inmaculada.
Y
ya pensaba en el
porvenir. Dudaba mucho. Se miraba
a l espejo para ver si podía descubrir
sus aptitudes.
Y
un día. Un
día
famo–
so al pasar p01· una vidriera del girón
de
la Unión, se vió de cuerpo entero.
Y
adivinó su can-era. Encontró la res–
puesta anhelada. El Sr. Rey y Lama
era torero.
Había
nacido para eso. Torero por
profesión y por simpatía. Tiene un
arrojo español. Tiene figura.
Y
es muy
valiente. Siempre le está buscando los
cuernos al toro.
Un día le clavó un par de band~ri–
!1as al Sr. Revoredo, por intermedio
de un periódico.
Y
enseguida se plantó
muv sereno con un aire tancredino es–
perando la embestida. Tenía prepara–
do un pase ele muleta soberbio. Salió
e l toro. El Sr. Rey sabía con quien se
las había. Conocía todas las rrniñas
del
torito.
Y
estaba seguro de triun–
fa r . Más de pronto el Sr. Rey se sintió
cogido.
El toro lo revolcó, lo arrastró y lo
embistió .
Y
es que el toro resultó no
ser el Sr. ·Revoredo sino el Sr. Ulloa
que había salido en defensa de aquel.
Y
en vez de unos cuernos embolados
se encontró con un par de astas afila–
das .
Así no vale, dijo el Sr. Rey. Aquello
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se podía considerar como un fraca–
so. Era solo un engaño de la empresa.
Así es que el Sr. Rey no se desanimó.
Y
siguió ensayando gestos, actitudes,
pases de efecto con que arrebatar
al
público. Es un t 0 rero efectista.
Un
to–
rero para el público. Para que lo ad-
,
miren, lo contemplen y lo aplaudan ,
Por algo se
a
dedicado a l toreo.
Otro día se sintió con fuerzas para
volver a sus faenas. Convocó al ler.
año de Letrns. Al año infantil y gra–
cioso .
Y
el Sr. Rey les dijo:
¡Yo
soy de–
legado] Vamos ajugar al toro. A ver
quien me embiste.
Todos se rieron y aplaudieron.
Y
no
hubo toro que se atreviera con el Sr.
Rey. Pero aquí tambien
la
empresa le
jugó una mala pasada.
Y
le soltó al
Sr. Colmenares. El Sr. Rey se espern.–
ba un becerrito y le sale un toro gor–
do. Revolcón. Embestida.
Y
el Si·. Rey
desanimado renuncia a tor~ar. Entre–
ga la espada y la muleta y se retira.
Ahora descansa. Está dedicado úni–
camente a contar sus hazañas. Sus
compañeros del
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9
le oyen asombra–
dos. A los niños les gustan rnucho los
cuentos. Dicen que en Diciembre habrá
una gran corrida. Un toro grande y
gordo. Un toro de prestigio tradicio–
nal.
Y
agregan los que tal dicen que el
Sr. Rey soltará la capa. Se echará
a
correr.
Y
hélciendo portavoz con las
manos le dirá:
¡Hasta Ma,rzo torooó ...... .... ..!
El NuNo Comilé
Esta vez, el Sr. ReYoredo se ha
ido
ele veras. Después de una asamblea
íntima. Una asamblea familiar · que
hizo las yeces de una ceremoni a de la
trasmisión del mando. Acabada la
A–
samblea el Sr. Revoredo se fué a l Cen–
tro con el Sr. Denegrí. Se encerraron
en la Secretaría.
Y
conferenciaron lar–
go rato. Alguien al pasar por la puerta
creyó entender algo. El Sr. Revoredo de